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“Kawaii!. El Japón Ahora” es el título del ciclo que desde septiembre de 2007 hasta julio de 2008 puede verse en el Espai 13 de la Fundació Joan Miró de Barcelona. Una revisión en presente del estado de salud del arte contemporáneo nipón, así como de su aceptación y lectura fuera de sus fronteras. “Tradición y modernidad” de Aya Takano es la primera muestra del ciclo. Hasta el nueve de noviembre.
Se podría decir que la cultura popular japonesa, ya sea por su frescura naif, por su cuidadísima estética o por su controvertida y seductora ambigüedad, es implacable en la exportación y aceptación externa de sus producciones. Cómics, dibujos animados, películas, videojuegos, merchandising múltiple (desde el juguete a la prenda de vestir) e incluso cierta actitud juvenil de herencia nipona puede verse actualmente en cualquier lugar del mundo occidental u occidentalizado. Una fascinación social por ese neopop japonés – a medio camino entre el underground y el consumo de masas– que se mantiene latente en ámbitos de ocio y cultura cotidianos como el cine, la televisión, la música, la moda o el propio arte.
No es de extrañar pues que el manga domine el mundo del cómic (este fin de semana el Salón del Manga de L’Hospitalet volvió a batir récord de asistencia), que el “anime” (su versión audiovisual) mantenga el monopolio del dibujo de animación tanto en cine como en televisión, o que los héroes y personajes de factura japonesa sean los protagonistas de los videojuegos más populares y vendidos. Ya sea de manera más o menos voluntaria, parece ser que la cultura japonesa contemporánea, más allá de la alta tecnología, forma parte de nosotros y de nuestro día a día.
Este es el planteamiento llevado a cabo por el Espai 13 de la Fundació Joan Miró en su nuevo ciclo expositivo. Comisariado por Helen Kelmachter, “¡Kawaii!. Japón Ahora” ofrece una visión específica de la sociedad japonesa en presente y desde dentro. Una lectura crítica que, más que rechazar sus múltiples tópicos e ideas preconcebidas, opta por usar la práctica artística como ejercicio de disección del Japón contemporáneo. Para ello, Kelmachter ha seleccionado cinco jóvenes artistas japoneses que, a lo largo de la temporada 2007-2008, presentarán diferentes perspectivas y enfoques sobre su propia tradición cultural.
A partir de formatos como el dibujo, la fotografía, el video, la pintura o la instalación, las exposiciones individuales de Aya Takano, Erina Matsui, Chiho Aoshima, Tomoko Sawada y Kowei Nawa, como si de pequeñas retrospectivas se tratase, mostrarán diferentes aproximaciones a la actualidad cotidiana de Japón. Desde discursos plurales como el eterno conflicto entre tradición y modernidad, la inestabilidad económica de un país sustentado por la tecnología más avanzada, o la confección de un imaginario colectivo que intenta huir de la realidad, hasta temáticas más específicas como la construcción de las identidades juveniles (algo compartido generacionalmente por los propios artistas) o la relación obsesiva con la pérdida de la infancia.
De este modo, y más allá de su formalización estética, el ciclo apuesta por un ensayo sociológico y antropológico de la realidad social japonesa; algo presente ya en el título de la muestra. Kawaii es un término frecuente entre los jóvenes japoneses (se podría traducir como simpático, mono, bonito…) y que designa una actitud a la vez naif y desencantada ante la vida. Una forma de ser que denota descontento y desánimo con el presente para centrarse en la recuperación utópica de la infancia. Un complejo proceso de retorno (imposible) que genera una estética y un pensamiento ambiguo; en equilibrio entre lo inocente y lo perverso, entre lo amable y lo agresivo o entre lo admitido y lo prohibido. Algo, al fin y al cabo, muy propio de la cultura adolescente tanto en Japón como en nuestra sociedad.
Bajo el título “tradición y modernidad”, un emblema con poco gancho pero que refleja de un modo fiel las intenciones de Aya Takano (Saitama, 1976), Kawaii! inicia su ciclo. Una veintena de piezas de esta joven artista – entre dibujos, acuarelas, pinturas de gran formato, un video y un enorme peluche en medio de la sala – que muestran un universo adolescente confuso e inquietante, vinculado directamente a la vivencia femenina.
Además de formar parte del taller Kaikai Kiki de Takashi Murakami y trabajar como artista, Aya Takano es también dibujante de cómics, escritora de ciencia-ficción y ha participado en la realización de películas de animación y videojuegos. Un marco de actuación amplio que le permite un claro dominio del imaginario popular que define su trabajo en arte.
Su obra se inspira tanto en la pintura antigua ukiyo-e, fundamental en la cultura nipona del siglo XVII hasta el XIX, como en la ultramodernidad propia del manga, el anime y los videojuegos. Un peculiar contraste en el que conviven referentes antiguos como el quimono o los templos sagrados con elementos contemporáneos como la arquitectura hi-tech y escenas propias de la vida urbana. Todo teñido de un fuerte erotismo que la artista extrae tanto de un contexto (por ejemplo de la tradición del shunga y sus escenas de sexo explícito) como del otro (el fuerte componente erótico del manga).
De este modo, sus pinturas reflejan un estereotipo femenino a medio camino entre la inocencia cándida de la niña y la perspicacia provocativa de la mujer. Chicas jóvenes en actitudes comprometidas envueltas en paisajes oníricos, fantásticos e incluso grotescos que tienden hacia esa búsqueda de la infancia perdida antes apuntada. Un mundo muy pop, muy bonito, muy “mono”, con mucho color y vitalidad pero que a su vez esconde un fuerte desasosiego existencial. Al fin y al cabo, una aproximación al Japón actual que refleja una visión preocupante y asfixiante de la desilusión juvenil. Un falso entusiasmo, además potenciado por la música electrónica del video extendida por toda la sala, que inquieta e incomoda al espectador en una extraña mezcla de atracción y rechazo. Algo que no deja indiferente y que permite múltiples y complejas posibilidades de lectura: desde la condición de lolita de las colegialas japonesas del manga a los incompresibles suicidios colectivos programados por Internet por los jóvenes japoneses. Un mundo superficial y naif, como de dibujo animado, pero que esconde mucho más de lo que parece a simple vista.
En este sentido, “Tradición y modernidad” es una buena exposición, al igual que el ciclo planteado por su comisaria. Y por varios motivos además. El análisis artístico de la mentalidad japonesa traduce el conocimiento de ciertos comportamientos y actitudes compartidas en el mundo actual, como el de la juventud; un sector de la población que quizás ya no podemos comprender en su totalidad sin la influencia nipona y su impronta en el estilo de vida de los adolescentes hoy.
Al margen de Kawaii!, lo que inevitablemente genera más dudas al visitar el Espai 13, uno de los espacios fundamentales a nivel de arte contemporáneo en Barcelona, es si este tipo de programaciones son las más efectivas y significativas para el rol de dicha sala en la ciudad. Y es que Barcelona anda muy escasa de espacios para trabajar y producir a buen nivel.
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