Buscar
Para buscar una concordancia exacta, escribe la palabra o la frase que quieras entre comillas.
En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.
En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.
16 segundos de felicidad bastan para conocer toda una vida… pero no para olvidarla. Podemos pensar en la fugacidad de la belleza, del deseo, de las muestras; podemos, también, vernos afectades. Hay una potencia infinita en crear juntes, confundir las manos, las intenciones, los caminos. Llegar, acompañade, al lugar que jamás imaginarías que podría ser tan amable y generoso. Compartir tu gesto hasta que no lo reconoces o, más bonito aún, lo reconoces en otre. ¿Cuándo se agota un gesto que va hacia lo mínimo? Desde luego no mientras reverbere en tu sistema nervioso y se te agarre a la boca del estómago, o mientras te provoque un leve cosquilleo en la nuca; o un pellizco en el alma.
La oscuridad arropa la luz y le da sentido. Sin parpadeo, sin noche, no habría nada que mirar, pues todo sería blanquísimo. Desde dentro de pequeños eclipses de eucalipto oscurecido, el brillo quiere escapar; una especie de entropía de la felicidad. Y sin entropía no habría movimiento, no habría afectación, ni conmoción, ni vida que ser perturbada. Como una gema en el diente que no puedes parar de mirar, como si quisieras que tus ojos recogieran cada destello difractado de luz y se quedaran todos adentro. Si la luz contiene los colores en su totalidad, entonces continuamente estamos guardando arcoíris en las cuencas de nuestros ojos. Fuegos artificiales; nada más fugaz que una luz que arde en el cielo. Cada chispa un mundo, un universo. Una bombilla de tungsteno es un hilo al rojo vivo, un metal ardiente encendido en deseo, indefinidamente en potencia. Como el sol, todo lo que ilumina, de a poco, se agota. Atisbos de un origen, un fin y un todo que está en todo; en el fresno tan pulido que se entrega a lo que le rodea, reflejando, dando su superficie a otras luces que no son —solo— la suya. Un hormigueo de círculos para encajar tus ojos en cada uno de ellos y girar, provocando un pequeño desplazamiento de ti respecto al contexto, como caminar hacia atrás o hacer el pino-puente. Se puede cambiar tanto sin salir del sitio…
Si rascas la pared aparecen, al menos, tres capas. Si rascas la piel —con la suficiente fuerza— aparecen, al menos, cinco. Lo que hay debajo no es que no esté, es que está debajo, es que se ve con otros ojos que están adentro, que hablan de texturas, de pulsos y de presiones. Aquello que está ahí y lo sabes, pero como no lo ves no terminas de cerciorarte. También el cambio estructural puede —obviamente— afectar el aspecto externo. Oxigenar, en el sentido de “airearse, respirar el aire libre”; también en el sentido de oxidar, de decolorar. Llevar el color para poder contrastarlo con su —antes— igual, que ahora parece que tiene más tono por comparación. Enredarte con algo es sacrificar una parte tuya en pos de la suma de una parte otra, componiendo sombras de imágenes trenzadas. La retícula de momentos, por lo enrevesado del patrón, es imposible de descifrar. ¿Qué queda de la imagen cuando todo es forma? La condición social de una preselección involuntaria; que hagan las cosas por ti quiere decir que hacen las cosas por ti. Estandarización de los formatos en panelados modulares preestablecidos. La cuestión es cómo ordenar el puzzle con esas piezas que me vienen dadas, ¿no? Desde luego, un círculo girado sobre sí mismo, los 10 cm sobresalientes de un panel, pueden hacer tambalear toda una sala. Y una plancha, por muy pegada que esté a la pared, se nos puede venir encima y llenar todo el centro, que antes ocupábamos nosotres, dispuestes.
Una patada golpea, primero de todo, el aire. Se abre paso entre la masa de gases disueltos con una dirección establecida por el esfuerzo empleado, la flexibilidad de los ligamentos y la movilidad de las articulaciones. El aire reacciona —claro— deja paso a la pierna —qué remedio— y se dispersa en ondas hasta que vuelve a confundirse con su ambiente. La fuerza del ala de una mariposa, de entre 10 a 100 µm de espesor. “Para que te hagas una idea, 10 µm es unas 10 veces más delgado que un cabello humano”. En esta dispersión, leves destellos en negro, recuerdo de los eclipses. Confeti solemne, elegante, distinguido. Puñaditos de solemnidad, elegancia y distinción, pues. Florecitas lacias que cubren el suelo, que te caen sobre los hombros y el pelo. Encontrarse bajo la lluvia de flores y compartir deseos y desengaños, todo por la vida. Abrir la pugna por ese rincón entre dónde quiero estar, cómo quiero hacer, y cómo acabo haciendo o dónde acabo estando. Buscando el estrecho margen entre la poesía y la frivolidad, la belleza y la especulación, la politización y el extractivismo. Librar batallas pero liberarlas, que se desvanezcan, que no se vayan a ningún otro lado donde no podamos verlas porque están lejos; que se disipen y, así, dejen espacio para la vida. Hacer que 10 µm sean 350 km; alargar los 16 segundos para llegar, al menos, a acostumbrarse.
(Todas las imágenes: Vistas exposición Sixteen seconds happy. Julia Rodríguez, Igna Buneri. Comisariado por Íñigo Villafranca Apesteguia, Room 504, Barcelona. 5-6 abril 2025. Cortesía © Igna Buneri)
L. San Gregorio (Aranda de Duero, 1996) es comisarie, artista y educadore. Desde este lugar pluridisciplinar, investiga el cuerpo como materia, espacio y acumulación de signos. Con formación en Bellas Artes, Historia del Arte Contemporáneo y Educación, ha desarrollado proyectos expositivos, eventos y programas educativos en los que la performatividad del cuerpo es el eje central. Junto a Empar Polanco, conforma el colectivo comisarial Luisempar desde 2020.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)