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Empieza la función con “Love Me Tonight”, la primera de las más de quince canciones del repertorio de «She Is So Blue», espectáculo presentado por Antony and the Johnsons en Barcelona el pasado 28 de junio. Según ha comentado el líder de esta agrupación, es un recital que reúne algunas de las letras que más le gustan de otros compositores. Las versiones son las protagonistas. ¿Qué supone apropiarse de temas de diferente autoría? ¿Qué es una versión sino la rearticulación de la materia prima (musical, artística…) que adapta a su molde quien procura darle otro sentido? La apuesta de Antony es contundente: elige las piezas y las lleva íntimamente a su registro vocal lleno de matices.
Las canciones que interpreta se convierten en la puesta en escena de sus búsquedas: complicidad con sus profundas indagaciones musicales y emocionales, composición de un espacio sonoro personalísimo que inscribe en cada entonación. A eso hay que añadirle el valor que cede a los instrumentos, consiguiendo que cada sucesión rítmica sea un fascinante acoplamiento entre la voz y la actuación musical. Antony lleva al escenario el deseo de transformar la atmósfera de la que forma parte, y lo alcanza a partir de los contenidos y la manera como los interpreta. En esta oportunidad ofreció a lo largo de dos horas numerosas versiones, en las que brillaron especialmente “A Child of God”, “I Will Survive” y algunas de su creación, como “You Are My Sister”, “Cripple and the Starfish” y “Cut the World”, escrita para la representación de The Life and Death of Marina Abramovic.
La apropiación que hace Antony se vincula con su ars poetica: muda la canción del terreno en el que cobró vida y la instala en su universo. El modo en el que se sumerge en las versiones, el cambio que hace de los ritmos, aleja las piezas de la imitación del original (caso especialmente notorio, el de Crazy in Love de Beyoncé). Desplaza la idea de autoría y revaloriza la interpretación de la letra: la reescribe cada vez que la recita. Una práctica que hace incluso con las obras de su propia inspiración. Su música es un performance de un estado de ánimo.
La secuencia de canciones versionadas tiende un puente entre la colección elegida por Antony y las atmósferas de su poética vital: teatralización de un mundo distinto donde la diferencia y la subversión de géneros (musicales, sexuales, artísticos…) sea una apertura y no una limitación; hacer del ensayo una práctica constante. Quizá por eso uno de los momentos más emotivos, fuera de los alcanzados en cada interpretación, fue el que dedicó a exponer su punto de vista sobre la definición que hace de sí mismo y su entorno. Este gesto adquiere un carácter más simbólico que anecdótico. En su alocución comentó su posicionamiento ya conocido sobre la urgencia de la feminización del mundo. La necesidad de cambiar el sistema patriarcal por uno matriarcal, donde se reconozca a la mujer como el origen de la vida.
La parte del discurso que más me estremeció fue la reivindicación de su identidad transgénero. Con sutil ironía invitó a todos los que cuestionan este asunto a que bebieran hormonas femeninas o masculinas para romper las fronteras entre un bando y otro. Risas aparte, aprovechó para comentar lo bueno que sería que a las nuevas generaciones les impartieran una asignatura sobre género, con deberes que impliquen mudarse de piel y de lugar. Esta exposición de principios amplió la atmósfera antonyana y contextualizó desde dónde concibe su amplia producción musical y artística.
Los patos de las lagunas del recinto hacían de coro mientras los aplausos se extendían por los Jardines del Palau de Pedralbes, convertidos en un anfiteatro griego en una calidísima noche de verano. En efecto, abrir con “Love Me Tonight” fue más que una declaración de intenciones, y aunque no interpretó “Another World” todos los que asistimos al concierto formamos parte de ese otro mundo que este singular artista crea para provocar lo que ha expresado como “A new way to value the world I am part of…”.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)