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Yuderkys Espinosa Miñoso una de las voces destacadas en espacios de la academia y el activismo del pensamiento decolonial y sobre todo de los feminismos decoloniales, nos habló desde su mirada entorno a la cuestión de “reparación y restitución”.
Yuderkys Espinosa Miñoso: Yo acabo de venir de la cumbre Afrodescendiente de Puerto Rico que se está desarrollando desde hace tres años, bajo la coordinación de la gran poeta y escritora Mayra Santos Febres. Esta cumbre 2024 se dedicó a la cuestión de Haití y se habló mucho sobre el tema de la “reparación”.
Respecto a la agenda de reparación, de lo que he podido rastrear sin haber estado involucrada directamente, rescato al menos dos posiciones. Para ello me sirve recordar la consigna del grupo Ayllu[1]Colectivo de acciones anticoloniales y disidencias sexuales y de género. Realizamos investigación artística. Madrid/Barcelona. “Devuélvannos el Oro”[2]La Ontología Relacional surge en el llamado giro ontológico desde las ciencias sociales con pensadores como el colombiano Arturo Escobar quien afirma “son aquellas en las cuales los mundos … Continue reading, la cual se puede leer de dos maneras. La primera tiene que ver con el oro como su valor monetario en el contexto del capital. Así, la reparación se trataría de una reparación monetaria lo que con algunos intelectuales y compañeros descoloniales como Agustin Laó Montes y Ochy Curiel nombramos como la agenda Liberal de las reparaciones. Es la posición que tengo entendido lleva la delantera en la discusión que se está discutiendo a nivel de Naciones Unidas bajo la influencia de de EE.UU, Canadá y países de Europa, pero que al parecer estaría asumiendo también personas como Epsy Campbell, Ex primera Vicepresidenta de la República de Costa Rica y quien presidió el Foro Permanente de Afrodescendientes de las Naciones Unidas hasta hace poco. La propuesta es la de crear un fondo monetario dedicado a las personas y comunidades afrodescendientes. Estoy hablando desde la agenda afrodescendiente, no sé cuales son los debates y posiciones del movimiento sobre este punto.
Por otro lado, está lo que podríamos considerar como las posiciones más radicales, mas propias de actores que se identifican con las luchas decoloniales, si es que uno podría llamarla así. Desde este horizonte se comparte la mirada de que cuando se habla de “Devuélvannos el oro”, estamos apelando a una metáfora donde el oro no es algo que tenga que ver con el dinero y el valor monetario. Lo que se llevaron, lo que han usufructuado, lo robado de nuestros territorios es de índole mucho más amplia y profunda. No todo lo que llevaron era oro. Lo que se han llevado son unos modos de vida, de hacer; se llevaron nuestra libertad, se tomaron nuestros territorios y robaron o arrasaron con modelos de vida que allí han habido. Así, la reparación incluiría pensar la cultura, las epistemologías, las vidas convertidas en mercancía de la población sustraída de África por medio de la trata esclava. En la esclavitud, no hay plusvalía como tal, a la persona esclavizada no se le reconoce como humano, por tanto no hay paga como tal, simplemente se proveen las condiciones para a penas mantenerte vivo para seguir trabajando y/o para seguir pariendo nuevos esclavos. Así, se considera que la deuda histórica no es saldable mediante sumas monetarias ¿Como se le pone un precio a los mundos destruidos, a las poblaciones humanas y no humanas explotadas, destruidas, desaparecidas?
La reparación ahí se vuelve otra cosa que no es la salida más fácil en términos de dinero. Un dinero que ya está ensangrentado ¿no? Porque ese dinero es la consecuencia de una explotación sistemática, no sólo de seres humanos sino también de los seres no humanos. La cuestión de la reparación tendría que ver con cómo frenar el avance de un modelo extractivista, el modelo de muerte como le llaman muchos movimientos territoriales en Abya Yala. Detener este sistema mundo moderno que no para en su expansión y que nos está llevando a la destrucción de todo lo existente. Nos está llevando a la posibilidad de desaparición del planeta. Esta idea de reparación llega a tener resonancia con ciertos esfuerzos que aparecen en Europa en los últimos años contra el cambio climático, movimientos ecológicos de cuidados del planeta. Porque mucho de los que se destruyó y de lo que habría que reparar, son modelos de vida, de existencia basados en principios de complementariedad y cuidado mutuo. Se trataría al fin de ver la agenda de reparaciones como una oportunidad para frenar la posibilidad de desaparición del planeta.
Así mismo, una de las cuestiones que decíamos en la Cumbre Afro 2024, es que no se puede pensar y hacer un debate sobre reparación sin poner a Haití en el centro. Porque estamos hablando mucho de Palestina pero poco de Haití y esto es al menos sospechoso. Nadie habla del genocidio en el Congo, en Sudán y en otros pueblos debastados por el avance de la colonialidad. Esto es urgente. Haití en particular duele por su hazaña de ser el primer pueblo que se levantó contra la esclavitud y contra la empresa colonial. Justamente por esta lucha, a Haití se le impuso un castigo que lo condenó históricamente a un callejón sin salida. Es hoy por hoy uno de los pueblos en peor condición en América Latina y El Caribe. La pobreza y la crisis sociopolítica en la que se encuentra Haití desde hace décadas tiene que ver con que se le obligó a pagar una deuda gigante a Francia como compensación por los ingresos que perdió al abolir la esclavitud. Paradójicamente, a Haití se le impuso la primera reparación, y fue reparación para la colonia.
