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Artistas, comisarios y editores de la revista “Nolens Volens”, el colectivo Democracia aborda en su proyecto más reciente un tema que, fuera del ámbito artístico, estamos demasiado acostumbrados a presenciar como espectadores: la violencia como espectáculo.
Desde el año 1989, Iván López y Pablo España forman un equipo de trabajo que junto a Ramon Mateo se llamó El Perro hasta el año 2005 y desde el año 2006, responde al nombre de Democracia. Una de sus principales preocupaciones es “la progresiva escenificación de los ámbitos de convivencia; visible, no sólo en la importancia, cada vez mayor, de la imagen, sino también en la paulatina incorporación del simulacro a diversos campos de la vida cotidiana, tales como la política, la tecnología o la cultura” (http://www.democracia.com.es/about-us).
“Welfare State”, el nuevo proyecto que Democracia presenta en la Galería Salvador Díaz, toma como punto de partida El Salobral, un poblado de chabolas situado en la periferia de Madrid que fue demolido en marzo de 2007. En una videoinstalación de cuatro canales, titulada “Smashing the ghetto”, se presenta la demolición de este barrio. Aún partiendo de un hecho real y de una filmación parcialmente real, “Smashing de ghetto” está en las antípodas de un documental porque precisamente lo que hace es subrayar o enfatizar los aspectos más espectaculares del hecho que narra. En un vídeo de acción trepidante en cuatro pantallas sincronizadas y subrayada por música hip hop y heavy metal, se muestra la escenificación del derribo, que el espectador puede contemplar sentado en una grada. La estética de los seguidores deportivos, del tuning, de los tatuajes y de la cultura hip hop y heay metal son algunos de los elementos que contribuyen a la dibujar el retrato de una sociedad que necesita del espectáculo a cualquier precio.
Por ello, “Smashing the ghetto” no se centra en las consecuencias de la demolición, ni en la desaparición de una formas culturales determinadas (la población de El Salobral era básicamente gitana), ni en la reubicación de sus habitantes, sino que muestra la escenificación del derribo, recreándose en el espectáculo de la violencia y la destrucción que los espectadores convocados in situ celebran.
Democracia, estado de bienestar y sociedad de consumo constituyen los tres motores que mueven una sociedad cuyo objetivo último no es ya la solidaridad o el respeto a los derechos, sino el confort y en la que ya no podemos hablar de ciudadanos sino de consumidores. De manera que el objeto de consumo ya no son los productos sino lo que comunican dichos productos, ya sea un champú o un político. Y escribiendo estas líneas en plena campaña electoral, no resulta difícil fijarse en cómo todos los políticos (sin distinción de partidos) se convierten en caricaturas y se diferencian bien poco de la versión exagerada de ellos mismos que aparece en programas televisivos de humor político, como por ejemplo “Polònia” (http://www.tv3.cat/polonia/).
Ahora bien, si la exageración humorística es una estrategia de crítica, ¿puede ser la escenificación de la destrucción utilizada por Democracia una herramienta útil de crítica?
Con Debord y su sociedad del espectáculo o incluso un cierto distanciamiento brechtiano planeando sobre “Welfare State”, el conjunto de la propuesta no puede dejar de parecernos demasiado medido y calculado: un vídeo fascinante y envolvente y una serie de objetos (fácilmente coleccionables, por cierto) que cumplen perfectamente la estética que correspondería a un arte crítico y comprometido. Todo esto sin dejar de mencionar una declaración de principios que contextualiza los trabajos en el discurso adecuado. Afortunadamente, son ciertos toques de humor, un tanto gamberros, los que otorgan credibilidad a todo el conjunto y lo salvan de una excesivamente previsible puesta en escena.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)