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Movimiento Justicia Museal

Magazine

14 junio 2021
Tema del Mes: pedestalEditor/a Residente: Virginia Lázaro Villa

Movimiento Justicia Museal

Entrevista a Johanna Palmeyro

Johanna Palmeyro (Joy) es museóloga, educadora, creadora, activista. Como trabajadora del estado es co-coordinadora del Área de Museología y Comunidades en el Museo Casa de Ricardo Rojas, en Buenos Aires. Como activista y arte educadora es el primer tentáculo de Movimiento Justicia Museal, un proyecto que nació hace un año y que revisa, difumina, abofetea, agita a los museos y mece a quienes lo construimos desde dentro.

Joy dice que Movimiento Justicia Museal (MJM) es un bálsamo para ella. Un espacio para decir todo lo que no puede desde la institucionalidad. Un lugar de rebeldía y de terapia, en dos direcciones, una pública y otra privada. Considera que tiene que ver con la justicia social pero también con las injusticias individuales que sufren las trabajadoras de la cultura y de los museos en particular. MJM es obediencia al presente de las calles y desobediencia a las instituciones.

Ana Andrés Cristóbal: Llevas un año de trabajo permanente con MJM ¿Cómo lo ha recibido la ciudad?

Johanna Palmeyro (Joy): La verdad es que se ha recibido con mucho amor y mucho odio. Las frases dan bronca. Generalmente los pego en lugares clave. No en cualquier sitio. Están en las cercanías de los museos para dialogar con la institución en la que está. Pasó con la primera frase “Los museos son para todes pero solo una élite lo sabe” en el Museo Nacional de Bellas Artes, que es una reversión de una frase de Dora García. Lo pegué, al día siguiente volví y estaba semiarrancado y dos señoras pasaban, lo vieron y comentaron frente a mí: “esto es una pelotudez”. Me causó mucha gracia. Sin embargo, tras la viralización a través del post del Ministerio de Cultura, que compartió la imagen, mucha gente ha encontrado un referente para decidir cómo afrontar y vivir los museos.

Ana Andrés Cristóbal: Ese primer afiche del que hablas nació desde la obra de Dora García pero incluye influencias de la gráfica de Juan Carlos Romero y la fuerza desobediente de Liliana Maresca. No obstante se ha inoculado algo personal de quien habita desde educación. ¿Qué otros referentes construyen tu pensamiento y tu práctica?

Joy: Me mueven un montón de disciplinas que no tienen que ver necesariamente con el mundo del arte. Por ejemplo, el Movimiento zapatista de México, que inventaron un referente ficticio porque la sociedad pide referentes al mando, pero en realidad su estructura es totalmente horizontal. Claramente la Unión de trabajadores de la Tierra. Su lucha es hermosa y debemos tejer una alianza cultura-campo. Admiro su lucha pero también su forma de organización. Hay una prioridad  que es cambiar las leyes que permiten el acceso a la tierra y por detrás hay un entramado de otras luchas necesarias pero con la legislación como foco. Marlene Wayar. Ella es una referente y activista travesti. Escribió Travesti: una teoría lo suficientemente buena. Tuve claro que su mensaje era lo que yo entendía como cultura: salir de un espacio de privilegio y habitar otros espacios. Nos recuerda que lo que ha sido instalado como cultura, no necesariamente lo es. Ella es actualmente la coordinadora de educación en el Palais de Glace, acá, en Buenos Aires. Me alegra que ocupe un espacio político. Sussie Shock. Viene también desde el activismo trans pero desde el lenguaje de la música y desde la poesía. Utiliza los lenguajes del folklore de la tradición argentina, claramente patriarcales y los actualiza. Es espectacular. De identidad Marrón. Es un colectivo potente de artistas, activistas, abogados y que lucha contra el racismo estructural de Argentina. Ellos hablan de construir una identidad marrón. Me parecen muy inspiradoras, por su lucha y su capacidad de comunicación.  De las artes Jenny Holzer. Amo como hace uso de la palabra. Como con una frase, un truismo, una frase corta, dice tanto. Me parece hermoso cómo ocupa un espacio con las palabras.

