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Cuarta vez que visito Posição amorosa en la galería Jaqueline Martins de São Paulo. Presenta una selección de obras de Hudinilson Jr., artista brasileño muerto en agosto tras una década de marginalización, y cuya producción puede verse ahora gracias al apoyo de algunos amigos, varios curadores jóvenes y la propia galerista no sólo en este espacio, sino también en una gran retrospectiva como parte del programa del Festival de Glasgow y en la galería García de Madrid además de en una sala individual del MAC SP.
Le conocí brevemente; los tiempos no jugaron a favor para poder hablarnos, y por eso ahora me encuentro de nuevo fascinada por sus imágenes y con las mismas preguntas sobre el desnudo como territorio de reivindicación. Y en este contexto de múltiples exposiciones, me planteo también otra cuestión: ¿cómo transmitir ese universo vital y sensual en una muestra de cubo blanco?
Me cuenta Marcio Harum, comisario de Posição amorosa, que la primera vez que expuso una obra de Hudinilson Jr. fue en 2002. Seleccionó uno de los “cuadernos de referencias” del artista, que en aquella ocasión podía ojearse. Repitió en 2011, con otro de la casi centena de ejemplares existentes colocado en una vitrina, abierto por una sola página que debía resumir ese complejo universo. En esta individual vuelve a mostrar varios de esos volúmenes que Hudinilson Jr. iba rellenando con collages de desnudos, imágenes publicitarias, recortes pornográficos y escolares, anotaciones históricas, noticias de periódicos… en un gran compendio de múltiples referencias contemporáneas.
La suerte que tenemos es que la galerista tiene un par de ejemplares para poder consultarlos en su despacho: las páginas se engruesan con composiciones abigarradas en esa mezcla de periódicos con cuerpos gloriosos de hombres desnudos. No hay espacio para respirar entre noticias sobre bienales de arte junto a imágenes de penes y torsos. La celebración social normalizada se enfrenta a su proclamación privada del goce del cuerpo del otro. Al pasar las hojas, recuperamos la seducción táctil de la acción de recortar, pegar, e imagino que acariciar repetidamente los papeles para que queden bien adheridos.
Es ahora Jaqueline Martins la que me relata que desde que comenzó a visitar a Hudinilson, veía junto a la cama una caja llena de recortes. Trabajaba allí tumbado, fumando sin parar, y agarraba un montón de esas imágenes y textos. Desechaba algunos que volvían al cajón y otros se convertían en parte de sus libros, collages o hemerotecas. Era un gran archivo temático que se repetía incesantemente.
Una lógica de trabajo que se manifiesta en la selección y disposición de la obras. Encontramos otro cuerpo repetido y archivado: el suyo. Siempre fotocopiado, aumentado por la lente – espejo sobre la que se extiende en un ritual amoroso del que deja constancia fotográfica. Los montajes de partes de su anatomía reproducidas mecánicamente se multiplican también a modo de cartografías de piel, poro y pelo. Realiza un escrutinio exhaustivo en el que se fragmenta y se recompone rayando la abstracción. Es un cuerpo limitado por la propia máquina y también por la composición en retículas, pensadas para crear del cuerpo un paisaje modular, convirtiéndose, en sus propias palabras, en un “cuerpo transmutado”.
Por último escucho a Hudinilson Jr, en el video de Vitor Butkus que se muestra en una de las salas: “Narciso muere a la orilla del lago, enamorado por la propia imagen, sin reconocer que él es la propia imagen”. Su joven mítico no se seduce a si mismo, ya que para él el reflejo hermoso del lago es otro ser. Y así provoca dos construcciones cartográficas diferentes. Su visión, amorosa y homosexual, reivindica un cuerpo libre. Paradójicamente tiene que actuar desde su intimidad, como crítica al control social que lo restringe al ámbito privado en su celebración y al que denuncia en forma de retícula en su propia persona.
La disposición casi randómica y repetitiva de las obras en la muestra, igual que en el Festival de Glasgow, refleja este universo creativo. No es así en la reciente donación de obras al MAC de São Paulo, enclaustrada en el orden de marcos y vitrinas blancos. Falta pasar por Madrid y ver la propuesta curatorial de Manuel Segade en la galería García, por ahora, con un muy buen texto de introducción a Hudinilson Jr. contextualizado dentro de la cuestión de género.
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