Líneas del tiempo, marcas históricas

Decíamos al principio de mes que el paso del tiempo es algo que nos preocupa. Decíamos también que el discurrir, el acontecer, el evento, son causas, síntomas o excusas de una línea que no avanza de igual forma según desde dónde se mire. Así pues, la temática de abril gira entorno la temporalidad en un sentido cronológico, «la línea del tiempo», confrontada a una temporalidad más geográfica. Cada contexto puede tener diferentes líneas, a veces paralelas, a veces en contacto, a veces en total discordancia. Aunque parezca una asociación hecha a lo bruto las relaciones entre temporalidad y civilización (colectivos – sociedades – comunidades, etc.) son increíbles, más cuando lo situamos en un contexto artístico de referencia.

Desde el punto de vista de esos que no tuvieron nunca prioridad a la hora de enfocar las cosas, Aymara Arreaza firma «Operaciones sin anestesia» en el que no sólo expone a grandes trazos la urgencia de este cambio de perspectiva, si no que además, aporta ejemplos «actuales» que adolecen las prácticas de dominación «histórica». Si echamos una ojeada a las páginas de los periódicos de las últimas semanas, no es complicado entender que «las supremacías de ciertas nacionalidades, lenguas e identidades, pensadas a menudo en términos raciales, dan cuenta del modo en el que desde el relato colonial se imponen algunas formas de actuar sobre otras», y esto no sólo dentro del arte y la cultura, si no también, y especialmente, más allá de ella.

También acerca de un tema de actualidad, diríase casi rabiosa a pesar de que su «historia» pueda remontarse incluso a la mitología griega, Marina Vives escribe sobre Prophetia, la exposición comisariada por Imma Prieto en la Fundació Miró. Esta busca precisamente hablar desde el lenguaje «arte» de temas políticos, sociales, económicos, que incumben e interpelan a la sociedad contemporánea; temas que nos afectan directamente al contexto en el que la muestra se desarrolla: europeo y periférico.

Por su parte, Anna Dot entrevista a Andrea Valdés y David Bestué a raíz de su proyecto «La línea sin fin», una colección de seis publicaciones que, con la intención precisamente de observar su contexto más inmediato, logra generar nuevas narrativas, trascendiendo una historia muy instrumentalizada por una parte de los “catalanes”. La Línea sin fin es un proyecto que realiza un ejercicio de relaciones libres, en el que se han incluido varios colaboradores para pensar desacomplejadamente, y con cierto humor, su realidad identitaria. Algo parecido intentamos en A*DESK hace un tiempo, cuando decidimos hablar en un magazine de la «cuestión catalana» desde el mundo de la cultura contemporánea.

Y siguiendo esas líneas del tiempo que hemos trazado en abril, qué mejor que terminar donde ésta nos remite: en el futuro. Juanjo Santos firma “El arte del futuro”, en el que revisa las diferentes prácticas, pasadas y actuales, que quieren, buscan o desean «completarse» en un futuro al que quizá muchos de nosotros (ni los propios artistas) lleguemos; acaso interpelando a ese choque de comunidades, ya no desde un punto de vista geográfico, pasado o simultáneo, sino intertemporal.