close

En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.

En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.

Spotlight

10 abril 2025

¿Por qué tuvo que morir Momo?

Algunas declaraciones de Ryoko Yashima

Memento Momo es una obra procesual de Ryoko Yashima (Hiroshima, 1993), expandida en el tiempo entre 2019 y 2021. El proyecto comenzó con la inseminación de un cerdo en una granja cercana a su lugar de residencia, la isla de Momoshima, y la adopción posterior, por parte de la artista, de uno de los lechones que llevó a su propia casa y cuidó hasta que alcanzó el peso suficiente para ser sacrificado como alimento humano. Durante este largo proceso de crianza y relación con el animal, la artista aprendió el oficio de carnicera y obtuvo la licencia que le permitía sacrificar y despiezar profesionalmente a Momo, un animal de 210 kilos. El proyecto concluyó con una barbacoa organizada por la artista en la que cocinó una parte de la carne de Momo y la comió junto a las personas que la ayudaron durante el sacrificio. Este proceso de trabajo de dos años fue registrado a través de fotografías y vídeos y su experiencia está recogida en un diario que fue publicado en septiembre de 2024 [1] Yashima Ryoko, Memento Momo, Genki Shobou, Tokio, 2024.

¿Cómo surgió la idea de este proyecto?

Cuando me mudé a Tokio a los 18 años empecé a sentir asco por la carne y dejé de comerla. Cinco años más tarde, tras mudarme a esta remota isla de 12 km de diámetro en el mar de Seto, volví a comer carne progresivamente debido a ciertos inconvenientes relacionados con el entorno. En esos momentos comencé a interesarme por las religiones y me llamó la atención el hecho de que tanto el judaísmo como el islam consideren impuro un animal y prohíban su consumo. Cuando investigué por qué los cerdos eran el único tabú entre el ganado me pareció poco claro. Entonces recordé un viaje que hice a Papúa Nueva Guinea cuando tenía 21 años. Allí la gente cultiva la tierra para los cerdos, que son un símbolo de prosperidad, los cría con esmero y los come en ocasiones especiales, como bodas o funerales, o los sacrifica para expiar sus pecados. Los cerdos cargan a la vez con la felicidad y la desgracia humana. Pensé que si convivía con uno de ellos todas estas estructuras de valores se desentrañarían y podría entender mejor las razones que las originaron, así como mi relación con los animales y el consumo de carne.

¿Cómo cambió tu vida su proceso? ¿Es posible para una artista separar el arte de la vida?

Al aprender a querer a Momo empecé a disfrutar de la carne, que antes me repugnaba. Antes tampoco me gustaban los alimentos con olores fuertes, pero ahora puedo comer casi cualquier cosa. Pasar mucho tiempo limpiando a diario grandes cantidades de excrementos de Momo ha cambiado mis gustos, y creo que también me ha ayudado a desarrollar un mayor respeto por otros alimentos. Creo que lo que aceptamos y rechazamos es significativo, y que estos sentimientos conectan directamente con nuestro instinto, que subyace a todas las formas de discriminación humana. El año que pasé con Momo, cuya vida y muerte estaban predeterminados, fue satisfactorio, pero también difícil. Me agoté físicamente y los altibajos emocionales fueron muy intensos. Todo mi tiempo, dinero, pensamiento y acciones giraban en torno a Momo. El arte no puede separarse de la vida, porque el arte surge de la vida y la vida es moldeada por el arte, en un proceso continuo.

El título de tu obra combina la locución latina memento mori y el nombre del personaje de Michael Ende. ¿Qué importancia tienen ambas cosas en tu obra?

 Titular mi proyecto Memento Momo, sustituyendo «Mori» por «Momo», es un acto de dar forma a la muerte, para recordarla. Por otro lado, la protagonista de Ende, una niña llamada Momo, intenta recuperar el tiempo robado a la gente por los «hombres grises», que son ladrones de tiempo. La novela aborda cuestiones como la eficacia y la productividad en la sociedad capitalista. Cuando empecé, no sabía si lo que estaba haciendo tenía que ver con el arte o no, pero sabía que, a menos que lo llevara hasta el final, no sería capaz de entender el significado de mis acciones. Así que me concentré en completar mi objetivo. Si hubiera tratado a Momo como una pieza de ganado, no le habría dedicado todo mi tiempo y la habría llevado enseguida al matadero. Sin embargo, cuidé bien de Momo y la sacrifiqué con mis propias manos. Al experimentar en primera persona su vida y su muerte creo que pude captar algo de eso que hemos perdido al priorizar la eficiencia y la productividad.

