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Composición de lugar, la segunda exposición de Elena Alonso en la galería Espacio Valverde, es una de esas muestras que uno espera con ansia. La primera fue hace ya dos años, aparecí ahí por casualidad, sin conocer a la artista ni su trabajo y las obras que encontré me sorprendieron y entusiasmaron. Esta vez acudí al evento con las mismas preguntas con las que empiezo la segunda temporada de una serie de la HBO que me ha dejado con ganas de más: ¿me seguirá intrigando, se repetirá o hará algo completamente distinto dejándose por el camino los aciertos de la primera parte?
La afluencia era máxima, evidentemente yo no era el único que había quedado fascinado por sus dibujos e instalaciones de engranajes salidos de extraños gimnasios. Pero en esta nueva exposición esas características maquinarias, que parecían funcionar con leyes de la física ajenas a este mundo, han desaparecido. La obra central de la exposición es un cartabón escayolado que se convierte en un hueso imposible. La tecnología se vuelve orgánica. Y lo que en la anterior exhibición eran numerosas instalaciones escultóricas, ahora es una delicada pieza de mobiliario en cuyo tablero de vidrio pintado, en medio de una maraña de objetos, líneas y manchas oscuras, aparece un gran círculo blanco como si se tratase de un pozo al que asomarse: un paréntesis en medio de una suerte de tabla periódica que nos sugiere las claves con las que entender el mundo que nos rodea, pero que al mismo tiempo nos proporciona una salida alternativa a todo ello.
Elena Alonso despliega estructuras y formas que nos resultan familiares, pero que no acabamos de reconocer. Composiciones de objetos con reminiscencias orgánicas que plantean puertas a otros planos. Sus obras son planas como también lo son los dibujos que forman los posos de café que surcan el fondo de una taza y que los iniciados pueden llegar a leer. La artista sondea concienzudamente las fronteras del dibujo abstracto a través de una una exploración innovadora que busca ampliar las posibilidades matéricas y conceptuales de un medio que en ocasiones es desoído en el ámbito del arte actual. Sus obras están compuestas, no en vano, por elementos primigenios esparcidos en composiciones cabalísticas que parecen responder a preguntas que todavía no hemos logrado formular.
Alonso nos reubica en un espacio-tiempo distinto, donde nos convertimos en una especie de chamanes que estudian atentos las composiciones de sus obras, que en esta segunda temporada nos remiten a un pasado, o quizá a un futuro en el que la sabiduría hiper-tecnológica ha fracasado. Elena Alonso ha transformado sus máquinas en restos, y a nosotros, los espectadores, en partícipes de su particular búsqueda.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)