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“Escolta’m” de Miquel García y “Escultura en moviment” de Joan Saló son los dos proyectos deslocalizados que la Sala d’Art Jove ha realizado durante esta temporada. Ahora, dichas propuestas se adaptan a la sala de exposiciones convencional e intentan comprimir bajo apariencia expositiva meses y meses de trabajo.
“El contexto hace la obra pero, ¿la obra hace el contexto?”. Con esta frase Jorge Luis Marzo – tutor de los dos proyectos deslocalizados – abre el texto de presentación de los trabajos de Joan Saló y Miquel García. Una frase sencilla, un juego de palabras, una duda inicial que se convierte en el principal motor de actuación de las propuestas de los dos artistas. De entrada, dos planteamientos fieles al concepto “deslocalizado” (presente en la convocatoria de la sala en sus tres últimas ediciones), que plantean una serie de alteraciones y cambios significativos: una temporalidad larga, un proceso de investigación e incidencia real en un contexto específico, una evolución en presente que prescinde de finalidad expositiva y, al fin y al cabo, una intensidad de trabajo voluntariamente alejada de la sala.
Por este motivo, la interrogación de Marzo es muy pertinente para abordar ambos proyectos ya que, pese a su identidad flexible, dicha iniciativa se cierra con una muestra expositiva que intenta reflejar – sin traicionarlo – todo aquello acontecido. Un final, seguramente necesario – tanto para la institución como para los propios artistas – pero que resulta cuanto menos problemático y contradictorio. En este caso la potencia del trabajo no reside ya en la exposición, sino en un momento previo al que no se tiene acceso. Y pese a tomar conciencia de ello, la sala sólo puede ofrecer al público un ejercicio de representación póstuma – como apunte, síntesis o archivo – de las intenciones y actuaciones que han articulado “Escolta’m” i “Escultura en moviment”.
Si analizamos los dos proyectos, vemos que ambos se ciñen perfectamente al ejercicio de deslocalización que propone la convocatoria. Miquel García plantea un proyecto de largo recorrido, iniciado hace un año en el GRAC (parafestival de intervenciones en el espacio público celebrado en Gracia) y desarrollado conjuntamente con ACAPPS (Associació Catalana per a la Promoció de Persones Sordes). Una propuesta multidisciplinar de carácter relacional que entiende la práctica artística como un dispositivo de reflexión y sensibilización (concepto clave para García) sobre la problemática de las personas sordas en una sociedad oyente. Por otro lado, Joan Saló se centra en la exploración del conjunto de esculturas que en 1974 se construyeron en la autopista AP-7. Un análisis crítico de un momento y un lugar determinados que, bajo el formato próximo y pedagógico de la “visita guiada”, esboza su historia, su confrontación con el presente y, quizás lo más importante, los intereses de Saló en relación a la escultura pública y su funcionalidad hoy.
Aparentemente, dos proyectos distintos – el primero incide en un grupo social determinado, el segundo en un lugar geográfico – que comparten una actitud común: un trabajo en el espacio público liberado del peso de la exposición (aunque sea mentira) y adaptado así a nuevos ritmos y formalizaciones. Una manera de enfrentarse al hecho artístico fuera de sus límites habituales para confrontarlo a un terreno mucho más real e indefinido: el del propio entorno – ya sea físico, político, social… – que nos rodea.
Durante más de un año de trabajo, “Escolta’m” ha generado multitud de formatos y mensajes de carácter publicitario – camisetas, pósters, pegatinas, video, textos, programas de radio, murales en la calle, etc… – realizados en estrecha colaboración con personas sordas. Un intento de construcción de colectividad desde otros parámetros no establecidos con el objetivo de reducir las distancias existentes entre la gente sorda y la oyente. Un sistema de intervención social que, desde el arte, permite ensayar aproximaciones y experiencias que quizás de otro modo no se dan con facilidad.
