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Crisis y nervios políticos. Estemos en el lugar de la península que sea, todo apunta a posibles cambios. Y frente a los cambios (sean los que sean y lleguen cuando lleguen) existe todo un colectivo que empieza a ponerse nervioso. En lugares medios, sin brillo pero con el uso o el abuso del poder para decidir, empiezan a ver que sus días están contados. La peor estirpe de la clase política (si podemos hablar de clase), puestos de confianza de segunda clase que basan su identidad en la negación y el atropello, saben que -igual que llegaron- saldrán. Es lo que tiene la «confianza».
Es, también, el momento de estar atentos. De vigilar qué están haciendo y decirles que ya está bien de manosear con la cultura, que no estamos en su coto privado y que el sector se ha profesionalizado aunque ellos no se dieran cuenta. Además de sus trifulcas individuales tienen en sus manos buena parte del devenir de la cultura, aunque en el fondo a muchos de ellos esto de la cultura no les interese para nada.
En este número de A*DESK nos acercamos a 2 exposiciones y a un libro; a un artista referente en la crítica desde el sentido del humor, a una voluntad de marcar otros ritmos en la exposición, y a una mirada sobre el papel y responsabilidades desde el arte contemporáneo. O sea, Montse Badia escribe sobre John Baldessari en el Macba, David G. Torres sobre «L’Espai de l’intent» en Can Felipa, y Marti Manen sobre «The accident of art» de Sylvère Lotringer y Paul Virilio.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)