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No toda la teoría es historia y no toda historia es teoría,
pero la zona de contacto entre ambas es densa y frondosa.
Donna Haraway[1]HARAWAY, D. (2017). Holobiont Society. Documental de Dominique Koch.
Desde hace unos años, existe un debate en la biología y la filosofía sobre la posibilidad de considerar al holobionte como unidad de selección, es decir, como entidad biológica sujeta a selección natural. Para Darwin y gran parte de la teoría evolucionista, la unidad de selección sería el organismo. Sin embargo, desde finales del siglo xx, gracias en parte a la genómica y a la tecnología del ADN, nuevas investigaciones estudian la posibilidad de que «algunos consorcios de organismos de múltiples especies puedan considerarse portadores de rasgos susceptibles de evolucionar por selección natural»[2](SUÁREZ, J. ( 2021). «El holobionte/hologenoma como nivel de selección: una aproximación a la evolución de los consorcios de múltiples especies». Theoria, 36(1), 81-112.. Estos consorcios son los holobiontes.
Un holobionte es una comunidad biótica, se refiere a una planta o un animal con todas su microbiota, es decir, todos sus microorganismos asociados. Etimológicamente, holo- significa completo, total, sano y salvo, por lo que holobionte sería «seres enteros».
La primera vez que me crucé con este concepto fue al leer Staying with the trouble, de Donna Haraway. Fue difícil tomar la decisión sobre cómo traducir el nombre del libro, pero traducir holobionte no costó más que agregar una letra. Sin embargo, acercarme al concepto y sus posibles implicaciones me llevó muchas horas de lecturas y conversaciones, porque a pesar de que sabemos que las ciencias se alimentan y complementan entre sí, sus discursos y sus debates son muy específicos. Dice Haraway en Seguir con el problema:
Sin lugar a dudas, no es lo mismo que Uno e Individual. Al contrario, en nudos poliespaciales y politemporales, los holobiontes se mantienen unidos de manera contingente y dinámica, involucrándose con otros holobiontes en patrones complejos. Los bichos no preceden a sus relacionalidades, se generan mutuamente a través de una involución semiótico-material, a partir de seres de enredos anteriores[3]HARAWAY, D. (2019). Seguir con el problema. Consonni, págs. p.98-99..
A partir de esta definición, la afirmación de que nunca fuimos individuos autónomos no es una opinión, sino una realidad biológica. Somos ensamblajes simbióticos: ni huésped ni parásito, simbiontes entrelazados que conforman sistemas dinámicos complejos, que se ensamblan a su vez a otros holobiontes. La mirada se enfoca así en las relaciones, en las zonas de contacto, y no en entidades individuales autónomas. Las entidades no preceden a sus relaciones, sino que se configuran en la relación.
La tentación de abrazar estos conceptos y utilizarlos para reemplazar las antiguas asunciones de las ciencias de la vida y del pensamiento es irresistible. Ayer fuimos todos ciborgs, hoy somos todos holobiontes.
Pero ningún concepto vendrá a salvarnos. Los conceptos no son héroes ni heroínas, apenas si consiguen ser barcas, a veces faros. Pero hace falta algo más para montar una revuelta, en las políticas, las artes y las ciencias. «Cambiar un concepto por otro no cambia nada», dice Haraway en Holobiont Society, el documental de Dominique Koch. «La hegemonía y la explotación también existen en el holobionte. No hay pureza en el holobionte. Pero la revitalización, la regeneración, la reanimación de la resistencia en el holobioma es muy poderosa».
Si pensarnos como reyes de la creación que coronan la jerarquía de las especies gracias a su inteligencia, como guerreros eternos que deben competir, batallar y asesinar para asegurar la continuidad de su estirpe, nos ha llevado a la destrucción acelerada de los ecosistemas, pensarnos como seres simbióticos cambia también la cuestión ante quién somos responsables. Podríamos rendirnos ante la afirmación de que es imposible salir del excepcionalismo humano. Pero pensar en términos funcionales más que taxonómicos, poner el acento en la relacionalidad, la contingencia, la contaminación, la necesidad de negociación constante, puede llegar a marcar una diferencia.
