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“A la sociedad le falta poesía”

Magazine

25 octubre 2009

“A la sociedad le falta poesía”

Rodrigo García es una de las voces más interesantes dentro del panorama teatral en la península ibérica. Su trabajo cuestiona las supuestas leyes del teatro, acercándose momentáneamente a cierto minimalismo pero también utilizando la crudeza y el malestar como herramientas de trabajo. En el momento en que, desde el arte, la aproximación a las estrategias teatrales es más que presente resulta de máximo interés ver si se establecen comunicaciones directas y si se comparten preocupaciones.


Marti Manen: Podemos decir que de algún modo tienes distintos formatos de trabajo que implican diferentes lugares de presentación. Desde obras de larga duración, trabajos en vídeo o piezas cortas como “Accidens”. ¿Cómo afecta ésto en tu proceso de trabajo?

Rodrigo García: Básicamente trabajamos en teatros y lo que sí que influye es cuando la pieza es grande por el lío que hay que montar… esto es bueno pero también es una limitación. No podemos de pronto ir con obras más grandes a todos los sitios. Luego sí, tenemos obras pequeñitas, el caso de “Accidens” que mencionas, que es una obra que no va bien para hacerla en un teatro y tenemos que hacerla en museos o en espacios un poco raros. La hemos hecho hace poco en México en una iglesia. Pienso que a veces una obra necesita más la austeridad del teatro porque a veces el lugar se la puede comer, puede ser más importante el sitio que la obra misma. Luego la relación con el público sí que es más fresca cuando no está la distancia del teatro, el escenario, las butacas, cuando actuamos en espacios que no son convencionales. Yo creo que el público se siente un poco más libre y hay otro tipo de relación.

MM: Me imagino que en Ex-Teresa, en México, el tipo de público no será el mismo que en Casa Encendida o que en un teatro clásico…

RG: No creas, yo pienso que sí, que el público es bastante similar. Quizás esto es lo más decepcionante, que uno hace arte para en principio para comunicarse con la mayor cantidad de gente posible, pero luego no hay que engañarse; en las obras nuestras no vienen ni los albañiles, ni las amas de casa, ni los taxistas. Siempre viene un estilo de gente que le gusta este tipo de actividad, que tienen que ver entre comillas con el mundo de la cultura y disfrutan de estas cosas y, para mí, tiene su parte decepcionante porque a veces dices “para qué estamos haciendo esto si se queda en un círculo tan pequeñito”, pero también tengo la esperanza que el arte pueda modificar mucho a las personas y puede ayudar mucho a cualquiera.

MM: Hablas de decepción y también has hablado alguna vez de desconfiaza con el sector cutural.

RG: Es que, tantos años hemos estado trabajando en España, con tantas dificultades, hemos hecho tantas obras que no tenían acceso prácticamente al público, trabajando en espacios pequeños como el Teatro Pradillo en Madrid y luego cambiaron tanto las cosas desde que salimos a trabajar fuera y nos hemos convertido casi en otro producto de consumo cultural de festivales como Avignon, Paris, y esto me ha provocado una gran desconfianza. Tenía su parte buena, ya que podíamos trabajar con dignidad y podíamos dedicarnos a nuestro trabajo, nos veía muchísimo público, que también era interesante ya que no era tan minoritario como en España, y lo normal era trabajar para un teatro de 1000 personas, no ya necesariamente trabajar para 80, pero esas 1000 personas siguen siendo parte de una élite y son todas bastante parecidas en todas las ciudades que vamos, pero acabando con la idea de la desconfianza siempre termino diciendo que es mejor hacer esto que no hacer nada

MM: Pero entiendo la idea de desconfianza pensando que la cultura ha veces se ha utilizado como una herramienta en manos de alguien que, a lo mejor, no está interesado en la cultura en sí.

RG: Sí, es verdad, incluso manifestaciones más radicales, como puede ser el teatro que hacemos nosotros , que por lo general se suele esconder, se intenta ocultar, es verdad que hay políticos que lo han utilizado para valerse de ello, ponerse la medalla y no creo que sea lo que piensan pero, qué podemos hacer.

MM: En España podemos ver un buen cultivo en los últimos tiempos de grandes nombres dentro de lo que sería la experimentación teatral. Tú mismo, Roger Bernat, Sonia Gómez o Angelica Lidell, pero a lo mejor no se apuesta lo suficiente por un tipo de teatro como este…

RG: Siempre digo lo mismo: Hoy un chico que tiene 20 años y comienza a hacer sus primeras piezas en España se encuentra con las mismas dificultades que me encontraba yo con 20 años. Y yo tengo 45. Han llovido veinte y pico años y no ha cambiado nada. Quizás porque las personas de mi generación con la mentalidad más abierta no hemos llegado a ocupar puestos de gestión. Entonces si los puestos de gestión los siguen ocupando personas con una mentalidad conservadora es evidente que las cosas siguen igual y, hoy por hoy, los artistas jóvenes van a tener los mismos problemas que teníamos nosotros. Es bastante triste.

