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Mario García Torres trabaja a partir de elementos muy concretos (historias ocultas, rumores o detalles no aclarados) de la historia del arte, del cine, de otros artistas, de hechos del pasado, etc. Las investigaciones se transforman en relatos que pueden tomar la forma de diaporamas, vídeos, libros, exposiciones comisariadas o postales, por mencionar sólo algunas posibilidades. Subrayando un posicionamiento entre crítico y poético que reivindica el elemento subjetivo, en el transcurso de la entrevista que sigue Mario García Torres habla de sus razones para elegir formatos de producción y de presentación, de su relación con Internet y con las estructuras del arte y de su comodidad negociada con el sistema del arte.
Montse Badia: En tus proyectos hay una diversidad en cuanto a formas de producción/presentación/distribución. Pienso en dos ejemplos: “Alguna vez has visto la nieve caer” (2010), es un trabajo en el que, por un lado, toda la investigación sobre Hotel One y Kabul ha sido realizada desde el ordenador de tu casa, vía Internet y sin necesidad de desplazarte a Afganistán y, otro aspecto interesante es que es un diaporama, que también podría funcionar como una narración. Otro caso: en tu exposición en el Jeu de Paume, hiciste una intervención en algunos libros de la librería en los que insertaste postales. Me gustaría saber cómo decides, la manera o el canal de presentación que utilizas en cada uno de tus trabajos.
Mario García Torres: Mi practica no esta definida por el compromiso o desarrollo de un medio. Cada proyecto tiene una naturaleza distinta, y el medio en que cada transacción estética está distribuida obedece a ser, desde mi punto de vista, la más eficiente de acuerdo a su naturaleza. Mi obra en general versa sobre las estructuras del arte, y la manera en que esas estructuras hacen posible eso que llamamos arte. Mis acercamientos van desde investigaciones históricas sobre la práctica de otros artistas hasta reflexiones personales e íntimas sobre la negociación de mi práctica en el sistema del arte. Como mencionas, «Alguna vez…» y la intervención en la librería del Jeu de Paume tienen naturalezas muy diversas. La primera, es el resultado de una larga investigación -no exclusivamente hecha desde el ordenador, hay que marcarlo- sobre la historia de Boetti en Afganistán, y específicamente el hotel que administró en Kabul en la década de los 70. La intervención en el Jeu de Paume era una extensión de otro proyecto -de los que llamo más personales, íntimos e inmediatos y que suceden la mayoría de las veces en mi estudio-, que vengo haciendo desde hace años. Consiste en que cada vez que voy de viaje de trabajo y me encuentro en un hotel en el que hay hojas membreteadas me siento un momento a reflexionar en lo que he hecho como artista así como en el futuro de mi trabajo, y escribo una promesa en el papel. Más o menos siempre la misma frase, una versión de: “Prometo dar lo mejor de mi mismo en los próximos años». Deben existir cuarenta o cincuenta de estas hojas y el proyecto, que continúa en la actualidad, consiste en una colección de estas promesas. Este proyecto existe como lo describo, pero también en forma de música -la explicación del proyecto se convirtió en letra de canción que fue comisionada a un amigo músico, Mario López Landa-, y en el Jeu de Paume, se distribuyeron en la librería un número de postales que ilustraban medios de transporte (aviones, barcos, autobuses) que me habían llevado a trabajar en las que había sido escrita la misma frase. Pretendí que el encuentro de estas postales fuera sorpresivo, y no el habitual en la pared como se exhiben las hojas membreteadas.
MB: Para investigar las estructuras del arte a veces desarrollas proyectos, libros o comisarias exposiciones. En el caso de la muestra «Objetos para un rato de inercia», que tuvo lugar en la galería Elba Benítez de Madrid y que agrupaba los trabajos de David Askevold, Alighiero e Boetti, Luis Camnitzer, Barry Le Va y Francesc Torres. La declaración de principios era clara: «La Historia, a pesar de su insistencia en lo contrario, pertenece al tiempo presente. La Historia siempre se está forjando. Es un proceso, no un resultado. La Historia y la escritura de la Historia son una y la misma cosa». ¿Es una manera de activar propuestas que sucedieron en el pasado y de las que quedan sólo los registros o las narraciones? ¿Las investigaciones históricas sirven para entender mejor el presente?
MGT: Definitivamente. Si no fuera porque creo que cada narrativa histórica, que uso como excusa para generar otra narrativa, no tuviera un impacto en nuestra contemporaneidad no habría razón para usarlas. En ese sentido, mis iniciativas son una conversación entre mis intereses personales, el entendimiento de ellos que hago a través de una subjetividad situada en el presente así como del interés de una gama más compleja del arte que permite que mi obra exista. En ese sentido, no soy sólo yo como persona la que activa estas narrativas, sino un sistema más complejo, que apoya la necesidad de esta revisión.
