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Magazine

27 març 2009
El vídeo como recurso

Moderna Museet revisita su colección de vídeo para generar una exposición en la que la idea de juego toma cierto protagonismo. El tema está en ver si los vídeos “juegan” o son “jugados”.


Moderna Museet muestra en exposición obras de su colección de vídeo. Se acabaron los festejos y las celebraciones. Los museos, con colección, pueden sacarse de la manga exposiciones temporales para llenar sus salas. Y si además ofrecen –otra vez- contenidos, vamos bien. O no.

Bajo el comisariado de Camilla Carlberg, la sala secundaria destinada a exposiciones del museo ofrece al visitante la exposición “Play. Film and video”. Play de apretar el botón para ver vídeos, pero play también en su acepción de jugar, de divertirse. El museo busca una lectura amable, ser fuente de diversión mediante la imagen en movimiento. El texto de introducción no deja nada tranquilo, no por la voluntad comunicativa (nada en contra de “acercar los lenguajes de los artistas a todos”), sino porque justo después de hablar de la idea de juego saltamos a leer que la exposición “ilustra la evolución del cine como formato artístico, desde el cine experimental de los años 20 hasta las producciones actuales de gran escala”. Dos objetivos enormes para una exposición reducida.

La selección de vídeos se ha realizado con la colección del museo (fantástica, por cierto) y este elemento dificulta que algunas obras que seguramente “ilustrarían” mejor la voluntad de la exposición no estén presentes mientras que otras ocupen su lugar.

El montaje de “Play. Film and video” quiere ser moderno. Los sonidos se mezclan unos con otros, algunas proyecciones están en el suelo, otras cuelgan en medio del espacio, algunas tarimas invitan supuestamente a sentarse pero sin enseñar claramente para ver qué… De la pureza de las black boxes pasamos a la contaminación visual y sonora. Podría tener sentido si la conexión entre vídeos funcionara mejor, pero el salto entre Dara Birnbaum y Fischli & Weiss no ayuda en este caso ni a uno ni a otro, tampoco de Fischli & Weiss a Pipilotti Rist la cosa mejora y los experimentos de Alexander Calder parecen fuera de lugar. La justificación para el montaje es que “Play. Film and vídeo” quiere ser una exposición para todos los públicos, de niños a mayores. Aunque una obra como “The way things go” seguramente necesita poco de escenografía para atrapar al público con su hilarante reacción en cadena.

La idea de la teatralización (también anunciada en el texto introductorio) se convierte en algo olvidado, aunque seguramente serviría mucho mejor para trazar líneas desde Bruce Nauman a Nathalie Djuberg, así como para tratar la creación de espacios emocionales propios en Pipilotti Rist o hasta para hablar de los métodos para la representación de la realidad en William Kentridge.

Estamos hablando de grandes obras –la calidad de los vídeos presentados es inegable- a las que evidentemente podemos desacralizar. Pero las preguntas sobre los motivos de creación de la exposición siguen; uno no sabe si se trata de ofrecer nuevas lecturas o simplemente sirve para rellenar espacios y ganarse a un público que seguramente tiene más criterio que el que se le presupone al ofrecerle cositas divertidas para pasar el rato.

Director d’Index Foundation a Estocolm, comissari d’exposicions i crític d’art. Sí, després de Judith Butler es pot ser diverses coses al mateix temps. Pensa que les preguntes són importants i que, de vegades, preguntar vol dir assenyalar.

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