¿Cómo decidiste presentar este proyecto como obra?

Dudé en presentarlo como obra, ya que me parecía éticamente problemático si todo acababa reduciéndose al objeto artístico en sí, puesto que no he sacrificado a un animal para hacer una obra. Sino que las fotos, vídeos y textos que surgieron de mi vida diaria con Momo, aunque tomaron naturalmente la forma de una serie de obras, no son más que una manera de compartir la experiencia artística que supuso todo el proceso. De hecho, al principio no sabía qué pasaría, se me presentaron toda una serie de obstáculos potenciales como que Momo muriera de alguna enfermedad o que yo no pudiera soportar el dolor y la devolviera a la granja. Fue el hecho de cuidar de su salud y criarla con diligencia lo que me permitió establecer una conexión directa con el arte.

¿Qué opinas sobre la relación entre arte y ética?

Dedicarme varios años exclusivamente a este proyecto me ha permitido acercarme a la ecología desde otra perspectiva, así como poner en cuestión ciertos posicionamientos éticos y analizar el trasfondo de lo que las leyes vigentes permiten y prohíben. En Japón, por ejemplo, para que un particular pueda sacrificar ganado se necesita el permiso del gobierno local, pero no es fácil obtenerlo, porque las normas de higiene son muy estrictas. En cambio, jabalíes, ciervos y osos pueden ser cazados y consumidos por cualquiera con una licencia de caza que puede obtenerse en solo dos días.

Durante el proceso reflexioné continuamente sobre la responsabilidad del artista. Todavía hoy me pregunto por qué tuvo que morir Momo. Soy consciente de que murió por culpa de mis acciones y he sufrido profundamente pensando en ello, pero creo que porque abordé la vida de Momo con la máxima responsabilidad puedo presentar este tema. La gente me preguntaba al principio, «¿Por qué lo tratas como a una mascota si al final te lo vas a comer, no es cruel darle amor?». Entonces pensé por qué no deberíamos amar a los animales que comemos. Creo que si puedes separar todos los deseos y conflictos de ti misma tal vez no necesites el arte. Tener una respuesta a una pregunta nos hace sentir mejor, pero creo que es importante dudar y sufrir la confusión. El arte tiene el poder de guiarnos suavemente hacia la esencia de las cosas.

¿Qué ha aportado tu experiencia del sacrificio a tu visión de la ecología?

Durante el año que precedió al sacrificio, la ansiedad se apoderó de mí, preguntándome si sería capaz de comer a Momo. Me horrorizaba pensar que su muerte fuera en vano. El autoabastecimiento de carne no es fácil. El sacrificio doméstico de cerdos maduros es peligroso, y el proceso de despiece requiere de un gran esfuerzo. Pero creo que la ganadería comunitaria genera patrones de consumo más sostenibles, pues reduce directamente el consumo, así como el desperdicio de alimentos y otras fuentes de energía. En la ganadería industrial el proceso de cría, sacrificio y procesamiento de la carne, que originalmente era un proceso único e interconectado, se fragmenta de manera mecánica. La división del trabajo capitalista desvincula los sentimientos y la imaginación humanos del sentido de responsabilidad.

¿Ha cambiado este proyecto tu relación con los animales?

Antes de criar a Momo pensaba que los humanos y los animales eran capaces de conectar emocionalmente. Sin embargo, conforme iba pasando el tiempo, comprendí que sin comida no podía comunicarme con Momo. Cuando le reducía la comida o no le llevaba lo que le gustaba, se enfadaba e incluso me atacaba. Me di cuenta de que el vínculo entre nosotras se basaba simplemente en la comida, una relación impulsada por intereses mutuos. Con Momo, los límites entre mascota, ganado y animal salvaje se difuminaron, dejando al descubierto la mirada antropocéntrica subyacente a todas esas categorías.

 

[Imágenes cortesía de la artista ©︎Ryoko Yashima]

References
1 Yashima Ryoko, Memento Momo, Genki Shobou, Tokio, 2024.

Cayetano Limorte es historiador del arte, comisario e investigador independiente especializado en arte japonés contemporáneo. Actualmente trabaja sobre las relaciones entre arte, corporalidad y tecnología.

Media Partners:

close
close
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)