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Entre la sobre-oferta expositiva que ofrece Madrid esta temporada destaca, por íntegra, la nueva muestra individual de la artista Azucena Vieites (Hernani, Gipuzcoa, 1967) en la Galería Fúcares. La exposición, que permancerá abierta hasta el 12 de septiembre, es el resultado de todo un año de trabajo en torno a la traducción con imágenes y el recurso al collage a través del dibujo.
Frente a posibles consideraciones de orden estético, Azucena Vieites entiende el collage como un procedimiento para extraer e intrepetar fragmentos de la realidad. Es decir, como una herramienta crítica para generar un tipo de conocimiento sobre el presente e intervenir en él. A menudo ella habla de su trabajo como algo que surge de cierta necesidad de tomar el pulso a un legado concreto (estético, político, etc.) que se relaciona con un tiempo dado. En su caso, ese legado abarcaría la música, los feminismos, la cultura punk, el háztelo tú misma, el recurso al humor, el estilo… convocados todos en una remezcla visual, que opera en un tiempo dinámico que se nutre, negocia y dialoga con lo que le precede y que anuncia lo que viene detrás de él.
Hace poco más de un año Azucena Vieites comenzaba un proceso de trabajo en torno a la noción técnica e ideológica de collage. Este proceso daba continuidad a su uso del dibujo –y también de la serigrafía– como modos de activar lecturas políticas sobre aquello que nos rodea, y como su trabajo hasta entonces, se basaba en la cita, la fragmentación y la combinación de imágenes, poniendo el acento más que nunca en la naturaleza ontológica de las mismas, su poder de mediación y sus procesos de construcción. La investigación, que en su transcurso ha tenido visibilizaciones puntuales en contextos de trabajo específicos, toma ahora forma expositiva en la muestra individual que le ofrece la Galería Fúcares de Madrid. A modo de colección de remixes, como en un single pop que ofrece diferentes versiones de una misma canción, la exposición incluye reelaboraciones de un amplio abanico de referencias visuales, que van desde una editorial de moda con prendas de Vivienne Westwood a un frame de un vídeo del colectivo Soytomboi.
El germen de la exposición lo encontramos, sin embargo, fuera de la galería, en su participación en las diversas iniciativas de Arteleku puestas en marcha en 2008, a propósito de la noción de traducción cultural, en las que Azucena impartió un taller abierto de serigrafía, coordinó un blog de discusión y publicó un ensayo sobre su propia práctica, en el número 63 de la revista “Zehar”. En su portada, la artista mostraba una versión de un collage suyo anterior –aquel que utilizó como cubierta de su catálogo monográfico de los premios Gure Artea–, y dentro, publicaba el ensayo titulado “Repetición no es repetir”, en el que por primera vez ofrecía un acercamiento a su proceso de trabajo y evidenciaba su interés por los procesos de traducción, que es uno de los terrenos que de manera más continuada ha venido trabajando tanto en su práctica individual como en su participación en el colectivo de arte y feminismo Erreakzioa/Reacción.
Me refiero a cierta idea de traducción entendida como un flujo continuo de transferencias, un proceso de negociación y una efectiva distorsión de significados, pero también como un cauce en dos direcciones que activa y establece genealogías. En aquel blog/foro de discusión de Arteleku coordinado por la artista entre 2008 y 2009 que he mencionado antes, y que por razones que uno nunca llega a entender, en su día no recibió la atención y participación que merecía –y que además con el reciente re-diseño de la web del centro parece haber sido relegado al ostracismo–, estas dos cuestiones –alteración de significados y establecimiento de vínculos transgeneracionales– eran tratadas de forma relacionada, planteando la pertinencia y eficacia de la traducción a través de las imágenes, frente a otros modelos de producción de conocimiento como el del lenguaje.
Y es que es precisamente ahí donde creo que radica el verdadero interés y la fuerza de la propuesta de AzucenaVieites, que ahora en toda su potencia contiene la exposición de Fúcares: en su sistemático trabajo con las imágenes, en los usos que hace de ellas, como un medio eficaz de poner en cuestión el carácter únivoco e irrevocable del significado de las cosas.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)