Nancy Garín: ¿Y en términos de la que podríamos llamar cultura y el campo del arte?
Y.E.M.: Si hablamos en términos culturales, de las producciones creativas y el arte, también hay una deuda histórica con nuestros pueblos en tanto Europa se apropió y robó muchos artefactos y piezas artísticas producidas por nuestras sociedades. Este es un tema adscrito a la agenda crítica del campo del arte y decolonialidad. En un texto que escribí hace poco me pregunto si esa agenda de reparación se trata de entrar al Museo o de dinamitarlo.
Porque una parte del movimiento de artistas del sur global ha apostado a la reparación en términos de inclusión, esto es, de demandar un espacio dentro del museo para les artistas indígenas y afrodescendientes, y reclamar la valoración de sus obras en el mercado del arte. Se podría afirmar sin temor a equivocarse que la crítica decolonial al campo del arte decantó en la apertura y producción de pequeños nichos y espacios de inclusión y apreciación de las obras de artistas provenientes de los mundos desechados por la modernidad y vistos como incapaces de crear belleza. Eso es importante, por supuesto, y para nuestros artistas resulta en una esperanza de aliviar su vida en tan malas condiciones.
Sin embargo, sabemos que a penas esto es una pequeña herida superficial al sistema. Las malas condiciones continúan ya que muchas veces entrar al museo es entrar con bajo presupuesto, como si estuvieran haciendo un favor dejándoles entrar. En lo concreto no hay un cambio en las normativas de valorización de las obras ni en términos monetarios, ni en términos de la crítica del arte, que sigue estando reglamentada por los estándares producidos por occidente, donde las producciones colectivas y provenientes de los pueblos no europeos siguen siendo vistas como artesanía o como arte menor.
En los últimos años hay iniciativas como la del Museo Reina Sofía que ha adquirido piezas para su colección permanente de artistas racializados o del sur global pero que en la mayoría de los casos son donaciones. Así muchas de estas iniciativas de reparación se quedan en permitir la entrada a sus espacios pero bajo condiciones desiguales. El museo como institución colonial accede a dejar entrar a algunxs asumiendo que el hecho de permitir la entrada es ya suficiente.
Seguimos entrampados en una especie de salida liberal a la cuestión de la reparación. Porque entrar al fondo de la cuestión implicaría una revisión de los fundamentos del campo del arte. De aquello que se considera bello, lo que ontológicamente para Europa tiene la calidad y la potestad de ser considerado arte, lo que cuenta entonces en la historia del arte. Los criterios de valoración para determinar qué es bello, qué es arte este es un tema que debería estar dentro del debate de la reparación.
Por otro lado, deberíamos considerar también que muchos de los grandes movimientos artísticos que han ocurrido en Europa y que tienen un valor dentro de la historia del arte, la mayoría comenzaron con un robo, un extractivismo a las producciones culturales de los pueblos de África, América Latina y otras latitudes.
N.G.: Respecto a este tema de devolver los objetos extraídos de la colonización que están en los museos occidentales como gesto de “descolonizarse” o de reparación, y que ahora se pone desde las instituciones europeas, bajo sus reglas, eso sí. ¿Crees que puede ser un gesto de “reparación y restitución”?
Y.E.M.: Recuerdo un reflexión de Gloria Anzaldúa, donde dice que la diferencia entre el arte moderno y las obras artísticas en los mundo ancestrales es que para nosotros eso que nombran como objetos artísticos en realidad forman parte de un continuum de la vida comunitaria. Se trata de ver estas producciones como parte de la reproducción de la vida colectiva, cotidiana o trascendental. Para Anzaldúa igual que para el arte maya, el arte o la producción creativa tiene una función comunitaria, espiritual y de producción de mundo. Todo lo contrario de lo que hace el campo del arte dentro de la modernidad europea, el cual separa el producto de la vida y lo vuelve objeto para su contemplación. Así el producto deviene pieza con valor de intercambio, se exhibe en espacios por fuera de la cotidianidad; se cuelga en una pared.
El problema formulado desde las metrópolis por curadores y administradores de museos sobre cómo cuidar los “objetos” devueltos de manera de garantizar su preservación, presentado como obstáculo para la efectivización de la devolución de las “piezas” robadas, es un problema a todas luces formulado desde el tratamiento occidental. En nuestras tradiciones esto no sería la pregunta sustantiva. La preservación objetual es una preocupación occidental pero sabemos que hay otras maneras de construcción de memoria que están integradas al hacer y a la vida. Por otra parte, nuestros pueblos han tenido tecnologías antiquísimas para preservar aquello que se necesita. Estamos hablando de dos lenguajes muy distintos. Cada pueblo tendrá su manera de cómo guardar y resguarda la memoria y las materialidades de esas memoria. Probablemente no será de la manera que occidente considera que es la que debería seguirse y será la manera en que nuestros pueblos digan.
