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Estamos en enero y la gente piensa y pregunta sobre los planes de futuro. En el último número del «Manifesta Journal», Bojana Kunst publica The Project Horizon: On the Temporality of Making. En el artículo, Kunst aborda el abuso que hacemos de la palabra proyecto que vincula, desde el principio, a la ansiedad que el empleo excesivo de este término provoca. Esta incomodidad viene, según ella, de la negociación que hemos de hacer entre los proyectos realizados y los no realizados para que ambos tengan cabida en la imagen de nosotros mismos, proceso que hemos de compaginar con el arrojo permanente de nuevos imaginarios hacia el futuro.
Pero el tiempo en el que vivimos es volátil. La estabilidad de los factores que definen los escenarios presentes es poco fiable. Ante la promesa capitalista de la forja del porvenir con el trabajo nos damos de bruces con la crisis del significado del término futuro. Es un receptáculo de alto riesgo para las imágenes generadas en el ahora. Pero, según Kunst, seguimos uniendo trabajo y futuro mediante el uso compulsivo de la palabra proyecto.
Quien propone un proyecto hace una promesa al sistema y compromete su cuerpo a vivir con esa deuda. Dice la autora que en el uso de esta terminología se hipoteca también el cuerpo -la vida- del artista. Con lo complicado que con frecuencia es distinguir entre los proyectos y la vida de quien los formula, es difícil imaginar una perspectiva que deje espacio para el disfrute. El problema es, de acuerdo a Kunst, que la ansiedad por cumplir la promesa, sobre la que se tasa el nombre del artista joven, sustituye el goce otrora presente en el ejercicio de una labor.
Si limitamos nuestro gusto por proyectar sentiremos alejarnos de la norma que hemos heredado: una experiencia del tiempo propia de la modernidad clásica, ya obsoleta. Quiero recordar aquí el reclamo de la vida contemplativa como postura para entender el presente que hizo Boris Groys en 2009 en E-Flux. Ante la imposición de una vida activa con la que las ideologías de la modernidad crearon en el trabajador la ansiedad por una emancipación futura y utópica, contemplar el presente es la llave para no sucumbir a la deuda que no sabemos si algún día podremos devolver. Como señalaba el alemán, es precisamente nuestro habitar el flujo, el no tener un escenario presente estable, lo que nos permite ejercer esta radical contemplación.
Bojana Kunst habla de jóvenes performers; Boris Groys hablaba de vídeo basado en la repetición. Ella propone que la producción artística reconsidere la proporción de atención que dedica al ahora y al mañana. Hagámoslo todos para escapar a la locura.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)