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Karma Allumé supone la tercera exposición de Tere Recarens en la Galería Toni Tàpies de Barcelona. Un proyecto desarrollado en Bamako (Mali) a partir de las significaciones singulares que el nombre de la artista tiene para sus habitantes. Además, la exposición dibuja un diálogo formal y discursivo con otras obras recientes de la artista.
En el trabajo de Tere Recarens son frecuentes dos aspectos: uno inicial y otro procesual. Quizás los dos elementos discursivos que actualmente mejor definen su práctica y su actitud en arte: por un lado los juegos de palabras y las posibles interpretaciones de su nombre en diferentes lenguas y lugares; y por otro, los procesos de incursión – artística, social y política – en dichos contextos a partir de la confianza y la transparencia para/con las personas con las que se relaciona. El primero remite a un punto de partida, a un pistoletazo de salida que le lleva, desde lo biográfico y desde la exhibición desinhibida de ella misma – pensemos en trabajos anteriores como Tere Spain (1999), Watere (1999) o Heitere, Weitere, Polterei (2005) – a explorar las relaciones no establecidas de antemano que, como artista, genera en los contextos en los que vive y trabaja. El segundo plantea unos ritmos de investigación en presente que, al margen de funcionar como proceso para una formalización posterior, se erigen sobre la marcha como la auténtica potencia y finalidad de sus obras (Terremoto (1994), I was ready to jump (1999), 19 març 2014 (2004), por citar sólo algunos ejemplos).
Como es habitual en su trayectoria, Karma Allumé, tercera exposición individual de Tere Recarens en la Galería Toni Tàpies, surge de su reciente estancia en Mali y del descubrimiento que su nombre – Tere – tiene una significación peculiar en la lengua de los bamanan, etnia mayoritaria en dicho país. Concretamente, una especie de karma vinculado a las creencias locales del alma que afecta tanto a humanos como animales, plantas u objetos y que, al margen de responsabilidades conscientes en sus portadores, puede derivar en “tere numan” (un buen tere), en “tere jugu” (un mal tere) e incluso llegar al concepto de Karma Allumé que da título a la muestra (“maa tere manalen” para los bamanan): el “tere” en su estado más encendido y extremo. Una coincidencia que establece paralelismos con proyectos anteriores – como Etc..(2002), en el que descubre que Tere es “hola” para los estonios y pasea por el país saludando a todos los habitantes con los que se cruza – y que le sirve como motor de actuación para desarrollar su trabajo en Mali.
Para ello, ha contado con la ayuda de algunas personas, como Salia Malé, profesor en el Conservatorio de Artes y Oficios Multimedia Balla Fasséké Kouyaté de Bamako, quien la instruyó en la dimensión semántica del término. A partir de ahí, Tere Recarens buscó el modo de ganarse la confianza de la gente y lo encontró a base de regalar a los habitantes de Bamako telas diseñadas por ella con los términos de “tere numan” y “tere jugu”. Telas que después ellos usaron para hacerse ropas, y que por tanto dio lugar a un intercambio amistoso entre las partes implicadas. De este modo, consiguió generar un marco de confianza definido desde la complicidad y la empatía y, siguiendo los sistemas de documentación que caracterizan su trabajo, el proceso queda registrado en la videoinstalación “Maa Tere Manalen”, pieza clave de la exposición situada en la segunda planta de la galería. Una obra que, dentro de los códigos de la artista, otorga el protagonismo a la gente corriente de Bamako para traducir al terreno del arte el concepto de “tere” en estado máximo que ha marcado su vivencia.
Además, la exposición recoge otros trabajos vinculados a dicho viaje, como Kultur Karma (2008), una gran cortina que cierra el espacio expositivo confeccionado con telas africanas de vistosos colores (aunque ahora ya producidas en China, otra curiosa coincidencia), entre las que se encuentra la diseñada por la artista, y otros proyectos recientes centrados en sus instalaciones de bufandas de lana cosidas. La propia oscuridad conseguida por la gran cortina de Kultur Karma, crea un espacio de intimidad y calidez idóneo para mostrar Glory (2007), la primera obra de bufandas de la artista. En este caso, la acumulación de bufandas de distintas procedencias y disciplinas deportivas (futbol, jockey, etc…) cumple aquí una función de manta para la cama.
En la parte exterior de la galería, encontramos desplegadas sobre el muro otras dos series de bufandas: Fucking Glory (2007) y Fucking Damned Glory (2008), ésta última adaptación realizada durante la estancia de Tere Recarens en China. Aquí, la artista sustituye los mensajes tipográficos habituales de las bufandas reivindicativas de un determinado equipo (y por tanto de una determinada pertenencia casi ideología) por sencillos y personales ideogramas que fue descubriendo y utilizando para comunicarse durante su viaje. Por último, la exposición muestra también la bandera Free Tibet (2008) y una edición del pequeño cuaderno de viaje con simples dibujos que Tere Recarens usó en China para hacerse entender y solventar así sus problemas idiomáticos.
En definitiva, el registro de una experiencia concreta, así como los entresijos surgidos de situaciones no controladas (sea una anécdota mínima, una estancia en otro lugar, un encuentro fortuito o un nuevo sistema de relaciones aún por fijar) supone uno de los principales hilos conductores de su trabajo Una obra que, pese a nacer siempre de la propia artista, rápidamente se aleja de connotaciones mitificadoras para incidir en el arte como un espacio de relación capaz de establecer vínculos más flexibles y próximos dentro de la rigidez de los entornos diarios. Una actitud que, a través del sentido del humor, la autoparodia y la complicidad con todos aquellos que intervienen en sus trabajos (incluido el espectador final), denota un claro compromiso, ya no sólo en arte sino en los propios ritmos vitales que nos definen.
Simplemente añadir que, la propia naturaleza del trabajo de Tere Recarens, más vinculado en un principio al registro y al apunte de una determinada vivencia que a la carga objetual de sus propuestas, implica cierto peligro de caer en formalizaciones cuidadas y estetizadas en exceso; algo que puede restarle fuerza a la espontaneidad y naturalidad que articula su obra y su manera de entender el arte. Dicho de otro modo, el video Maa Tere Manalen es tan efectivo y preciso en sus intenciones que quizás, aunque genere una recepción cómoda, próxima y agradable para el público, no precisa la gran instalación de cojines que lo acompaña; puesto que el registro de la experiencia, la parte más performativa y procesual del trabajo de Tere Recarens, ya te atrapa sin más.
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