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La manipulación tecnológica abre el campo de debate respecto a la percepción -y aún más- a la creación de realidad. La ‘naturaleza’ de las cosas se presenta en Eliasson no en el sentido de ‘escencia’ sino tanto más como una reflexión respecto a la percepción y a la tecnología de las cosas, a las subjetividades y maquinarias para producir realidad.
Desde el 20 de junio y hasta el 28 de septiembre se exhibe en la Fundación Joan Miró una de las dos partes que compondrán esta muestra del artista danés-islandés Olafur Eliasson, albergando piezas que van desde 1993 a la actualidad. Mientras que en la Fundación se han seleccionado principalmente instalaciones relacionadas con la exploración de la luz y el color, en el Centro Cultural Caixa Girona – Fontana d’Or a partir de 18 julio se mostrarán fotografías, fotograbados y obras de pequeño formato.
La exposición de Eliasson llega un año después de que el artista haya sido galardonado con el premio Joan Miró de Arte Contemporáneo en su primera edición. A finales de 2006 la Fundación Joan Miró y la Fundación Caixa Girona firmaron el acuerdo con el que se instituía una dotación de 70,000 euros para reconocer la trayectoria de un artista “dentro del espíritu de investigación, compromiso y libertad que caracterizó la vida y obra de Joan Miró”. Para dotar de prestigio a esta primera edición, se optó por un jurado que incluyera nombres de peso internacional (Vicente Todolí de la Tate Modern, Alfred Pacquement del Centre Georges Pompidou) y por un artista en progresión, con una fuerte presencia mediática gracias a renombrados proyectos (las recién inauguradas cataratas de Nueva York o The Weather Project en la Tate Modern).
Para ‘La naturaleza de las cosas’ se ha optado no por el trabajo más espectacular de Eliasson, sino por piezas de una belleza sencilla que en su mayoría resaltan el trabajo con la luz y el color (¿un rápido puente a Miró?). En ellas el artista juega con ilusiones ópticas que invitan al espectador a contemplar desde diversos ángulos modificando su percepción de la pieza. Como en museo de ciencia el visitante habrá de experimentar, jugar con las posiciones y develar el ‘lugar de mirada’: en Corner extension (1999) dos proyectores forman un trapezoide y un rectángulo en una esquina de la sala que mirados desde un punto específico crean una impresión de profundidad que aumenta las dimensiones de la sala. En The afterimage cinema (2008) se explora la coproducción del espectador a través de proyecciones de figuras geométricas que van cambiando de color, con ellas los visitantes van percibiendo (produciendo) imágenes remanentes a partir de los colores que se superponen. Llama la atención que se haya optado por omitir las fichas con los títulos de las piezas y en especial considerando el uso que Eliasson hace de ellos tanto en un sentido poético como en su llamado al espectador (Your space embracer (2004) y otros ejemplos no presentes en la exposición: Your strange certainty still kept, Your sun machine, Your compound view…)
En las piezas de Eliasson no hay truco escondido, por el contrario los proyectores (maquinaria de la ilusión) se encuentran en primer plano respecto al espectador: entre la proyección y el sujeto está siempre el artefacto que hace evidente el origen del artificio. No hay magia, hay una producción de realidad que hace estallar las divisiones entre lo real y lo representado, lo natural y lo producido. Esta exploración es una constante en su trayectoria artística, en el caso de esta exposición a través de la luz y en otras instalaciones de gran formato a partir de la creación de experiencias de la naturaleza (una suerte de géiser que es de hecho el sistema de calefacción del edificio, cataratas, el uso de hielo, niebla, musgo y otros elementos tan orgánicos como efímeros).
En diversas ocasiones se ha relacionado el trabajo Eliasson con los referentes teóricos de la fenomenología, específicamente en la voz de Merleau-Ponty. Dar al visitante la experiencia del observador-productor; ‘entrar y salir’ de la obra, ser la conciencia del objeto y del punto de la mirada, cobrar conciencia de nuestra subjetividad mirante, son reflexiones clave en la propuesta del artista. Al contemplar la interacción lumínica en las últimas piezas –Who is afraid (2004), Colour square sphere (2007), Power tower (2008)– recordamos lo que Eliasson mismo ha dicho en alguna entrevista, el interés de su obra radica ‘en el sujeto en relación con sus alrededores’ (‘surroundings’ y aquí es importante la connotación que permite el término en inglés, ‘estar rodeado’, acogido, inmerso y contenido en nuestra relación con el ambiente).
La pregunta sobre lo real y lo artificial, lo verdadero y el artificio, lo natural y lo creado, construido o provocado; han sido todos ellos objetos de debate no sólo en el arte sino en el amplísimo campo de las ciencias (tanto ‘duras’ como sociales) a lo largo del s. XX. El surgimiento de estos debates mantiene una relación directa con las posibilidades tecnológicas: en la medida en que hemos sido capaces de construir instrumentos y dispositivos de observación y producción de la realidad, hemos ‘descubierto’ (¿?) que la realidad cambia según las perspectivas de mirada. La manipulación tecnológica abre el campo de debate respecto a la percepción -y aún más- a la creación de realidad. La ‘naturaleza’ de las cosas se presenta en Eliasson no en el sentido de ‘escencia’ sino tanto más como una reflexión respecto a la percepción y a la tecnología de las cosas, a las subjetividades y maquinarias para producir realidad.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)