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«Mi moño caoba-dorado trenzado con perlas de fantasía desdeñó tu miopia artística. Mis pestañas postizas, cual fiel escuderas, me protegieron de tu contexto conservador y simplón. Mi vestido fabuloso tejido-zurcido por manos de mujer ancestral destronó tu falocentrismo. Mis guantes rosa licrados le hicieron fisting a tu culo opresor y mente heteronormada. Mis pantys cómplices que me hermanaron con otras marikas disidentes nublaron tus sentidos hasta hacerte dudar de tu propio sistema heteropatriarcal. Mis tacos de-luxe aguijonearon tu ligereza racista y clasista e infectaron tus galerías, museos, medios y redes. Mi halo destellante ofendió certero tu parquedad y mal gusto infestando tu burbuja social. Mi cuerpo travestido dotado de glamour corrosivo tomó por asalto tu urbe capitalina sodomizándola infinidad de veces. Ser fetiche. Ente abyecto. Lujo prostético. Vine, me travestí y vencí. Ya gané. Mientras bailo itsy bitsy teeny weeny yellow polka dot bikini, mi ego está satisfecho, colmado y se desborda como esperma adolescente. Fuí coronada milésima maravilla Perú-wonderland. Devenir mito viviente. Ejecutante de fabulosidad. Frau Diamanda, una diva con misión social. Sé Narciso o muere en el intento»
Tabula Rasa Travesti
Frau Diamanda
2014
Terquedad Travesti
Al abrazar la conceptualidad travesti en y desde mi propio cuerpo y forma de vida, no solo me atrinchero en las múltiples cargas semánticas negativas del término como lo prostibular, perverso, enfermo, precario, marginal, infecto y despreciable en contraposición a lo «trans» domesticado, occidentalizado e higienizado, sino que, además, intento deslizar una idea distinta a la producción capitalista fundada en el capacitismo asalariado; me gusta el sentido contrario de dispendio salvaje y primitvo, tal como lo son el sexo y la sexualidad. Distensión, no contención. Despilfarro de la energía sexual que se disemina por el espacio contaminándolo todo. El cuerpo travesti es de por sí exotizable y fetichizado, entonces, la estrategia emplazada consiste en darle la vuelta al contexto opresor vía métodos de hiper sexualización, uber visibiización y corrosividad, hasta el hartazgo. Un cuerpo así entendido, se expande a límites inimaginables donde ya lo inmediato se convierte en trasvase geopolítico, algo que también llaman transmigración: la travesti se desplaza cual ente mutante desafiando protocolos de todo tipo, incluso, los de control migratorio. Al establecerse tal desplazamiento, las redes afectivas y complicidades políticas son imprescindibles y la aprehensión contextual a toda velocidad se impone de rigor. Las herramientas a disposición están totalmente ligadas a un sentir colectivo travesti que inciden en una conjugación de lo extremandamente femenino, el ingenio, la acidez y la maldad que configuran el mundo real en un empaque sinuoso y neobarroco de hiperrealismo contrapuesto a la norma heteropatriarcal. Nos hemos visto obligadas a diseñar tácticas de supervivencia y auto defensa sumidas tal como lo hemos estado siempre desde la imposición del orden colonial-católico que nunca aceptó nuestra condición de cuerpos en estado de hibridez. Sin embargo, nuestra propensión a divagar con la mente y el ingenio nos habilitó a recrear mundos intelegibles y ampulosos, casi crípticos. Egocéntricas, mitómanas e hiperbólicas, pudimos deslizar retóricas trasvestistas que infectan el paradigma heteropatriarcal que nos ha ninguneado y busca nuestra extinción.
¿De Sudakalandia al «primer» mundo»?
A las travestis no se nos puede perdonar el haber tenido acceso privilegiado a la educación y cultura, sobre todo, en las esferas artísticas clasistas y racistas típicas de las grandes capitales a escala mundial. Se nos mira con desconfianza o con cierto paternalismo. No son aún capaces de comprender la tremenda potencialidad creativa que poseemos, la cual proviene justamente de la extrema atmósfera de violencia a la que nuestros cuerpos precarizados y racializados han sido sobre expuestos de forma continua y que nos ha obligado a sobrevivir. Sin embargo, esa inmensa terquedad que nos caracteriza y que ha determinado nuestro alineamiento estético-político, es la clave justa y precisa para proponer nuevas miradas y enfoques críticos en el mundo real, artístico y musical. En el nuevo contexto «primermundista» del arte existen también obviamente intereses de (re) apropiación cultural y epistemológica a través de la exotización de aquel ser otro, inmigrante y ajeno, propenso a ser canibalizado en aras de una pseudo inclusión lgbtqi de las políticas cuturales asimilacionistas y hambrientas de espectáculo propias de la teoría y academia, puro capitalismo conginitivo. En este sentido, Barcelona no se queda atrás. Sin embargo, la ciduad condal al haberse forjado geopolíticamente a partir del choque y entrelazamiento de culturas disímiles, aporta un sinnúmero de realidades colaterales bastante interesantes para una recién arribada desde el activismo antirracista, el movimiento okupa, ejercicios efectivos de resistencia anti capitalistas diversos, la extensión de redes afectivas de ayuda migrante, redes transfeministas altamente saludables y hasta una escena underground artística y musical pujantes, y, claro, todo esto enmarcado en un ambiente con aires de independentismo catalán y su eterna tensión con el gobierno central del reino español.
