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El Centro Cultural Pelaires de Palma de Mallorca abrió programación en la Nit de L’Art con dos exposiciones que apuestan claramente por la crítica y reflexión de aquellas grietas sistémicas que nos vienen caracterizando como sociedad capitalista. Ambos proyectos, del comisario Fernando Gómez de la Cuesta, son el resultado de una serie de investigaciones en torno a las paradojas que subyacen en el seno de las mal llamadas sociedades democráticas.
No exento de ironía, el proyecto toma visibilidad desde la consciencia de ser partícipe de ese entramado de mentiras, paradojas y falacias universales, en palabras del comisario: Una reflexión crítica del primer mundo realizada desde el primer mundo.
La primera exposición, High Society, acoge el trabajo de diez artistas y/o colectivos españoles que coinciden en haberse situado en una línea creativa que va, necesariamente, directa a la grieta: las dos plantas del Centro Cultural Pelaires, ocupadas por obras de Democracia, Raúl Díaz Reyes, Cyro García, Carles Gispert, Kaoru Katayama, Santiago Morilla, Albert Pinya, PSJM y Avelino Sala y Todo por la Praxis, cada una de ellas permite situar el interrogante en el presente y, ya no es cuestión de apertura, sino más bien, desguace de muchas de las paradojas y contradicciones de las que se alimenta nuestra sociedad. Cada una de las piezas se sitúa en el umbral para presentar las ambivalencias de la aniquilación social. Adentrarse en la exposición te permite, ineludiblemente, pensar en buena parte de todo aquello que hoy nos define.
Desde posturas más poéticas ancladas en una reflexión sobre el sujeto y sobre su aislamiento, como la obra de Kaoru Katayama o Avelino Sala, pasando por el mural realizado en la azotea por Santiago Morilla o las piezas de Cyro García, PSJM, Todo por la Praxis o Democracia que apelan de nuevo a la controversia de la economía a partir de su objeto de cambio, es decir, el dinero y sus usos.
De hecho, la exposición, en tanto que colectiva, está muy bien planteada y desarrollada. Algunas de las piezas, ya presentadas en ocasiones anteriores en motivo de proyectos distintos, se alimentan unas a otras y permiten llevar a cabo una especie de paseo engendrado en el espíritu crítico. Una debate que mantienen abierto las propias obras mediante su estar en el espacio, confrontándose unas a otras y ampliando las posibilidades de llevar a cabo una lectura crítica. Y, en otra suerte de discurso, aquel que va dirigido al público, apela directamente al espectador. Confrontándolo, necesariamente, con sus propias acciones, aquellas que vienen a definir su cotidianidad y los principios que lo definen a modo de estandarte.
La segunda exposición lleva por nombre Sex, Lies & Photos. Como bien apunta Gómez de la Cuesta, desde el origen de los tiempos el sexo nos acompaña, es decir, casi todo es sexo. A través de las obras de Carlos Aires, Xisco Bonnín, Germán Gómez, Antoni Socias y Marcelo Viquez, se lleva a cabo una investigación que no sólo cuestiona a la relación entre sexo e imagen, sino que partiendo de algunas de las tesis freudianas, replantea el debate asumiendo dicha ecuación a modo de obsesión. El hilo del discurso se dirige hacia la falacia y la mentira, desembocando en una especie de metafísica de la carne engendrada en lo falso e incierto.
Aunque las piezas que conforman la exposición responden bien a las tesis planteadas, cierto es, puesto que hablamos de sexo, que la mujer bastante tiene que decir al respecto. Un discurso que no sólo se echa en falta en la muestra sino que es necesario. Es en este sentido esta segunda exposición requiere de cierta mirada femenina para ahondar en la cuestión pues, aunque como decimos, con altas dosis de ironía, los trabajos permiten reflexionar al respecto, cierto es también, que queda más que latente la mirada exclusivamente masculina.
Cabe decir, en base a una lectura conjunta de ambas exposiciones, que puesto que se cuestiona al capitalismo y a sus ineludibles consecuencias, la proposición inicial queda plenamente declarada al ejercerse un rol no sólo desde la dictadura capitalista sino desde el seno de las sociedades patriarcales. Es pues, un modo de denunciar algunas de las desigualdades que aún hoy nos caracterizan, en el primer y tercer mundo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)