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El pasado mes de diciembre, la investigadora y gestora cultural Tere Badia (México DF, 1964) era nombrada nueva directora del centro de producción de artes visuales Hangar, en sustitución de Pedro Soler. Pocos días después de asumir su nuevo cargo, en la siguiente entrevista Badia despliega las claves de su programa para el próximo cuatrienio del centro y ofrece algunos elementos de entrada a su aproximación a las políticas de i+d en materia cultural.
Aimar Arriola: Antes de nada, enhorabuena por tu nombramiento. En su nota de prensa, se informaba que tu programa plantea reestructurar los actuales servicios de Hangar en base a “las tres fases de la producción artística”: la preproducción, la producción y la postproducción. ¿Qué aspectos de la actividad del centro abarca cada una de estas fases? Es especialmente interesante como defines el ámbito de la postproducción, como “un acompañamiento de los proyectos realizados”. ¿En qué términos se materializará ese “acompañamiento”?
Tere Badia: Desde la perspectiva de entender que la producción se extiende desde la fase preparatoria – la investigación-, se desarrolla en una obra, una idea, un proceso, o un prototipo, y suele abrir varios caminos posibles y, en consecuencia, diversos resultados, los servicios que ahora ofrece Hangar requerirán algún reajuste pero, sobre todo, pueden ser ampliados. Esta adecuación se encaminará hacia diversas direcciones: por un lado, abriendo el centro a otros agentes que trabajan en la investigación y en la producción de conocimiento –mediadores, críticos, teóricos de otras áreas de conocimiento…-, aún manteniendo una atención específica a los artistas visuales en cualquiera de sus etapas de profesionalización; por el otro, considerando prioritario el fomento de la transferencia de conocimientos surgidos tanto de las actividades en y alrededor del centro, como de las producciones acogidas en él; y, por último, trabajando dentro de los parámetros que definen el concepto de co-laboratorio como un centro de investigación y producción que también pueda entenderse ‘sin paredes’ y distribuido de manera que permita el trabajo conjunto de diversos actores del sector y de otros sectores en un mismo proyecto.
Esta forma nodal de interpretar tanto los proyectos como los agentes implicados, creo que es aplicable a las fases de investigación, de producción y de postproducción. Para que el organigrama y la gestión de Hangar responda a esta percepción matricial, y con el objetivo de involucrar a todas las personas y actividad acogidas en el espacio, el potencial del proyecto se va a derivar tanto de su equipo técnico, como de la misma comisión de programas, de los artistas en residencia, de otros perfiles profesionales ligados a la producción de conocimiento en el entorno artístico, y de los proyectos residentes.
Con el tiempo abrá que ir desarrollando las herramientas para implementar este proyecto pero, especificando ya algunas, el proyecto plantea por ejemplo, que la comisión de programas esté conformada según una perspectiva que vaya más allá del sector estrictamente artístico, como una forma de ampliar la mirada sobre la relevancia de la investigación y la producción artística, investigar su impacto en otros ámbitos. También trataremos de anclar proyectos conjuntos con otros sectores, o con otros proyectos similares que se estén desarrollando en otros centros nacionales o internacionales. Otra de las líneas importantes será intentar mejorar la comunicación de los proyectos acogidos, compartiendo canales y redes.
Por otro lado, no hay que olvidar que uno de los aspectos importantes a la hora de materializar las implementación del proyecto va a ser la mayor implicación de la Fundación AAVC en la articulación de estas estrategias.
AA: Si uno revisa el encargo profesional de la AAVC para la nueva etapa de Hangar, se percata de que muchos de sus aspectos y objetivos tienen que ver, sin estar necesariamente explicitado así, con la función “biopolítica” del centro. Es decir con la responsabilidad que tiene Hangar en los procesos de transformación tanto del barrio del Poblenou como de la ciudad, y su centralidad en los diferentes planes de regeneración urbana puestos en marcha por las instituciones («Fàbriques de la Creació», el 22@Bcn, etc.). ¿De qué maneras abordarás esa capacidad inherente a Hangar de intervenir en la vida, la economía y la fisionomía del contexto en el que opera?
