Flow. O Juan Obando, Museum Mixtape (Dirty South Edition)

Fórmese en un campo artístico no hegemónico. Acuda a sus ritos de socialización. Acostúmbrese a ellos. Cambie de país. Busque lo mismo allá. Extráñelo. Dese cuenta que allí también -como donde usted vivía-, la infraestructura del arte contemporáneo permanece vacía: edificios enormes y hermosos, como carros carísimos. Note que la clase creativa del país anfitrión está obsesionada por distinguir entre Highbrow y Lowbrow. Compruebe que el mapa cultural de ese contexto está marcado por tres hubs y un vacío del tamaño de un continente. Nada más. En serio. Usted habita una región con un bajo sex-appeal intelectual y donde -como donde usted vivía- el racismo bilateral soft es bien visto.

Como usted llegó de un país donde el Hip Hop es un fenómeno corporativo, se interesa por la cantidad de gente trabajando alrededor de esa música y por todo lo que ellos hacen. Conciertos, cassettes –sí, cassettes-, camisetas, pistas, vídeos, tuneo de autos, enseres, y joyas. Entiende que esas personas ven todo con mentalidad administrativa. Intercambio de servicios = inteligencia comercial + darle a la audiencia lo que espera. Los medios de información constatan el fenómeno. Otro Nuevo espíritu del capitalismo.

Pero usted no olvida que proviene de las artes visuales (y que el dúo Abramovic/Z no existe), entonces hace el link: ¿un museo de arte contemporáneo no es la mansión perfecta para un video de Hip-Hop? Vuelve a pensarlo y sí: paredes grandes, blancas, limpias, depósitos que podrían recibir varias limosinas, sin piscina pero con contenido (casi) tan esterilizado, sin gente. No ve allí el vaso medio-vacío, sino medio-lleno.

Juan Obando es un arquitecto y diseñador colombiano que vive en Carolina del Norte, enseña en universidad y conoce algo del contexto cultural de la región. Con base en esto último decide estudiar la mutua exclusión que hay entre espacios culturales altamente subsidiados y gestiones culturales verdaderamente dinámicas. Organiza una gira donde contacta hoppers locales a lo largo de la Costa Sureste de los Estados Unidos, para que canten al interior de museos de arte contemporáneo sobre lo que les dé la gana. La intención no es maquillar la brecha cultural -como en cualquier spot pagado por Mesa Directiva de Museo dominada por miembros blancos (o blanqueados), donde marginales de cualquier color repiten “visita-los-museos”- sino interpretar contenido visual en público.

Los primeros vídeos parecen la versión beta de una serie mayor de grabaciones en espacios institucionales, donde el artista hace gala de una sofisticada filosofía Site-Specific, que mezcla crítica y música en partes iguales. Canciones más en la tónica del comediante bien informado que del artista contemporáneo pseudo-político. Apuntes sobre el programa iconográfico de las obras, sus incoherencias formales, sus dimensiones, la grandilocuencia de sus marcos, la patente pretensión de sus autores. Improvisación con carácter más que erudición recitada. El proyecto se lanzará durante la primera mitad de 2014. ¡Museos para todos!