MB: Tus trabajos funcionan perfectamente como relatos, investigas minuciosamente hechos, detalles de proyectos de otros artistas, rumores y, a partir de ahí, elaboras una historia, un relato en el que conviven los datos objetivos y tu interpretación, a veces dotada de una cierta poética. ¿Cuál es tu posicionamiento en relación a la historia del arte más reciente, a lo que se cuenta, lo que se omite, lo que se explica muy superficialmente?
MGT: Mis piezas son narrativas muy personales que tienen que ver con compartir mi propia experiencia, deseo o interés en una historia específica. En ese sentido lo veo como una manera de hacer historia, sin embargo muy distinta de aquella que pretende contar la verdad. Tal vez mis narrativas funcionen como complementos a aquellas más oficiales, pues son esos detalles omitidos los que la mayoría de las veces llaman mi atención.
MB: ¿Cuál es tu metodología de trabajo?
MGT: Para cuando una obra se exhibe, ha pasado mucho tiempo desde que el episodio en cuestión me ha entusiasmado. La mayoría de las veces empiezo una investigación, más bien poco metodológica, sobre algo que me interesa y después, en algún momento, veo el potencial de que se convierta en algo interesante que contar más públicamente. La mayoría de las veces, cuento con esas cosas que me han llamado la atención, las notas, en un cajón en mi escritorio, y poco a poco, diversas invitaciones terminan también por definir los que se hacen y se presentan en específicas situaciones temporales o geográficas.
MB: ¿Cuáles son los principales puntos de confluencia y también las diferencias entre tu rol como artista y el que desarrollas en ocasiones como comisario de exposiciones?
MGT: No me parece que haya demasiadas diferencias. Soy artista, y mis intervenciones como curador tienen que ver con buscar una manera distinta de compartir mis intereses. Algunas veces parece también más certero hacer una exhibición que contar la historia de una manera más personal, de ahí las exposiciones. Pero en realidad lo veo todo como un solo cuerpo de trabajo.
MB: A menudo citas otros trabajos, partes de trabajos ya realizados para iniciar tu propio proceso. ¿Permitirías que tus trabajos pudieran ser también objeto de cita, apropiaciones, re-enactments o revisiones?
MGT: Seria un honor que alguien algún día los viera así, y que continuara esas narrativas, de la manera que fuera, y saber que en algún lugar del mundo a alguien le podría seguir interesando. Al final para eso trabajas, para encontrar gente que tiene intereses similares. Creo que al final mi obra se reduce a eso.
MB: ¿Te preocupa la noción de verdad? ¿Crees que es posible la verdad en arte?
MGT: No, no me interesa en absoluto.
MB: Cuál es tu relación con Internet, ¿es para ti una herramienta de investigación? ¿de comunicación? ¿de difusión?
MGT: Claro, es siempre mi primer acercamiento a un tema, y muchas de las veces, lleva a investigar las cosas de una manera menos metodológica, y más rica. Sitúa a gente normal y corriente al mismo nivel que los libros y las fuentes más oficiales. Internet está presente todo el tiempo, y no lo culpo de estar muchas veces equivocado. Me gusta. Qué mejor que desviar una investigación a algo contradictorio, o más lejano a la verdad. Ahí es donde encuentras relaciones que potencialmente se convierten en algo interesante, en la trama de una forma nueva de contar una historia.
MB: Muchos de los trabajos que se realizan actualmente podrían perfectamente difundirse vía Internet, sin embargo, tienden a mostrarse dentro de los parámetros de la institución. ¿Te has planteado alguna vez la posibilidad de mostrar y distribuir tus trabajos utilizando otras vías?
MGT: Nunca lo he pensado a fondo. Creo que al final me interesa la parte experiencial del arte, aunque parezca contradictorio. El uso de películas y diapositivas por ejemplo tiene que ver con tener una experiencia cinemática, lo cual se perdería al verlas en un monitor pequeño. Creo que hay piezas que se pueden difundir por Internet, pero no la mayoría de las mías. Me importa la experiencia tanto como los datos en ellas.
MB: ¿Crees que el marco institucional en arte (museos, centros de arte, y también grandes eventos como Documenta o las bienales internacionales) son flexibles y se adaptan a las nuevas necesidades que las prácticas artísticas demandan?
MGT: Si, no me causa problema. Creo que constantemente he tratado de hacer uso de esos marcos para contar lo que quiero. Claro, hay limitaciones, pero también mucha flexibilidad. Creo que hasta hoy, cada vez que me han invitado a exhibir en una bienal o exposición de ese tipo termino haciendo mi trabajo en otro lado. Para mi la obra existe donde se ejecuta, y no en donde se exhibe. Eso es lo de menos.
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