TB: Hangar no puede ser un espacio cerrado al contexto en el que se sitúa y, a mi modo de ver, esto se ha trabajado muy bien en la etapa anterior. También se ha hablado mucho de este tema en la red de espacios de producción de artes visuales de Cataluña –xarxaprod- en cuyo documento de buenas prácticas se específica la importancia de definir y tener en cuenta el entorno dónde se trabaja, ya que hay una conciencia muy clara de la función pública de este tipo de centros. Hay que generar masa crítica en el entorno social, cultural y económico en donde estamos, cuidando las relaciones con las plataformas cívicas, vecinos, las iniciativas de colectivos artísticos y culturales, y con el entorno educativo e incluso empresarial.
Por otro lado, los espacios de producción como Hangar tienen una responsabilidad tanto en lo que refiere a la detección de prácticas culturales que puedan precisar de sus servicios o de sus infraestructuras, como en la generación de una oferta de servicios interesante que pueda responder a este entorno.
De todas formas, la centralidad de Hangar y de otros proyectos ‘artísticos’ existentes en el Poble Nou como la Escocesa o el Niu en el diseño del nuevo espacio urbano aún está por establecer. La importancia de la producción cultural tiene que ser evidente no tan solo para las instituciones propiamente culturales sino también para otro tipo de entidades que deberían dejar de ver a la cultura como una simple herramienta de gentrificación o de prestigio. Por ello es tan importante resituar a la investigación y a la producción cultural en planes reales de i+d.
AA: La principal “patata caliente” que heredas de la anterior etapa del centro es el caso Can Ricart, que ha situado a Hangar en el centro de un verdadero campo de batalla donde intervienen una multiplicidad de fuerzas. ¿Cuál es tu valoración de la gestión del conflicto realizado hasta la fecha y cuál tu posición como próxima directora?
TB: Leo el conflicto de Can Ricart como un ejemplo extremo de las políticas urbanísticas de ciudades que, como Barcelona, han elegido los procesos de gentrificación como estrategia de desarrollo y de cambio en la imagen y funcionalidad de la ciudad. Lo peculiar de este caso es que, situándose en un distrito en donde el leitmotiv de este proceso ha sido la atracción de talento y de creatividad como motor de innovación, esta gentrificación se ha producido desde la dificultad de articular una política capaz de, primero, manejar el talento de artistas y de otros productores culturales que eran muy activos en este territorio; y segundo, que se ha llevado a cabo a costa de que los ciudadanos y las comunidades hayan visto cuestionados algunos de sus valores sociales y culturales claves, como la solidaridad o la identidad…, provocando un proceso de desintegración. La secuelas inmediatas fueron el conflicto comunitario, los desplazamientos sociales, la pérdida de viviendas accesibles y, claro, de espacios culturales que actuaban como catalizadores de prácticas creativas no adscritas a los recorridos habituales.
Y esto, además, ha ocurrido mientras se recurría a conceptos como creatividad, manejo de la complejidad…, -es decir, a aquellas características que son propias de los perfiles artísticos-, se definen como motor y modelo de la estrategia común para el crecimiento económico y el desarrollo social y cultural del espacio europeo. Parece que se ha descubierto la utilidad de las clases creativas en el nuevo modelo económico, y que se está poniendo en valor aquellas características más convenientes del sector cultural como la flexibilidad, el entusiasmo, o la capacidad de supervivencia en precario. Pero habría que preguntarse si todo ello es indisociable de su capacidad crítica o reflexiva, o su constante cuestionamiento de normas establecidas o sus otras maneras de entender y de actuar en el mundo. A mi modo de entender, en todo discurso o planificación sobre la atracción de talento o sobre la innovación no hay que perder de vista que es precisamente en ese viraje crítico que proporcionan los contextos más complejos y menos uniformes en donde puede residir un modelo de innovación.