Infección cutural travesti
Resulta curioso advertir cómo los dispositivos de clase en el mundo del arte caen desmantelados por su propia lógica de arribismo y meritocracia. El ascenso artístico no se traduce en rendimiento capitalista per se, sino que se instaura como bien cultural ad hoc, por ejemplo, en los tiempos cibernéticos que corremos, esto se traduce en la cantidad de likes o vistas que el trabajo artístico recibe, esta inmediatez quizás nos vuelva insaciables e infinitamente narcisistas. Se trata en todo caso de privilegios. ¿Qué hacer entonces con estos priviegios de pertenencia a un sector específico? Pues propondría zambulllirse en la incertidumbre y analizarla desde dentro como vivencia propia y caldo de cultivo creativo. Precisamente, estas anomalías sociales menospreciadas han nutrido fuertemente muchas de mis propuestas en el ámbito artístico barcelonés. Así, formé parte de un proyecto creativo sobre formas de encuentro en el tejido social de Barcelona, Personae 21, activaciones con formato de encuentros que el Macba emplazó como complemento vivo e interrelacional de la exposición «Al Descubierto o A Escondidas» ampliando el espectro curatorial de Raqs Media Collective. A partir del PEI – Programa de Estudios Independientes – período 2017-2018 del cual fui beneficiaria de una beca por trayectoria artística, deslizamos propuestas innovadoras, las mías, específicamente «manchadas» de tales anomalías sociales como el movimiento okupa, el activismo antirracista, el devenir del cruising en espacios públicos -ocultos para el ojo común-, una ruta real y efectiva de reciclaje de alimentos salvados de la hiper producción capitalista salvaje y cruel y hasta un ruta por esa off Barcelona que jamás aparecería en los folletos para turistas serializados. Al haber asumido el rol de moderadora travesti pude hacer tales propuestas y, en este punto, quiero agradecer a las personas que impliqué como Linda Porn, Julieta Lara, Leopold Estapé, Colectivo Xarxa Barcelona, la Nova Usurpada y Jordi Corominas i Juliá. Y es que al ser una inmigrante travesti sudaka racializada y precaria, la auscultación del entorno resulta fascinante, como si fuera un ejercicio antropológico altamente sexualizable y anodino. Lo que muchos podrían considerar una desventaja social, se convierte en material plástico para la generación de propuestas impregnadas de lo vivencial próximo y se encarnan en la realidad grotesca o la mera curiosidad interventiva.
Sexualización de espacios
Personalmente, me resulta bastante claro que existen formas disímiles de empoderamiento, y una de ellas, bastante poderosa, por cierto, es la sexualización del espacio público, en este sentido, el ofrecer tu propio cuerpo y sexo como moneda de intercambio intercultural es una buena forma al límite de aprehender el contexto y re semantizarlo, tu propio ser se torna detonante de conocimiento usando otros lenguajes, más allá de los convencionales – el tacto, la piel, el calor, etc – y así se inscriben historias escritas con fluidos, o memoria-piel alejada del concepto de archivo teorizante, donde los participantes dialogan con códigos que finalmente pueden ser rotos y expansibles. El proyecto «Escenas Catalanas: Errancias Antropológico-sexuales» que inicié el año 2016, casi recién llegada a Barcelona, es una suerte de ideriva detectivesca que a manera de experimento y error, intenta un mapeo o cartografía de una voluntad de errancia sexual emplazada a partir de lo efímero, tal como lo es un encuentro casual que proporciona interrelaciones empáticas espontáneas propensas a un análisis afectivo. Al ser una artista travesti audiovisual que trabaja con lo inmediato y contextual – desde mis propias experiencias sexo-afectivas a los proyectos comunitarios – otro de los ámbitos que me ha generado profusa inspiración, es el movimiento «okupa» barcelonés, que me ha provisto de una nueva forma de mirar el activismo socio-cultural y su enfrentamiento efectivo contra el capitalismo y la especulación inmobiliaria. Así, diseñé un proyecto de investigación estético-fotográfica a partir del emplazamiento de la deriva del deseo, el contraste del cuerpo físico con el (contra) espacio arquitectural y las nuevas sensibilidades masculinas. A través de la fotografía, y también del video, desarrollo un diálogo estético fuertemente ligado a lo sexual entre la cámara y el objetivo/objeto sexualizándolo vía mecanismos erotizantes, fetichistas, sadomasoquistas, camp, queer y voyeur en este tipo de espacios donde se ejerce la micropolítica efectiva. Así, la travesti multidesplazada en el tiempo y espacio va haciendo propuestas infectantes que reflejan un sentir impregnado de sapiencia nativa . El tiempo travesti es el tiempo de la paciencia, de la constancia y la terquedad. Aguardamos sabias.
(Imagen destacada: Fotografía de Marcos Gómez Barker)
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)