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28 de julio de 2014. Aunque el discurso oficial insista en que hay una recuperación económica, la crisis iniciada en el 2008 ha venido para quedarse. La desregularización económica y sus consecuencias (inflación planetaria, crisis alimentaria y energética, amenaza de recesión, etc.) y esa máxima que aterroriza y paraliza a partes iguales, denominada “crisis de confianza en los mercados”, se han convertido en buenos argumentos para re-regularizar todo el sistema y, desde luego, no en favor de los derechos fundamentales y las causas justas.
Parece que ha llegado el momento de releer a Marx. Desde la filosofía, el arte, el teatro y el activismo político se vuelve a las ideas del filósofo y a su análisis crítico y minucioso del capitalismo y sus prácticas, para averiguar si es cierto que estamos viviendo los últimos coletazos del capitalismo, o se trata de un colapso previo al resurgimiento con más fuerza. Pero que no cunda el pánico, porque de lo que se trata también es de releerlo desde la contemporaneidad, desacralizarlo, comentarlo y también ironizarlo.
En el año 2010, Jason Barker dirigió el film Marx Reloaded, con un “reparto” en el que aparecen Norbert Bolz, Micha Brumlik, John Gray, Michael Hardt, Antonio Negri, Nina Power, Jacques Rancière, Peter Sloterdijk, Alberto Toscano y Slavoj Zizek. En este ágil documental aparecen entrevistas con partidarios de los análisis de Marx y también con escépticos, así como del propio Marx en versión animada intentando adentrarse en una suerte de “matrix” de sus propias ideas. “Take the blue pill and you will wake up in Cologne as the director of a provincial newspaper. Take the red pill and I will show you how the permanent revolution goes”, le dice Stalin a Marx, mientras le ofrece primero una píldora azul y a continuación una píldora roja.
Jason Barker no ha sido el único que se ha atrevido con Marx. El teórico norteamericano Howard Zinn lo ha hecho también con una obra de teatro, Marx en el Soho, en la que Marx vuelve a la vida, pero por una confusión burocrática, no aparece en el Soho de Londres, donde vivió su exilio, sino en el Soho de Nueva York, donde todavía en estado de shock quiere aclarar malentendidos y la manera en que sus ideas han sido interpretadas, en relación al comunismo, el capitalismo, el Marxismo y la Comuna de París. Nos movemos pues en el terreno del “¿qué pasaría sí….?” y con la necesidad de volver a las fuentes originales, a corregir lecturas e interpretaciones sospechosas.
Volver a las fuentes es lo que ha hecho, y de qué manera, Sylvain Creuzevault, tomando literalmente El capital de Karl Marx para transformarla en El capital y su mono de repetición, un espectáculo que durante dos horas y media no da un respiro y exige una gran agilidad mental para digerir todos los referentes y vueltas de tuerca. La obra, que se ha podido ver estos días en el contexto del Festival GREC, se sitúa en 1848, año de la revolución dentro de otra revolución, que daría lugar a la constitución durante unos días de la Comuna de París. Creuzevault reúne en el Club de los Amigos del Pueblo de París a Raspail, Blanqui, Engels y otros para discutir si tiene sentido asaltar la Asamblea de París. El autor aprovecha el momento para exponer los diferentes conceptos marxistas en un contexto de incertidumbres económicas, políticas y sociales que, bien mirado, no difiere tanto del actual. De hecho, ahí están también las similitudes con los interrogantes planteados por plataformas ciudadanas y nuevos partidos políticos aquí y ahora como Podemos o Guanyem.
Quince actores interpretan los distintos personajes y se preguntan en clave de comedia -aunque parezca mentira- la actualidad de nociones como salario, democracia o poder y no tienen reparos en crear imaginarias conversaciones entre Freud y Foucault, por poner un ejemplo. La comedia -como insiste su autor- a veces parece que se acerca a Shakespeare, otras veces a un mitin político; en ocasiones parece una pieza de Brecht y en otras, una conversación que tiene lugar en la barra de un bar. Por eso es tan contemporánea y por eso también Le Capital de Creuzevault es tan agotador. Quizás sólo con un trasfondo de humor negro es posible acercarse a cosas que son tan trascendentes, porque nos va la vida.
Humor negro y también pragmatismo desencantado, no falto de entusiasmo es lo que destilan las palabras de Slavoj Zizek en un momento de Marx Reloaded: “We are in deep shit and we know it”. Las palabras de Zizek no pueden ser más claras. Habrá que hacer algo al respecto.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)