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¿Cuántas flores se pueden contar en el camino?

Magazine

septiembre
Tema del Mes: Malestares TemporalesEditor/a Residente: Clara Laguillo & Núria Nia
objetos relacionados con el verano: silla, pala, arena, con carteles con porcentajes relacionados con actividades laborales

¿Cuántas flores se pueden contar en el camino?

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Harlan deseaba decir: Mujer, no existe la diversión en la Eternidad. ¡Trabajamos! Trabajamos para analizar todos los detalles del Tiempo desde el principio de la Eternidad hasta que la Tierra quede vacía de vida humana. Tratamos de agotar las infinitas posibilidades de ‘todo lo que pudo ser’, para escoger un ‘pudo ser’ mejor que la Realidad actual, y entonces decidimos en qué lugar del Tiempo cabe hacer un pequeño cambio para convertir el ‘es’ en el ‘pudo ser’ deseado. Y entonces tenemos un nuevo ‘es’ y nos ponemos a buscar otro ‘pudo ser’ y de nuevo repetimos el ciclo, siempre igual desde los tiempos en que Wikkor Mallansohn descubrió el Campo Temporal, allá en el 24o, de modo que fue posible empezar la Eternidad en el 27o (…)[1]Asimov, Isaac (trad. Fritz Sengespeck), El fin de la Eternidad (1955), Madrid: DeBolsillo, 2004, p. 55

Con este fragmento de El fin de la Eternidad ponemos punto y final a esta edición que quisimos titular “Malestares Temporales”, donde se han intentado abrir precisamente otros “pueden ser” en relación a los cronómetros que median nuestras vidas actuales.

Es sintomático que no sea necesario explicar qué entendemos por malestares temporales, pues todas las personas con quienes hemos compartido el material estas semanas se han apropiado de ese enunciado con su propia experiencia.

A través de las voces de Lauradedíaz, Enric Puig Punyet y el Instituto del Tiempo Suspendido, además de aportaciones de Blanca Callén que desde el inicio encendieron la llama de esta edición, estos Malestares Temporales han procurado colectivizar, de nuevo, una problemática antigua que se acentúa hoy con la mediación tecnológica y para la cual se deberían hallar soluciones reales: el tiempo humano no es equiparable al tiempo maquínico; el tiempo de la vida no puede coincidir con el tiempo laboral.

Y no se trata aquí de apelar al ludismo, como tampoco de pensar la mediación tecnológica de forma celebratoria. Se trata de observarnos en el mundo y pensar de qué modos podríamos subvertir determinadas condiciones establecidas, aún sabiéndonos en un sistema salvaje y fagocitador. Así, y en relación al tiempo, todas las aportaciones de este número son espacios de apertura experimental y quienes las proponen exploran vías de análisis y/o disidencia temporal con la finalidad de reconocer temporalidades individuales y colectivas otras. [2]La formulación remite a Foucault y a sus “espacios otros”, que siendo una construcción deliberadamente extraña también en francés, permiten entender que se hallan fuera de lo pre-establecido Un acto de generosidad para combatir, quizás, temores que ya supo anticipar Arendt:

El peligro de la futura automatización radica menos en la tan deplorada mecanización y artificialización de la vida natural, que en el hecho de que toda la productividad humana, a pesar de su artificialidad, quedara absorbida en un proceso de vida enormemente intensificado y siguiera de manera automática, sin dolor ni esfuerzo, su siempre repetido ciclo natural. El ritmo de las máquinas ampliaría e intensificaría grandemente el ritmo natural de la vida, pero no cambiaría, sino, que haría más mortal, el principal carácter de la vida con respecto al mundo, que es desgastar la «durabilidad»”.[3]Arendt, Hannah, La condición humana (1958), Buenos Aires: Paidós, 2009, p. 139

Nos preguntamos entonces: ¿No deberían ser los cuerpos trabajadores los que determinen cuándo y cuánto pueden trabajar o cuánto margen tienen antes de iniciar la jornada? ¿Cuántas flores se pueden contar por el camino? ¿Cuántas estelas de avioneta se marcan en el cielo, simplemente atendiendo ese espacio que implica también cierta casualidad?

Reivindicamos, pues, ocuparnos del tiempo, para liberarnos de una crononormatividad que otras supieron nombrar antes. Y como Harlan, el protagonista del clásico de Asimov, quien se dedicaba a trabajar para, en y con el tiempo, las aquí presentes estamos atrapadas también en su análisis y en la búsqueda de temporalidades que posibiliten vivir mejor. Porque pensar la experiencia del tiempo a menudo comporta ralentizar, y es, por tanto, una forma de detenerlo. Y quizás esa sea la primera verdadera soberanía temporal que logramos alcanzar.

 

REFERENCIAS

  • Arendt, Hannah, La condición humana (1958), Buenos Aires: Paidós, 2009
  • Asimov, Isaac, El fin de la Eternidad (1955), Madrid: DeBolsillo, 2004
  • Foucault, Michel, Des espaces autres. Héterotopies. Conferencia, 1967. Versión digital  [Consultada por última vez el 15 de septiembre de 2024]
  • Freeman, Elizabeth, Time Binds: Queer Temporalities, Queer Histories, Durham/Londres: Duke University Press, 2010.

 

[Imagen destacada: Unease Beach, Sofía Chaves Hernandez. Instalación, 2022 (creada para el Máster Data & Design – ELISAVA)]

References
1 Asimov, Isaac (trad. Fritz Sengespeck), El fin de la Eternidad (1955), Madrid: DeBolsillo, 2004, p. 55
2 La formulación remite a Foucault y a sus “espacios otros”, que siendo una construcción deliberadamente extraña también en francés, permiten entender que se hallan fuera de lo pre-establecido
3 Arendt, Hannah, La condición humana (1958), Buenos Aires: Paidós, 2009, p. 139
Tema del Mes

Clara Laguillo se considera trabajdora cultural. Su actividad engloba la gestión y coordinación de programas, así como la docencia universitaria, la investigación y,  siempre que puede, también la curaduría. Desde el año 2018 es Dra en Filosofía (UAB), y su ámbito de investigación es sobretodo una obsesión por la experiencia temporal contemporánea, que en la actualidad vira hacia los malestares temporales y las formas de resistencia que emergen sobretodo en contextos artísticos y experimentales.
Interesada en la práctica de la curaduría, ha participado en procesos de creación, mediación, documentación, catalogación, y montaje de exposiciones.
Entre sus prioridades profesionales se cuenta la atención a los cuidados interpersonales.

Núria Nia es camaleón en el entorno de la cultura y del arte. Docente, investigadora, artista pluridisciplinar, productora y realizadora audiovisual, gestora de proyectos y en definitiva multitasker profesional, es curiosa en todo con vocación pulpar para poder contar con 8 manos operando a la vez y para saber escabullirse bajo nieblas de tinta que la llevan a nuevos posibles. Mediante la investigación artística, Núria trabaja la relación y el espacio entre lo físico y lo digital, entre lo conectado y lo desconectado de Internet, entre la memoria colectiva y el archivo compartido en la red, entre un pasado de cables y satélites y el fantasma del colapso conquistando el imaginario de un futuro posible. www.nuriania.com (Foto: Arnau Rovira Vidal)

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"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)