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“Matar al mensajero. Jóvenes artistas y medios de masas” es una exposición comisariada por el periodista Javier Diaz Guardiola y que se puede ver en la galería Fernando Pradilla. La muestra pretende reflexionar sobre como los jóvenes artistas perciben y representan en sus trabajos a los medios de comunicación de masas y como se valen en muchas ocasiones de sus mismos soportes para cuestionar sus contenidos. El comisario parte del supuesto generalizado de que los medios de comunicación manipulan la percepción colectiva y crean, por tanto, una realidad común falsa, ajena a cualquier principio de “verdad”.
Diaz Guardiola recurre, para argumentar su discurso, a dos leyes básicas, no escritas, del periodismo, y que hoy resultan obsoletas cuando no superficiales. La primera de estas” leyes” es la conocida «Si un perro muerde a un hombre no es noticia. Sí lo es si el hombre es el que muerde al perro». Lo cierto es que la realidad es otra, y los medios de comunicación no tienen otra tarea que no sea siempre la comunicar, aunque no pase nada. Como diría J. Baudrillard vivimos en el éxtasis de la comunicación, en un estado de hiper-información e hipervisibilidad, lo que provoca a menudo una saturación de noticias banales que no interesan a nadie, pero que producen ruido y solapan lo que debería destacar. Lo sufrimos todos los veranos, estación en la que parece que el mundo se paraliza, y los medios informan sobre las vacaciones de los políticos, las de los futbolistas o la monarquía, cuando no de los peligros de exponerse al sol. Un éxtasis de la comunicación que no tiene otra razón de ser que la de alimentar una máquina de producir contenidos para su distribución en las redes, y que lejos de crear opinión, son consumidas con absoluta indiferencia.
La segunda de las pautas que señala Guardiola es “No dejes que la realidad te destroce un buen titular”. Vivimos ante una realidad mediatizada, construida por símbolos y ficciones, a la que no es posible acceder a través de la experiencia propia, pues todos los acontecimientos pasan a través de los filtros de los medios de comunicación. Que los medios nos manipulan, sin ser del todo una afirmación falsa, resulta simplista en su planteamiento, pues se parte del supuesto de que los medios saben cuál es la realidad, cuando es verdad que los medios influyen, pero a su vez ellos también son influidos. Como observa el filósofo Daniel Innerarity, los medios no manipulan, sino que construyen el escenario de lo que resulta posible. Más que manipular, los medios de comunicación lo que hacen es imponer los temas de referencia, es decir, nos dicen sobre que asuntos debemos opinar.
La mayoría de artistas seleccionados reflexionan sobre como los medios tradicionales, periódicos y televisión, manipulan noticias y crean ficciones paralelas, es decir, los mismo recursos que utilizan los artistas: Ignacio Bautista (Madrid, 1982), en su serie Paper view, interviene las páginas de un periódico mediante la técnica del pastel eliminando la figuras de políticos y dejando tan solo el escenario desde donde ejercen su poder. Alejandro Bombin (Madrid, 1985) reproduce al milímetro portadas de periódicos y revistas. Francoise Vanneraud (Nantes, 1984) en Cada día en superficie es un día bueno suprime las malas noticias de un periódico, por lo que las páginas quedan sin contenido, en blanco, donde sólo se puede ver la publicidad y noticias de pasmosa frivolidad. Salvador Diaz(México, 1977) también interviene las páginas de un diario, eliminando por aquí, subrayando por allá, para imponer su lectura personal. De igual forma, Carlos Salazar (Bogotá, 1973) se sirve de las portadas de varios periódicos descontextualizando las imágenes y dándoles mayor protagonismo frente a los titulares. Por último, Carlos Aires (Ronda, 1974) en su serie “Long Play” utiliza fotografías de archivo extraídas del periódico ABC y descontextualiza y cambia el sentido al sobreponer sobre ellas, en letras doradas y con tipografía gótica, títulos de distintas canciones de música pop.
Junto a los medios impresos, periódicos y revistas, la televisión es otro de los medios criticados en esta exposición. Daniel Martín Corona (Madrid, 1980), en su serie “…3, 2,1” esquematiza en unas cuantas líneas los recursos de los que se valen la mayoría de informativos televisivos para crear sus escenarios: la mesa, el logo, la infografía y la sintonía de cabecera. True Box es la proyección de Miguel Soler (Sevilla, 1975), en la que un cubo suspendido en el espacio va rotando y en cada una de sus caras aparecen distintos logos de diversos medios de comunicación, que aunque diferentes, todos acaban pareciendo iguales.
Sorprende que, a pesar de tratarse de jóvenes artistas, dominen los trabajos sobre medios tradicionales, principalmente periódicos impresos, y no haya una reflexión sobre otro tipo de medios que han modificado el mundo de la comunicación, como son Internet y las redes sociales. La exposición, en definitiva, resulta reduccionista en su planteamiento y en la investigación del tema desarrollado. El único hilo conductor de la muestra es la “sospecha” ante los medios, que si bien resulta justificada en parte, no profundiza sobre lo que ello significa ni sobre otros aspectos relevantes que dominan en la actualidad el discurso de la comunicación.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)