Buscar
Para buscar una concordancia exacta, escribe la palabra o la frase que quieras entre comillas.
En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.
En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.
The Museum of endangered sounds es el proyecto de Brendan Chilcutt. Lanzado en 2012, el objetivo de Chilcutt es recopilar aquellos sonidos propios del mundo analógico, es decir, de antiguos artilugios electrónicos. Chilcutt recrea estos complejos sonidos a través de un lenguage que los re-interpreta como composiciones binarias. Según explica, el proyecto deberá estar acabo en 2015, después de 7 años de investigación para lograr reproducir fielmente los sonidos sutiles pero tan característicos que casi han desaparecido.
El sonido de un VHS siendo absorbido por un reproductor de vídeo. El sonido inconfundible de un Gameboy, esa melodía sencilla y hermosa. El sonido que se produce al limpiar un cartucho de la Nintendo antes de insertarlo en su ranura. Sonidos que se pierden poco a poco, sustituidos por refinados zumbidos y elegantes desplazamientos de dedos ágiles sobre superficies varias.
Vale la pena recordar los sonidos de nuestra infancia. De hecho, muchos dispositivos digitales intentan recrear estos sonidos. El extraño zumbido reproducido al enviar un email, el sonido de los números girando al programar la alarma como si se tratase de un engranaje. Son sonidos que recuerdan al mundo analógico pero que no lo son. Puede que sean necesarios para aquellos que no somos de la generación digital, para que realmente tengamos la sensación de estar llevando a cabo una acción al hacer click en «enviar», pero no pueden sustituir al verdadero zumbido analógico o al sonido de la maquinaria trabajando.
El «Museum of Endangered Sounds» recupera estas delicias sonoras, inmortalizándolas, irónicamente, de manera digital. La contradicción que supone crear un museo digital de sonidos analógicos puede pasar desapercibida. Digitalizar los sonidos es lo más lógico, en ojos de nuestra sociedad. Es la opción más obvia. Pero también revela algo fundamental: lo analógico no tiene lugar en nuestro mundo. ¿Es que la ley digital es la única capaz de representar la nueva realidad del mundo? Incluso aquellos sonidos que, en su momento, eran incapaces de habitar otro espacio que no fuera el físico, deben ahora someterse, transformarse y reconvertirse para poder existir de nuevo, para perdurar durante toda la eternidad. O hasta que el formato se vea obsoleto. Lo que llegue primero.
El proyecto de Brendan Chilcutt es solo otro ejemplo de la crisis de identidad que la realidad digital le esta provocando a la cultura contemporánea. Una crisis donde el arte tendrá mucho que decir.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)