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El oráculo no responde, sugiere. No es cálculo ni algoritmo, su saber está hecho de pausas, enigmas y metáforas. Los griegos lo sabían, consultar a Delfos significaba recibir un mensaje incompleto, ambiguo, abierto a interpretación. Era un lugar de consulta política y personal, pero sobre todo un recordatorio de que el futuro no estaba dado.
Hoy, el oráculo ha sido reemplazado por el algoritmo. Como explica McKenzie Wark, feeds, datos y predicciones funcionan como un oráculo moderno que promete un destino colectivo calculado, eliminando la incertidumbre y el misterio. Frente a esta ilusión de inevitabilidad, la filosofía especulativa de Quentin Meillassoux propone el concepto de “contingente absoluto”, nada asegura que el mañana sea una extensión del presente; lo real puede ser radicalmente otro, abierto a lo imprevisible.
En este cruce entre el oráculo griego que habla en enigmas, el algoritmo que impone un destino estadístico y la especulación filosófica que abre lo contingente, se sitúa la 36ª Bienal de Liubliana de Artes Gráficas, recuperando la potencia del enigma y la libertad interpretativa. Frente a la cultura contemporánea de transparencia y predicción, esta bienal rescata el oráculo como espacio fértil para la ambigüedad, un lugar donde imaginar, especular y usar la fantasía como forma de disidencia.
La comisaria Chus Martínez articula esta edición titulada The Oracle: On Fantasy and Freedom como un paseo oracular por cinco sedes, cuatro en el parque Tivoli y una en el centro histórico que se pueden visitar hasta el 12 de octubre. Siguiendo su propuesta, iniciamos el recorrido en la Moderna Galerija (MG+), comenzando por lo que realmente importa que es poner la atención en Palestina, cuya realidad contemporánea exige toda nuestra consideración. Y lo hacemos a través de la obra de la jerusalemita Noor Abed. En A Night We Held Between (2024), Abed transforma la danza tradicional palestina en un acto de contestación solitaria. La mujer que baila con un palo, sustituyendo la espada y la lucha colectiva, simboliza desafío y autonomía frente a la opresión. Sus dibujos coreográficos registran los movimientos del palo, conectando cuerpo, territorio y memoria colonizada, y trazando un mapa de resistencia estética y política. La obra invita a pensar el espacio entre ritual y acción, con la danza convertida en ejercicio de libertad, y donde la tierra misma participa en esta resistencia.
Noor Abed, A study of a stick: movement notations and notes on defiance, detalle de la instalación (fotograma de A Night We Held Between, 2024), 2025. Sede: MG+
Descendemos al auditorio de la MG+, donde se proyecta Infinite Repetitions (2025) de la eslovena Ema Kugler. La obra combina dos de sus trabajos previos —Homo Erectus (2000) y Echoes of Time (2013)— en un collage que prescinde de la narrativa convencional, desplegando imágenes cuidadosamente coreografiadas y suspendidas de forma extra temporal y extra espacial. Las figuras del primer trabajo surgen del subconsciente, confrontando la mortalidad en una danza macabra que medita sobre la fragilidad de la vida y el destino. La segunda parte retrata el sufrimiento provocado por conflictos violentos y desplazamientos, mostrando cómo la devastación de muchos surge de las decisiones de unos pocos y de la devoción ciega de sus seguidores. La obra transforma el espacio expositivo en un escenario donde pasado y presente se superponen, ofreciendo una reflexión profunda sobre historia, poder y la repetición de tragedias humanas.
Ema Kugler, Infinite Repetitions, 2025. Sede: MG+. Foto: María Muñoz-Martínez
Tras MG+, caminamos por la Jakopič Promenade, que se convierte en un territorio de memoria material gracias a The Irregular Line (2025) del congolés Sinzo Aanza. Sus dibujos sobre fondos negros muestran cabezas, fragmentos humanos y vasijas, recuperando la historia de la explotación minera y colonial. Aanza analiza cómo la “regularidad de la línea” operaba como frontera colonial, clasificando y domesticando prácticas consideradas primitivas o rebeldes. Lo cultural y lo folklórico eran reinventados para ferias internacionales y un modernismo al servicio del control. La línea se convierte en carta racial y jerarquización de cuerpos y culturas, mientras las cabezas evocan la violencia fundacional de los museos, objetos bellos y frágiles extraídos de las colonias, donde estética y opresión se entrelazan.
Sinzo Aanza, The Irregular Line, 2025. Jakopič Promenade
Al final de la promenade se sitúa el Centro de Artes Gráficas MGLC Grad Tivoli, donde la artista feminista turca CANAN presenta su cosmos poético, entrelazando lo personal y lo político. Su instalación Şehretün’ar (2024) ocupa cuatro salas. En ella explora la privacidad y los límites individuales, la compasión hacia uno mismo y hacia los demás, la misericordia como fuerza transformadora y, finalmente, el valor propio, repetido como mantra, “I value myself”. Entre materiales táctiles y símbolos que remiten a la historia y la espiritualidad, CANAN propone un espacio para pensar la coexistencia y la democracia desde la atención y el cuidado, recordando que cada acto de reconocimiento hacia el otro es también un gesto de subversión frente a sistemas de dominación.
