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Une Danse Des Bouffons (2013), del artista Marcel Dzama, se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto como parte de una serie de proyecciones visuales, Transformation, realizadas por distintos artistas en homenaje al director David Cronenberg, en el Museo de Arte Contemporáneo de Canadá.
La galería Helga de Alvear, en Madrid, exhibe ahora la película, junto con otras piezas del artista, bajo el sugerente título A Trickster Made this World, que podríamos traducir por “Un embaucador hizo este mundo”, en una clara alusión al libro de Lewis Hyde Trickster Makes This World: Mischief, Myth, and Art, donde el autor repasa la figura del Trickster, el embaucador – o burlador- , presente en todas las culturas y mitologías, y que encarna la desobediencia a lo establecido, la negación y lo prohibido. Marcel Dzama sería el artista embaucador creador de imágenes que usan la sátira y el humor corrosivo como herramientas para la crítica social. Referentes hay muchos, desde Goya, Grosz, Otto Dix, pasando por las Vanguardias históricas y en especial el gesto dadá y Marcel Duchamp, hasta llegar a autores como Mike Kelley e incluso caricaturistas como El Roto.
Une Danse Des Bouffons es una película expresionista con un tono burlón digno de una representación de Cabaret Voltaire: Dzama insufla vida a la última obra que produjo Marcel Duchamp, Étant donnés, para contarnos una historia de amor disparatada y extraordinaria. Maria Martins, interpretada por Kim Gordon (la mítica de Sonic Youth), revive para intentar rescatar a su amante, Marcel Duchamp, que permanece secuestrado en una pantalla de televisión. Como en un reality show, un mago de cuatro ojos obliga a danzar a distintos personajes como si de bufones se tratase, para darles muerte después. Desfilan entre otros, Joseph Beuys, con su coyote disecado en mano, preparado para llevar a cabo su performance I like America and America likes me; un hombre con cabeza de mosca que nos recuerda a la película de David Cronenberg y un bufón que sostiene un rostro- globo a lo Tony Oursler, con el que finalmente darán muerte al mago. Todo ello en una especie de plató televisivo con aplausos enlatados bajo la amenaza de terroristas armados con metralletas. Y todo transcurre mientras suena como música de fondo un tema de Arcade Fire.
La muestra reúne además una serie de dibujos característicos de Dzama, con un estilo un tanto naif, a los que el visitante deberá mirar con atención para descubrir un humor macabro con escenas de sexo y violencia, y con claras alusiones a Los caprichos de Goya; una serie de esculturas de bufones con cuatro cabezas, confeccionadas en papel maché; marionetas de hojalata; A game of chess (2010-2011), un vídeo multicanal que proyecta una partida de ajedrez donde las figuras cobran vida y que nos remite de nuevo a Duchamp y su “oficio” de ajedrecista; por último, un story board previo a la filmación de Une Danse Des Bouffons.
Henri Lefebvre, cercano al pensamiento dadaísta, dejó escrito: “El dadá hace añicos el mundo, pero estos añicos son hermosos.” Marcel Dazma, como otros muchos artistas, es heredero de una tradición compuesta de añicos. Su trabajo está lejos de hacer explosionar el mundo, pero sí al menos ofrece una oportunidad para poner en duda aquello que nos rodea y observamos a través de los medios de comunicación, y lo hace produciendo imágenes y escenas reconocibles, y aún con humor y de modo inteligente.
Cuestionar la actualidad y el mundo a través de la risa y el absurdo y hacer burla a todo aquello que queremos desmitificar, puede ser una baza a jugar después de comprobar que con la seriedad tampoco hemos conseguido cambiar el mundo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)