Ana Andrés Cristóbal: Es interesante y bien complejo situarte. Te mueves en unas lindes entre el afuera y el adentro. Tu práctica como trabajadora del estado trae al pueblo a las salas-jardines. Tu trabajo personal habita las calles para cuestionar las tripas de las instituciones que funcionan, muchas veces, como burbujas al margen del hoy. ¿Dónde te sitúas en ese espacio intermedio tan complejo? ¿Hasta qué punto MJM también tiene ese lindero?

Joy: A mí también me cuesta leer donde estoy. No lo sé. Antes del MJM estaba completamente inmersa en la institucionalidad. Y completamente convencida de que la cultura pública cambiaríamos el mundo. De alguna manera lo sigo pensando, si bien, no tanto desde la institución sino más bien desde los lenguajes extramuros. De los grupos que nacen espontáneamente, en las calles y sus conversaciones. Se dan en el espacio público pero no en las instituciones públicas. La verdad es que me interesan ambas cosas. Sin las instituciones MJM no existiría ya que su trabajo es justamente cuestionarlas.

Ana Andrés Cristóbal: MJM comienza en internet. Sale a las calles por la noche y se inocula en las instituciones después. Este proyecto, que debería generar ciertas asperezas dentro de los museos por su claro hackeo a las estructuras museísticas y sin embargo ha querido ser integrado como parte de la producción cultural de algunos museos nacionales de Argentina. ¿Cuál crees que es la razón de esta incorporación en las estructuras culturales? ¿No te preocupa su posible apropiación?  ¿Cuál crees que será su deriva futura?

Joy: Yo trabajo para el estado desde el Museo Rojas pero mi trabajo como creadora en MJM es independiente. Es mi trabajo personal y esto ha sido difícil de procesar por las estructuras del gobierno. Los afiches nacieron para estar en las calles. Desde MJM digo lo que quiero. Y es ahí cuando salen las cosas más potentes, cuando no tengo filtro.

Por otro lado, no puedo pensar una deriva. El futuro es una nebulosa. Sé que hoy es esto. MJM vive en el presente abordando el presente. Trabaja para visibilizar y accionar esta reflexión sobre los museos. Pienso también en cambios desde las leyes. Para que cambien las condiciones laborales de los trabajadores de museos y el acceso de todas las personas. Sí que me interesa que no se quede en Argentina. Es un poco abrumador porque no sé como hacer que se sumen más allá de compartir afiches y conversar con ellos. No me interesa la estructura vertical. No tiene que pasar por mi.

Ana Andrés Cristóbal: Tu hacer antipatriarcal, decolonial, antirracista, distribuido e inclusivo pone en jaque a los cimientos de nuestros museos que hacen uso de discursos aparentes pero cuya práctica se ve taimada por las inercias históricas, las pedagogías y políticas invisibles que limitan, paralizan y rajan la revisión práctica de sus propias palabras. Siento a MJM como una llamada de atención. ¿Crees que es realmente posible refundar los museos?

Joy: Los museos van a seguir existiendo. Nacieron para cumplir los intereses de una burguesía. Para legitimar sus objetos. Y no podemos seguir las órdenes de estas élites y bases del pasado. Debemos dejar de pensar que el museo no es el presente y dar paso a nuevas voces y narrativas que están ahí. Nuestro trabajo es hacer los cruces para que esos vacíos y relatos puedan construir y reformular ese presente. Estas voces, como Unión de trabajadores de la tierra han tomado el jardín.

Ana Andrés Cristóbal: Joy, ¿quieres decir algo más?

Joy: MJM es de la calle. Aunque me convoquen desde las instituciones. Pertenece al espacio público. Lucho contra el verticalismo y sus estructuras. No quiero ser el referente ni la cabeza del pulpo. No inventé nada nuevo. Viene sucediendo en un montón de espacios. Solo hice afiches para visibilizarlo. Hay muchas haciendo justicia museal. Yo solo quiero ser un tentáculo.

Háganlo, aprópiense.

Ana Andrés Cristóbal es arte-educadora y comisaria, pero sobretodo trabaja por ser tintorera natural y agricultora. Aunque ha trabajado una década en museos «importantes» decidió autoexiliarse para tirar al monte y al rural que es donde cree que reside la cultura real, mirando al pasado para hacer el presente. No cree demasiado en las obras de arte, y cree que la cultura vive en las cosas cotidianas que permiten el buen vivir.

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