Es por todo ello que creo que debemos revisar nuestro papel de productores culturales en ese entorno social y discursivo. Hay que plantearse por un lado, cuál es el valor de los sectores sociales implicados (económico, industrial, público, pero también el cultural y el específicamente artístico), y por el otro, cuáles son las intersecciones y los conflictos que se dan entre ellos. Desde un centro de producción como Hangar deberiamos de ser capaces de trabajar en la dirección de crear contextos posibles para esta reflexión y para esta relación, abriendo un espacio intermedio entre sectores que permitan el experimento, siempre desde la reclamación y el reconocimiento de todas las partes como interlocutores de pleno derecho, y considerando siempre el riesgo de fracasar o de tener éxito.
AA: En relación a la anterior cuestión, el período de Hangar que dirigirás estará supeditado a las obras de ampliación y rehabilitación (que coincidirán en el tiempo con el resto de las iniciativas ubicadas en el recinto de Can Ricart). De hecho, conoces muy bien los planes puesto que en 2008 coordinaste el Plan Funcional que utilizaron los arquitectos (Yaiza Terre y Arantxa Manrique) para la reforma de los módulos de Hangar en Can Ricart. ¿Cómo afectarán las obras a la operativa del centro?
TB: En principio, las obras de Hangar están planeadas en dos fases: la primera, que es la que implica las dos naves adyacentes y a la pequeña residencia, se iniciaran previsiblemente en marzo. Esta fase, que se espera coincida con el inicio de las obras de la Casa de les Llengües, no debería afectar al funcionamiento de Hangar más allá de las molestias provocadas por las máquinas y el removido de tierras. Aún así, y en previsión de que realmente sea muy complicado mantener las actividades en pleno campo de batalla de las obras de ampliación, ya hay conversaciones bastante firmes con el distrito para posibilitar el traslado temporal de parte de los servicios de Hangar a alguna de las dos plantas aún desocupadas de Can Saladrigas. Para la segunda fase, que supone la rehabilitación del actual Hangar, seguro que vamos a necesitar espacios para alojar los talleres de los artistas, por lo que habrá que acelerar al máximo el inicio de estas obras para que coincidan con el período que el distrito propone en la cesión temporal del espacio de Can Saladrigas, hasta mediados de 2012.
AA: Fuiste responsable de la redacción del Pla Integral de R+D+i a les Arts Visuals, Catalunya Laboratori, por encargo de AAVC. A grandes rasgos, ¿en qué consiste el plan y qué papel juega Hangar en él?
TB: Catalunya Laboratori tiene por objetivo propiciar una nueva dirección en la política de inversiones en cultura, recuperando las aportaciones de la creación artística contemporánea como elemento clave del desarrollo conjunto de la sociedad del conocimiento; defendiendo la especificidad del conocimiento creado en este sector, disminuyendo la brecha histórica entre el desarrollo artístico y los avances científicos, económicos y sociales; conectando la investigación realizada en todo el sector de las artes visuales, y su capacidad de crear conocimiento, desarrollo e innovación, con dinámicas y estrategias de desarrollo social y de crecimiento económico y, finalmente, integrando al sector de las artes visuales en los Planes de Investigación e Innovación impulsados por las administraciones públicas y las entidades privadas.
El papel de Hangar en esta estrategia es el de poner en marcha algunas de las acciones específicas que se proponen en ese documento como son aquellas relacionadas con la investigación y la producción artística. En concreto, aquellas que estan destinadas a mejorar las condiciones de los procesos de investigación en la producción artística contemporánea dando un espaldarazo a las actividades investigadoras, mediante el apoyo a los creadores y creadoras que incluyan la investigación como parte fundamental de la creación, el aumento de su capacitación individual o colectiva y la resituación de sus actividades de investigación a nivel sectorial y intersectorial, local, estatal e internacional.
También juega un rol importante como un lugar de experimentación tanto del trabajo artístico como de las posibles conexiones de éste con otros sectores. Y, finalmente, otra de sus responsabilidades en el marco del catalunya Laboratori es el de colaborar en la supervivencia y en la visibilidad de aquellas entidades independientes y colectivos de producción existentes, de menor tamaño pero muy activos, mediante la oferta de servicios o espacios de apoyo, y también mediante el compromiso de Hangar con sinergias derivadas del trabajo en red.
