¿Celebrar?

Ya llevamos 50 números de a-desk. Varios workshops realizados en España y Latinoamérica y seguimos con las mismas ganas de abrir puertas para hablar, discutir, comentar y apuntar que el primer día. Como toda plataforma crítica que se precie, a-desk sigue definiéndose permanentemente, intentándose adaptar para no perder la conexión con el reino de lo real.

Pero lo que podría convertirse en una celebración de «viva viva, 50 números, qué bien todo y qué bonitos somos» no será. No será porque nadie puede estar por celebraciones. El mundo del arte vive en una crisis de ideas, las discusiones sobre los contenidos no acostumbran a ser visibles y las páginas para la crítica en los medios generales desaparecen a marchas forzadas. Cierta monotonía se adueña de la actualidad artística y pocas cosas generan emoción. El control se ejecuta y parece que nadie puede salir de lo establecido. ¿Somos «demasiado» profesionales? ¿Nos llenamos la boca de política pero no somos capaces de dar un paso más?

Preguntas y más preguntas que pueden conllevar el olvido de otra bastante grave: ¿Recordamos la última exposición que nos dejó positivamente pasmados?

En este número publicamos una revisión sobre los premios en arte a cargo de Elena Vozmediano, Claudio Iglesias se acerca a la bienal del Mercosur, Marcela Römer comenta la situación del mercado y lo que escapa de él, e Irene Pomar presenta la exposición de Kristof Kintera en Paris.

Venga, a trabajar. Todos.