CANAN, Kıymeti Zatiyye (Intrinsic Value), 2025. Sede: MGLC Grad Tivoli
El corazón de la bienal palpita entre marionetas y poesía. Žogica Marogica, la colorida pelota-cabeza creada por Ajša Pengov en 1951, reaparece como figura tutelar de la muestra. Presentes en cada sede están los versos de Svetlana Makarovič y las marionetas de Silvan Omerzu. Ambas trazan un hilo invisible que conecta todo el itinerario. Los títeres de Omerzu actúan como centinelas, recibiendo al visitante a la vez que instalan pequeñas dramaturgias, escenas que parecen de otra época, pero que hablan de la nuestra. Suspendidas entre lo teatral y lo escultórico, entre lo humano y lo autónomo, lo infantil y lo político, el artista convierte sus figuras de madera, tan frágiles como inquietantes, en un oráculo múltiple que plantea la pregunta eterna de ¿quién controla a quién? ¿Es la mano la que dirige o es la marioneta la que posee la mano? Al mismo tiempo, tocan temas del pasado militar exyugoslavo, sombras sociales o el misterio de la creación.
Ajša Pengov, Žogica Marogica (Pelotita de colores), 1951. Sede: MG+
Dejando el parque, caminamos hacia la Mestna Galerija Ljubljana donde se encuentra Hieroglyphs of the Monadic Age (2025) del alemán Ingo Niermann y la madrileña Mayte Gómez Molina. El filme, además de estimulante, es también educativo. Sus jeroglíficos despliegan un catálogo animado de escenarios ambientales, sociales, políticos y emocionales partiendo de los ensayos The Monadic Age: Notes on the Coming Social Order del propio Niermann.
La pieza plantea la coexistencia interdependiente entre un ideal de armonía interespecie y la tendencia humana al aislamiento en burbujas identitarias, ofreciendo el monadismo como paradigma de autosuficiencia que replantea los parámetros sociales. Junto a la artista y programadora Gómez Molina, conceptos como “ego tribe”, “automatic privacy” o “co-op fantasy” se transforman en visualizaciones dinámicas y multidimensionales, humanizadas por figuraciones lúdicas —inspiradas en iconos culturales transversales— que facilitan la comprensión de ideas complejas.
Chus Martínez ha ubicado la obra estratégicamente en el centro de la ciudad, visible desde el escaparate, junto a tiendas y cafés, alcanzando así a más gente y contribuyendo a fortalecer el pensamiento crítico en el público. Es mi pieza favorita de la bienal, su estructura permite leer el presente como resultado de tendencias sociales, políticas y tecnológicas que nos han conducido a una situación insostenible dominada casi simultáneamente por una segregación estructural a nivel global. Como señala el también esloveno Žižek, estas dinámicas ideológicas hacen que desemboquemos en nuestra realidad contemporánea sin ser plenamente conscientes de ello.
Ingo Niermann y Mayte Gómez Molina, Hieroglyphs of the Monadic Age, 2025. Sede: Mestna Galerija Ljubljana
En la bienal, cada obra se presenta como una variación mineral, animal, corporal, diagramática o temporal del oráculo, recordando que toda voz está mediada y que no existe mensaje sin artificio. Frente a la urgencia del presente, la metáfora puede parecer insuficiente, pero justamente ahí reside su fuerza, en reivindicar la fantasía como herramienta política y mantener abierto el futuro. Y no es solo un gesto simbólico; la fantasía activa el pensamiento crítico, la conciencia colectiva y la reflexión ética. Desde la histórica Žogica Marogica hasta los paisajes visuales y sonoros contemporáneos, The Oracle demuestra que imaginar otros mundos no es un escape, sino un acto de resistencia que reivindica autonomía, empatía y comunidad, cerrando así el círculo con la genealogía del oráculo griego.
Silvan Omerzu, The House of Our Lady, Help of Christians, 2025. Sede: MGLC Švicarija
(Imagen de portada: Silvan Omerzu, Mr. Captain (detalle), 2025. Sede: MGLC Grad Tivoli)
Todas las imágenes © Jaka Babnik. MGLC Archive. Cortesía 36ª Bienal de Liubliana de Artes Gráficas.
36ª Bienal de Liubliana de Artes Gráficas. The Oracle: On Fantasy and Freedom
Hasta el 12 de octubre de 2025 en Moderna Galerija (MG+), MGLC Grad Tivoli y Švicarija, City Art Gallery Ljubljana y el pulmón verde de la ciudad, el Parque Tivoli.
María Muñoz Martínez es gestora cultural y educadora formada en Historia del Arte e Ingeniería de Telecomunicaciones, esa hibridez forma parte de su naturaleza. Ha sido profesora de «Historia del Arte de la primera mitad del siglo XX» en ESDI y actualmente imparte la asignatura de «Arte en un contexto global» en el Master de Gestión Cultural IL3 de la Universitat de Barcelona. Además, a caballo entre Berlín y Barcelona, colabora habitualmente en diferentes medios escribiendo sobre arte y cultura y haciendo hincapié en la confluencia entre arte, sociedad/política y tecnología. Le apasiona la imagen en movimiento, la música generada electrónicamente y los medios digitales.
Retrato: Sebastian Busse
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