Por su parte, Joan Saló también ha estado más de un año investigando sobre el peculiar conjunto escultórico de la AP-7. Unas esculturas que probablemente forman parte del imaginario colectivo de más de uno por la simple condición de usuario de la autopista pero que nunca hemos llegado a entender realmente. Esta idea parece ser el punto de origen de Saló, el embrión que le lleva a profundizar sobre todos aquellos entresijos que conforman el conjunto. Su nacimiento a mediados de los setenta como símbolo del resurgimiento económico de España, su esquema de concurso público, su funcionalidad conmemorativa, y su reinterpretación del monumento y de la escultura pública. En definitiva, una información extensa y rica que el artista decide, quizás como respuesta al usuario perplejo de la autopista del que hablábamos, sintetizar y ordenar en una visita guiada en autocar – en plan “salida dominguera”, como él mismo apunta – por la autopista para conocer de primera mano el proyecto.
Vemos por lo tanto que el peso conceptual y discursivo de “Escolta’m” no recae en el display que actualmente ocupa la Sala d’Art Jove, sino en el trabajo continuado llevado a cabo entre el artista y ACCAPS, algo que ha dado lugar a diferentes estrategias de relación, comunicación y contacto entre la asociación y el público oyente. De igual modo, la importancia de “Escultures en moviment” no se encuentra en el hecho expositivo final, sino en la investigación de Saló y, sobretodo, en su formato de presentación efímero: la visita guiada; un recorrido que tuvo lugar el día 6 de octubre y que permitió una valoración en presente – y en grupo – de dicho patrimonio escultórico. Un itinerario lúdico que aportaba una mirada renovada sobre la escultura monumental en un espacio como la autopista (más no-lugar que lugar en si), con explicaciones desde el autocar, paradas estratégicas que favorecían el diálogo e incluso un picnic final. Algo que, ciertamente, no es posible trasladar a la sala de exposiciones.
Ahora bien, pese a que los dos proyectos hayan priorizado lo procesual y lo efímero como herramientas de trabajo, es cierto que para muchos de los usuarios interesados, la presentación en sala va a ser el principal dispositivo de conocimiento y contacto que van tener sobre los mismos, y quizás por esto ambas formalizaciones resultan efectivas, cuidadas y bien resueltas. “Escolta’m” recopila gran parte de los formatos utilizados durante el proceso, desde pósters a un gran mural en la pared (displays de herencia publicitaria que incitan a la sensibilización popular de una determinada situación: la incapacidad de oír), pasando por los archivos de audio de las intervenciones radiofónicas realizadas por personas sordas que tuvieron lugar en colaboración con Radio 4. “Escultura en moviment” ofrece un completo espacio de documentación (con carpetas que recuperan paso a paso el estudio de Saló) e invitan a una consulta pautada (aunque más hipertextual que lineal) de toda la información generada. Además, el sencillo display en sala incorpora un video que muestra la visita guiada, pero sin audio. Quizás un pequeño guiño irónico (o acto de honestidad) que deliberadamente prescinde de mostrar los contenidos reales de la visita.
Es difícil concluir si este tipo de formalizaciones convencionales en propuestas como éstas son necesarias y útiles. De forma intuitiva, tendrían que existir otros formatos más fieles a sus intenciones iniciales. Un modo más preciso de responder al interrogante inicial de Jorge Luis Marzo, pero es evidente que no existe una respuesta clara y definitiva. La Sala d’Art Jove parece encajar bien la controversia y ofrece a su vez un despliegue de posibilidades de cierre más amplio. Posibilidades que incorporan la propia exposición, el folleto de difusión (con un interesante juego de entrevistas cruzadas entre los artistas) y unas mesas de debate que se celebrarán el próximo jueves 13 de diciembre en el CASM. Una serie de actividades que, analizadas en conjunto, consigue finalizar los proyectos deslocalizados a un nivel de discusión y reflexión alto. Y de eso se trata.
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