Humusidades en lugar de humanidades, dice Haraway. Pensamiento situado, localizado, no lenguaje universal capaz de traducir la realidad a un problema de codificación y decodificación. Pensar con figuras en lugar de aplicar modelos.
Los modelos pueden transformarse en fetiches, sustitutos de la realidad. Los fetiches oscurecen la naturaleza trópica constitutiva de sí mismos y de los mundos. Los fetiches literalizan, induciendo de esta manera un error material y cognitivo elemental. Los fetiches hacen que las cosas parezcan claras y bajo control[4]HARAWAY, D. (2004). Testigo_Modest@Segundo_Milenio.HombreHembra_conoce_Oncoratón. UOC, pág. 162..
El holobionte profundiza el trabajo del cíborg, bicho bastardo surgido de la implosión de sujeto y objeto, humano y máquina, tecnología y organismo, naturaleza y cultura, y todas las categorías que dividían al Mundo en dos opuestos irreductibles que invitaban a la guerra. El yo coherente no puede leer los lenguajes de la IA, se limita a reproducir categorías jerárquicas que transforman toda tecnología en herramienta de control social. Ahí radican quizás las posibilidades del holobionte en tanto figura para la generación de mundos: las comunidades de organismos activan preguntas más interesantes, en su sentido etimológico: inter-, entre, -esse, ser, lo que está entre los seres, los espacios de unión.
Inspirada en el holobionte, la artista Maja Smrekar llevó a cabo una serie de investigaciones y performances titulada K-9_topology, en la que experimenta con la crianza compartida y la codomesticación entre humanos y animales. En Hybrid Family, uno de los proyectos de esta serie, prepara su cuerpo a través de un entrenamiento psico-endocrinólogico para lactar a un cachorro de perro. De ese proceso surge el concepto de mOther(ness). Maja Smrekar desafía las fronteras entre humanos y animales, entre naturaleza y cultura, entre civilización y barbarie, a partir de la pregunta por la maternidad en el contexto de destrucción acelerada de formas de vivir y morir. Make kin, not babies!
Aunque mi práctica artística se guía casi siempre por la intuición, parto de la premisa de que estamos colonizados por bacterias y virus. De la misma manera que los humanos colonizamos casas, ciudades y entornos, también hacemos de anfitriones a ideologías, tecnologías y medios de comunicación[5]SMREKAR, M. (2021). mOther(ness). Borrador, en glossary of common knowledge. .
En el holobionte, todos son simbiontes entre sí, lo que no significa que las relaciones no tengan conflicto. Las relaciones tienen inconvenientes y ventajas que son recíprocos, «simbiosis no es sinónimo de mutamente beneficioso»[6]HARAWAY, D. (2019). Op. Cit. Pág. 99.. Por ello, se necesitan muchos nombres para designar la riqueza de nudos y redes, de entidades y alianzas, que son situadas, dinámicas, contingentes.
Ciborgs, seres chthulucenos, actores semiótico-materiales, nodos en la red, otres inapropiades/inapropiables, bichos en múltiples enrededos poliespaciales y politemporales.
Compost.
Humus.
(Foto de portada: Dominique Koch, Holobiont Society, 2017. Video, sonido e instalación espacial. Foto procedente de https://www.artsy.net/artwork/dominique-koch-holobiont-society)
↑1 | HARAWAY, D. (2017). Holobiont Society. Documental de Dominique Koch. |
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↑2 | (SUÁREZ, J. ( 2021). «El holobionte/hologenoma como nivel de selección: una aproximación a la evolución de los consorcios de múltiples especies». Theoria, 36(1), 81-112. |
↑3 | HARAWAY, D. (2019). Seguir con el problema. Consonni, págs. p.98-99. |
↑4 | HARAWAY, D. (2004). Testigo_Modest@Segundo_Milenio.HombreHembra_conoce_Oncoratón. UOC, pág. 162. |
↑5 | SMREKAR, M. (2021). mOther(ness). Borrador, en glossary of common knowledge. |
↑6 | HARAWAY, D. (2019). Op. Cit. Pág. 99. |
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