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Otro año más, los meses de verano están copados por eventos artísticos repartidos por la geografía europea y, en A*Desk, hemos decidido dedicar el mes de julio a repasar los más significativos. En 2018 coinciden las bienales de Berlín, la itinerante Manifesta (esta vez en Palermo) y la de arquitectura en Venecia con otros eventos de carácter periódico como la Trienal Báltica, con una treceava edición que se reparte por primera vez en las tres capitales de la región. Críticos de arte, comisarios de exposición, galeristas y artistas dedican sus vacaciones a visitar estos eventos, diluyendo, aún más si se puede, la frontera entre tiempo libre y trabajo que caracteriza el empleo artístico.
María Muñoz se ha desplazado a Palermo para ofrecernos una panorámica de la doceava edición de la bienal europea itinerante, que este año gira alrededor del paisaje, de la naturaleza y de la idea del jardín. También tratan asuntos medioambientales, desde el ángulo del cambio y de la relación entre los humanos y la Tierra, la bienal de Riga RIBOCA y la Baltic Triennial, eventos de los que nos hace un informe Àngels Miralda. Sonia Fernández Pan y Carolina Jiménez paseaban juntas por una décima Bienal de Berlín pensada desde el rechazo de lo heroico y del academicismo paternalista de este tipo de eventos cuando éstos pretenden tratar temas de poscolonialismo y subalternidad. Por último, la bienal de arquitectura de Venecia, dentro de su organización en pabellones nacionales, aborda estas cuestiones desde la idea de “deseo” y cada país, como presenta Alberto Ortega, aprehende y reacciona a su manera.
De alguna manera, y siguiendo la tónica de la última documenta, se avista un giro dentro del mundo del arte, pero un giro ¿hacia dónde? Parece que alejándose de la idea de estrellato y de glamour, del arte por el arte, atendiendo a cuestiones políticas y medioambientales urgentes, proponiendo otros ritmos y otras maneras de hacer y de ver, incluso poniendo en cuestión la idea de “centro”. El mundo internacional del arte, a través de mega-eventos, aparece como un espacio sin fronteras en el que todos pueden tener cabida. Un mundo globalizado que, sobre el papel, es abierto e inclusivo -al menos desde el punto de vista geográfico. Pero sabemos también, como comentaban Juanjo Santos, María Virginia Jaua y Gerardo Mosquera, que la nacionalidad sigue contando y que muchos de estos eventos persiguen lo local, lo site-specific y lo autóctono como reacción a la homogeneización producida por la globalización o como búsqueda, justamente, de distinción. Valga este panorama como notas para una reflexión veraniega.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)