Por otro lado, puedes estar segura que en esta carrera occidente terminará definiendo e imponiendo las condiciones de preservación. Porque el museo, los curadores, las galerías, etc; siguen imponiendo su modelo de preservación. Ahí las comunidades tendrán que dar una lucha por mantener su autonomía, de cómo resguardar esto que se devuelva, si es que se concretara, para que sea parte de su memoria. Pero definitivamente esto no se puede quedar allí. Si la agenda de devoluciones y reparaciones dentro del arte se queda reducida a la devolución pues es una pequeña parte de todo lo que hay que hacer.
Una agenda de reparación debería tener como horizonte en primer lugar que las instituciones de arte definidas por Europa y los EEUU admitan que no tiene, cómo ha pretendido adjudicarse, la potestad de definir que tiene valor de belleza en el mundo y que es arte o no lo es. Y esta es una discusión que vemos poco. Lo hizo un grupo de intelectuales que hablaban de arte y decolonialidad en la primera década de este siglo. Walter Mignolo, Adolfo Alban Achinte, Alanna Lockward, entre otrxs comenzaron un movimiento donde reflexionaron mucho sobre la Aesthetis haciendo un trabajo de revisar estas cuestiones. Aunque el movimiento ha impactado en alguna medida el campo del arte, en términos de su pregunta a los fundamentos de aquello que está definiendo qué es o no es arte, se quedó reducido a un pequeño grupo de intelectuales y artistas del “tercer mundo”.
Con Katia Sepúlveda llevamos desde hace unos años un proyecto de investigación y expositivo que se denominamos “Anti-futurismo Cimarrón” y encontramos en Arts Santa Mónica y La Virreina[3]Varias autoras. Colectivo Ayllu compiladora. «Devuélvannos el oro. Cosmovisiones perversas y acciones anticoloniales». Colectivo Ayllu Matadero Centro De Residencias Art. Madrid, 2018 un espacio para poder llevar otras concepciones y trabajar de otra manera, partiendo de la pregunta cómo sería el mundo si Europa nunca hubiera existido y la aplicamos al campo artístico para cuestionar los fundamentos que sostienen el arte moderno. La propuesta piensa la curaduría y el trabajo del artista racializado como modo de cura de la herida colonial, recuperamos la idea del artista como puente entre la materialidad y lo espiritual-comunitario. Habrá que ver qué repercusiones tiene ello en estas instituciones europeas con las que trabajamos. Soy escéptica al respecto pero espero al menos haber dejado una huella allí.
La apuesta sigue siendo en ver de qué manera metemos el dedo en el corazón de ese llamado sistema del arte que es parte del sistema mundo moderno y de la colonialidad. El problema no es sólo hacia fuera, sino para adentro también. Lo que hemos visto es que el obstáculo no viene solo de fuera, lo peligroso es cuando toda una camada de trabajadores de la cultura y del arte, incluso aquellos que se nombran comprometidos con la descolonización, aceptan los modos de producción y evaluación del arte europeo y ponen en riesgo apuestas que se atreven a experimentar y transgredir la racionalidad eurocentrada y la norma impuesta, descalificándolas. De esta gente también deberemos cuidarnos ya que operan al servicio del estatus quo y la perpetuación de la colonialidad del arte.
(Imagen de portada: Ordenanza del 17 abril 1825 donde se concede la Independencia a Haití bajo reparación económica a los colonos franceses que dejaran el territorio. Los derechos de Imagen CC. Archivo:Ordonnance du 17 avril 1825 qui concède l’indépendance aux Habitans actuels de la partie française de Saint-Domingue.png – Wikipedia, la enciclopedia libre)
↑1 | Colectivo de acciones anticoloniales y disidencias sexuales y de género. Realizamos investigación artística. Madrid/Barcelona. |
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↑2 | La Ontología Relacional surge en el llamado giro ontológico desde las ciencias sociales con pensadores como el colombiano Arturo Escobar quien afirma “son aquellas en las cuales los mundos biofísicos, humanos y supernaturales no se consideran como entidades separadas, sino que se establecen vínculos de continuidad entre estos. Es decir, en muchas sociedades no-occidentales o no modernas, no existe la división entre naturaleza y cultura. El desarrollo (de nuevo) en cuestión: algunas tendencias como la conocemos y, mucho menos, entre individuo y comunidad, de hecho, no existe el “individuo” sino personas en continua relación con todo el mundo humano y no-humano, y a lo largo de los tiempos ”. Escobar, A. (2014). Sentipensar con la tierra: nuevas lecturas sobre desarrollo,territorio y diferencia, Medellín: Ediciones UNAULA. |
↑3 | Varias autoras. Colectivo Ayllu compiladora. «Devuélvannos el oro. Cosmovisiones perversas y acciones anticoloniales». Colectivo Ayllu Matadero Centro De Residencias Art. Madrid, 2018 |
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