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Lo invisible y la incertidumbre

Magazine

13 abril 2013
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Lo invisible y la incertidumbre

Una de las herencias que nos va a dejar el premio Nobel de la Paz de 2009, Barak Obama, serán las innovaciones en el complejo tecnológico-militar: los drones y la ciberguerra. No los vemos pero están ahí, como integristas islámicos camuflados en el Sahara, como las instalaciones secretas de Nevada, como los satélites espías que orbitan alrededor de nuestro planeta, como los rostros de los rehenes de Guantánamo.

Trevor Paglen presentó en Metro Pictures, «The Last Pictures», un proyecto de largo recorrido que había culminado con el lanzamiento, el pasado Noviembre, de un satélite de comunicaciones de la compañía EchoStar desde Kazajstán. Con el apoyo de Creative Time y con la ayuda de los científicos del MIT (Massachusetts Institute of Technology), Paglen produjo un disco con cien imágenes cinceladas con punta de diamante, encerradas en una placa de oro con capacidad de sobrevivir billones de años, más allá de la vida en tierra.

De una primera selección de 30.000 imágenes, Paglen y su equipo escogieron cien. Durante esta investigación estuvieron en contacto con multitud de científicos de distintas ramas, artistas, matemáticos y filósofos. Finalmente las imágenes grabadas en el disco, comparten la cualidad de no transmitirnos ningún dato por sí mismas, no-imágenes que en el futuro serán incomprensibles para aquellos que encuentren el artefacto satelital. Así, en esta selección encontramos desde las pinturas rupestres de Lascaux a los pictogramas del sudoeste americano donde se pueden ver a los genocidas castellanos a caballo. Desde una explosión atómica a las huellas de dinosaurios, pasando por una sección de la torre de babel de Brueghel retocada para que no se vea ninguna persona a un frame de ‘El Planeta de los Simios’. Entre todas ellas destacan, una página del diccionario Inglés-Volapük, un idioma artificial previo al Esperanto, la señal Wow! que muestra el código recibido en Agosto de 1977 y que sugiere vida más allá de nuestro sistema solar, otro frame de una película de ciencia ficción japonesa donde se ven unos alienígenas de forma estrellada y la imagen Demostración de Beber, Comer y Lamer, incluida en el Voyager, la única misión comparable a esta. Esta última imagen es inquietantemente sexual, y está hecha por los mismos científicos que participaron en tal proyecto. En ella una mujer lame un helado, un hombre muerde lo que parece ser un sándwich, mientras un tercero vierte sobre su boca un chorro de agua.

Al principio de la exposición, había una fotografía, incluida también en la selección para el satélite, del dorso del ‘Angelus Novus’, el seminal dibujo de Paul Klee que fue propiedad en su día de Walter Benjamin. En él podemos ver los sellos del Museo de Israel, propietario actual de la pieza y del Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, por una exposición que se hizo en 1996. El ángel de la historia, propulsado de espaldas hacia el futuro, por la tormenta del progreso, nos da la espalda. Entrábamos así a la exposición como quien entra al pasado, a una cueva llena de pinturas, imágenes de lo que un día fue presente, donde el contexto y el significado se han perdido. En la otra cara de la pared que sujeta al ‘Angelus Novus’ hay otra fotografía de Trevor Paglen, esta vez es una del centro de datos de la Agencia de Seguridad Nacional, donde se supone que almacenan todos nuestros emails, movimientos bancarios y tickets de la compra, un hard drive descomunal.

Éste es el presente desconcertante en el que vivimos sin saber exactamente lo que pasa y donde el ángel sigue, atónito, empujado hacia el futuro. A lo largo de los siglos, visión, progreso y guerra han ido de la mano, y para Paglen parecen haber desembocado en lo invisible. No solo por las imágenes donde el significado ha sido segregado, y en donde se exponen los secretos y las incógnitas, sino también por la condición tecnológica de nuestras sociedades, en donde ondas y rayos nos circundan, donde radioactividad y datos bancarios fluctúan sin ser grabados. La invisibilidad es la otra cara de la saturación; la publicidad e internet demuestran este proceso de desaparición, nuestras mentes no procesan, las imágenes se pierden en un mar de contextos alterados, multiplicados, y nosotros dejamos de saber, de observar, cegados por la tormenta del progreso. Virilio vaticinó la industrialización de la no-mirada, donde la máquina de la visión, amarra la imagen al código, y por decirlo de alguna manera, el live-streaming domina sobre el espacio (distancia) real y la representación en diferido. Virilio escribe desde la experiencia de la Primera Guerra del Golfo y de las “Star Wars” de Reagan. 20 años y varias guerras más tarde, eliminado ya Bin-Laden con una de las no-imágenes más alucinantes como prueba visual, Paglen nos invita a pensar lo invisible de esta contemporaneidad incierta.

Xavi Acarín está fascinado con la experiencia como motor de la cultura contemporánea. Ha trabajado para centros de arte y organizaciones culturales tanto en Barcelona como en Nueva York, con especial atención a la performance y a la instalación.

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