AA: La nueva etapa de Hangar también requerirá fortalecer y/o reestructurar el actual equipo de trabajo y aumentar los recursos económicos, ¿qué planes tienes en este sentido?
TB: Está claro que la ampliación de espacios y servicios requerirá reorganizar el actual equipo de trabajo, algo que se irá haciendo conforme vaya desplegándose el proyecto de partida. Pero sobre todo, va a ser necesario asegurar la financiación a medio plazo y aumentarla en lo posible, y no sólo con fondos públicos provenientes de cultura sino también de aquellos departamentos y planes estratégicos dedicados por ejemplo, a la I+D. También habrá que investigar las posibilidades de la forma jurídica de la Fundación AAVC para conseguir nuevas vías de financiación.
AA: Ahora que el mapa de las instituciones culturales de la ciudad de Barcelona está prácticamente completo (con los recientes nombramientos de los directores de La Virreina, Canódromo… el tuyo propio), ¿que posibilidades reales de trabajo en red e intercambio (de recursos, programas, etc.) ves factibles? ¿cuales dirías que son en tu opinión las características diferenciadoras de ese mapa en relación al de otros contextos –estatales (Madrid, Euskadi…), de Europa– de escala similar?
TB: No estoy muy de acuerdo con que el mapa de las instituciones culturales esté completo… Hay que tener en cuenta que aparecen constantemente nuevos actores con proyectos culturales interesantes que no por ser menos ‘institucionales’ tendrían menor importancia en el mapa que comentas. Y no olvidemos que en ese mapa también deberían aparecer como agentes activos las universidades, las fábricas de creación, los colectivos autogestionados…, ya que cuantos más nodos consigamos reconocer en esa cartografía, mayores posibilidades de generar nuevas articulaciones que produzcan dinámicas que mejoren positivamente el conjunto.
Las inversiones en el tejido cultural se han ido haciendo a menudo intentando ‘posicionar’ las infraestructuras culturales en un contexto territorial e internacional, pero a lo mejor hay que pensar los mapas como instrumento de orientación, que permiten inventar estrategias y criterios de economía de acciones entre nodos existentes parecidos pero no iguales. Se trata, si se quiere, de un «ensamblaje» entre proyectos diversos, y de aprovechar esta diversidad, que enriquezca el resultado.
Hay muchas posibles vías de colaboración entre los agentes de este mapa. Como comentaba, para el desarrollo de un ‘ecosistema’ cultural sólido son muy importantes la flexibilidad de los proyectos y la interdependencia: poder trabajar con y no contra, y reconocer el valor de cada uno de los interlocutores y su rol en distintos momentos. Al final, todo ejercicio de mapeado es interesante si hace visibles los ámbitos de actuación de cada agente, los procesos en que participa y los espacios de interacción que se abren entre ellos. Sin olvidar que figurar como nodo en una estructura de grafo no tiene valor en sí mismo -más allá del puro formalismo-, ni genera comunidad, ni cohesiona el territorio, ni crea ciudadanía de forma automática. El hecho de ser retratado en el dibujo sólo significa que puede que las líneas que salen y llegan del nodo en cuestión marquen objetivos compartidos con algunos de los otros nodos, o que pueden compartir algunos propósitos.
Por otro lado, queremos ocupar los proyectos con conceptos como interdisciplinareidad y la transversalidad. A menudo concedemos demasiada centralidad a la producción o la difusión que ocurra EN el centro, sin contemplar “deslocalizaciones” de los proyectos: como por ejemplo el apoyo a proyectos externos y/o que se realicen fuera del espacio designado para ello. No creo que los centros deban ser un icono autoreferente, porque eso significa ignorar principios tan básicos como distribución, dinámica, complementariedad, o compromiso de apoyo a toda la producción artística incluida aquella que ocurre fuera de las paredes del centro. Para mí, esto es una cuestión estratégica porque de ello depende precisamente el éxito de los proyectos de laboratorios expandidos.
AA: Por último, ¿alguna cosa que quieras añadir?
TB: Pues no por ahora, pero quizás podemos repetir la entrevista dentro de un año…
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