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La Galería Javier López de Madrid, junto con la galería Mario Sequeira, expone una selección de la obra de Nan Goldin desde los años 70 hasta el año 2000. Un conjunto de fotografías que resumen la trayectoria de la artista, y que supone la exhibición por primera vez de una individual suya en el contexto de una galería madrileña.
Parejas en actitudes íntimas, drogodependientes con papelinas, prostitutas, gays y lesbianas, trasnochados, y “gente de mal vivir”…es el mundo que
retrata, o más bien, nos arroja a la cara, sin edulcorante alguno, la ya consagrada artista Nan Goldin. Un mundo que no es otro que el suyo propio, y que bien pudiera resumirse con una de las letras del cantante y compositor Nacho Vegas “no es la mala vida la que me mata, es la vida entera”. Porque la artista no habla de otra cosa si no es de la vida misma y sus pequeñas miserias y resistencias; las de todos. Lo cotidiano elevado a la categoría de heroico y la supervivencia del individuo ante una vida que le constriñe y hastía. Su obra se inscribe dentro de lo que se ha dado en llamar micropolíticas, concepto foucaultiano, ampliado después por Deleuze y Félix Guatarri, y que no es otra cosa que el deseo de hacer visible todo discurso diferente al hegemónico, es decir, el de los excluidos: gays, lesbianas, feministas, inmigrantes, locos, etc. Discurso sobre el que trabajan otros muchos artistas contemporáneos, como Cincy Sherman, Sarah Lucas, Paul McCarthy, Louise Bourgeius o Bruce Nauman. Un arte que refleja lo cotidiano, las prácticas comunes, los actos repetitivos o las relaciones sexuales o de poder… para poner de manifiesto como todos nuestros actos están, de alguna manera, determinados. Y es que el lema feminista, ya algo manoseado, de “lo personal es político” es todavía hoy del todo vigente.
La exposición, articulada en dos, está compuesta de una serie de fotografías en blanco y negro realizadas en la década de los 70, donde Goldin retrataba a seres marginales, prostitutas, travestis, yonkis, pero en poses estudiadas y composiciones clásicas, elevando de este modo la condición de los sujetos retratados. Y una segunda parte, que reúne una serie de fotografías en color desde los años 90 hasta el año 2000, donde ya reconocemos sin duda lo que es la idiosincrasia de la artista: instantáneas, imágenes desenfocadas y mal iluminadas, sin ningún tipo de composición, donde aparecen amigos suyos en actitudes cotidianas e intimas. Sus fotografías son el retrato de toda una generación, la de los años 80 y 90, que se debatió entre anhelos y fracasos, entre las ansías de libertad y el fantasma del SIDA. Es sin duda “The Ballad of Sexual Dependency” su obra más lograda y emotiva, junto con el film “I’ll be your Mirror”, que como ya apuntó Jean Baudrillard (De la seducción, 1981) no significa yo seré tu reflejo, si no yo seré tu ilusión, una ilusión en el caso de Goldin, desencantada…
Si bien es cierto que la exposición no aporta nada nuevo a lo ya visto de Nan Goldin, entre otras cosas, porque la artista sigue fiel a su manera de entender el arte y la vida, si tiene al menos el mérito de reunir una buena selección de lo que ha sido parte de su obra y exponerlo en el contexto de una galería. Pues desde que el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición monográfica en el año 2001, no se había realizado ninguna muestra individual de la artista en España. De cualquier forma, la exposición nos invita a reflexionar sobre la actualidad de estas fotografías, y sobre su vigencia en el discurso del arte más actual, pues su obra aún nos siguen produciendo cierta incomodidad, y eso a pesar de que estamos acostumbrados a verlo todo a través de los media, hasta lo más nimio e insignificante. Tal vez, porque el deseo, siempre implícito, de construir una identidad, una narrativa de nuestra vida, parece ser una premisa urgente para muchos.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)