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El MNCARS presenta una exposicion del artista croata David Maljkovic, uno de los artistas más relevantes de su generación. Frente a este tipo de muestras, que presentan por primera ver a un artista en un contexto y en grandes instituciones, siempre queda la duda de hasta que punto es representativa de su producción y de si se han limitado posibles futuras presentaciones.
Que el artista croata David Maljkovic es uno de los artistas más relevantes de su generación está fuera de toda duda. Al contrario que algunos artistas que trabajan en su mismo campo de acción, la obra del croata trasciende registros y es capaz de suscitar el interés en ámbitos diferentes. Pongamos un ejemplo. No hace mucho, el MNCARS mostró una exposición del trabajo del lituano Deimantas Narkevicius, un artista que, dicho de un modo general, lleva ya años desgranando, entre otras cuestiones, la transición desde el comunismo al capitalismo desde el documento audiovisual. Se vio que el suyo era un trabajo bien cimentado en las inmensas posibilidades narrativas de su medio pero, por lo demás, hermético y limitado en su potencial embaucador. Más joven que el lituano, David Maljkovic, que nació en la hoy croata Rijeka en 1973, ha venido tratando contenidos que no son lejanos en su naturaleza conceptual pero que se desarrollan desde un claro deseo de trascender lenguajes y códigos, de otorgar a su discurso la posibilidad de desdoblarse ante el espectador, de abrir nuevas opciones semánticas desde una mayor variedad de registros.
Las esculturas, fotografías, dibujos, collages, vídeos e instalaciones de David Maljkovic remiten al contexto histórico-artístico en la ex Yugoslavia de diferentes momentos del siglo XX. Una de sus piezas más conocidas, Scenes for a New Heritage, que situó al artista en el primer plano de la actualidad artística, guarda no pocas analogías con la que hoy se puede ver en el Museo Reina Sofía, Out of Projection. En ambos trabajos, Maljkovic se apoya a la ciencia-ficción, motivo recurrente en su producción, para acercarse al futuro desde diferentes prismas. Si en Scenes… situaba la acción en el monumento a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial de Petrova Gora un siglo después de su fin, esto es, en 2045, en Out of Projection se sitúa en un pasado ficticio desde el que se vislumbra la posibilidad del futuro. La distancia temporal es en Maljkovic una herramienta para arrancar al sujeto del curso de la historia pues la relación de aquél con éste se intuye, cuando menos, problemática, proclive a generar un extrañamiento turbador. La relación de los personajes con su entorno es antinatural y decididamente abrupta. Propone el artista relaciones enigmáticas entre el sujeto y el contexto que lo rodea como metáfora del escaso apego a la historia y del rol menor que interpreta la memoria en las sociedades contemporáneas. El monumento de Petrova Gora es un lugar anclado en un tiempo lánguido y, pese a su presencia incontestable, parece no existir para la gente que ahí se encuentra, que deambula abstraída e indiferente en torno a él. También en Out of Projection hay un vagar absorto entre el documento ficticio, aderezado por el blanco y negro, y las expectativas de futuro. Sus protagonistas rara vez hablan entre sí, comparten escenario con prototipos de automóvil fabricados en la planta central de la Peugeot en la ciudad francesa de Socheaux, un emplazamiento que se encuentra rodeado de frondosos bosques para evitar la posibilidad de ser espiados… Pero también para abstraerse del espacio y del tiempo.
Parecemos revivir los años de la guerra fría, momentos en que encallaban las ambiciones de la modernidad. Maljkovic está autorizado para hablar de utopías y fracasos, de contradicciones y de sinsentidos. Proviene de la tierra de Tito, figura central en la historia de Yugoslavia del siglo pasado, que buscó incansablemente fórmulas para una vida mejor entre los pueblos europeos pero que, al mismo tiempo, dejó tras de sí un turbio reguero de dudas en torno a sus métodos; fue adolescente en Croacia, cuando, a principios de los noventa, el siniestro Milosevic, con la ambición de construir la gran nación serbia, enlodó su tierra con la sangre de sus compatriotas. La deriva de Yugoslavia es especialmente ilustradora de los procesos de transición política de muchos pueblos europeos de la segunda mitad del siglo pasado. Muchos pasan, varados en el desconcierto, del comunismo al capitalismo. También Yugoslavia que, además, se descompone penosamente en pedazos.
En el montaje de Out of Projection diseñado por el MNCARS, en el Espacio Uno de la planta baja de Sabatini, se han dispuesto dos pantallas. En la grande se muestra la acción principal y en la pequeña, a una distancia excesiva, un personaje, que se adivina instrumental en la trama pues también aparece en la pantalla grande, responde a preguntas en lo que parece, sin duda, la revelación de un testimonio. Así, la noción de documento se adivina pero al mismo tiempo se niega al haberle sido suprimida su voz. La introducción de un documento en la ficción misma de la trama hace que las relaciones entre uno y otra no acaben de fluir con naturalidad. Todo resulta algo forzado y se impone en el espectador la sensación de no estar asistiendo al mejor Maljkovic. Y es una pena pues el Reina quema así al croata al menos durante un tiempo, un artista que, sobre el papel, parecería uno de los más capacitados para contar la historia que la institución madrileña quiere contar. Quedan, pues, para futuras ocasiones, los excelentes montajes que plantea el artista con sus videoinstalaciones en soportes precarios que quieren erigirse en surrogates de motivos formalistas y sus no menos sugerentes collages, en los que se dan la mano la dialéctica de lo moderno y de lo que se supone por venir.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)