MM: Al mismo tiempo se han multiplicado los espacios de presentación, los centros de producción…

RG: Bueno, yo no estoy tan al tanto de la realidad espanola porque, aunque vivo en Asturias voy poco a casa, pero sí tengo notícias de que aquello está muy vivo. No sé tanto de espacios pero sí sé de un montón de artistas que empiezan a trabajar en una línea de teatro personal, en una línea de investigación. Aquello no es que se quedó como que fue una época de unos locos que éramos nosotros a finales de los 80 y en los 90 sino que pienso que algo se sembró

MM: ¿Qué te interesa en estos momentos? Hablas de artistas jóvenes. ¿Cuáles son tus fuentes e intereses en este momento?

RG: La fuente para el trabajo siempre es la vida cotidiana. Soy buen público de arte, me gusta mucho ir de exposiciones, disfruto mucho en el cine, en el teatro no tanto, pero no es lo que directamente me inspira para trabajar. Más la vida cotidiana y sobretodo mis propios problemas. Yo creo mis piezas a partir de mis problemas, a partir de las cosas que no me gustan y me hacen sentir mal. Agunas tremendamente subjetivas, asuntos privadísimos, y otras cosas sociales evidentísimas.

MM: Hablas de lo cotidiano y en alguna ocasión has hablado del binomio teatro- realidad. ¿Ves el teatro como un espacio para la realidad?

RG: Yo pienso que el teatro es una realidad en si misma y que tendría que ser una realidad poética, para que en el cotidiano exista otro foco de poesía, para entregar más poesía a lo cotidiano. La idea de que el teatro tenga que ser un espejo de la realidad me parece una cosa absurda. Yo pienso que el teatro es un lugar en el que se puede generar poesía, creo que a la sociedad le falta poesía, le falta libertad, más actitud poética y que el teatro es un buen sitio para esto.

MM: Podemos ver en el arte contemporáneo un gran interés por el teatro y la teatralidad. Artistas que están trabajando en formatos parateatrales, las referencias son de teatro…

RG: No se exactamente a qué artistas te refieres…

MM: A muchos. A Dora García, a Bestué / Vives, a Tino Sehgal, a Goldin & Senneby, a que en la bienal de Istambul el teatro era una base importante, a exposiciones como “Un teatro sin teatro”…

RG: Ojalá esto sea una cosa buena para el teatro y que los artistas del teatro tomen referencias frescas de esto y hagamos creaciones más libres. A veces el teatro es tan uniforme…

MM: ¿Cuál es tu relación con el texto?

RG: El texto intento que siempre tenga valor. Incluso cuando empiezo a meter menos texto y a escribir menos texto es para que tenga más importancia. Mejor hablar menos para que te presten atención en esos precisos instantes. Yo siempre he estado investigando cómo poder decir los textos en un escenario, siempre me interesó. Y proyectar el texto me parece interesante. Es invitar al público a ser mi lector en vez de ser público de teatro que tiene que escuchar el filtro de los actores.

MM: Cómo ves la comunicación entre el mundo del teatro, el mundo de la literatura, el mundo de las artes visuales. ¿Existe comunicación o son espacios cerrados?

RG: Me estás haciendo preguntas que te las tiene que responder un crítico o un teórico, no un artista, porque como artista yo soy un tipo bastante intuitivo y no reflexiono mucho sobre lo que son los fenómenos artísticos, pero es evidente que la relación entre el teatro y la literatura es de toda la vida, por lo general mala y el teatro ha estado al servicio de la literatura. Esto trajo un empobrecimiento del arte escénico aunque luego la cosa fue cambiando. La literatura va ocupando otros sitios dentro del teatro y el teatro se va enriqueciendo, con asuntos que tienen que ver con la danza y las artes plásticas. Este tipo de fusiones me parecen bien. Me parecen bien siempre que sean naturales, no porque sean asuntos de moda. Lo que sean tendencias o moda me parece que es un camino banal que no tiene sentido.

Director d’Index Foundation a Estocolm, comissari d’exposicions i crític d’art. Sí, després de Judith Butler es pot ser diverses coses al mateix temps. Pensa que les preguntes són importants i que, de vegades, preguntar vol dir assenyalar.

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