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Nyamnyam: sacando la cotidianeidad fuera de casa

Magazine

17 octubre 2016
Tema del Mes: ComidaEditor/a Residente: A*DESK
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Nyamnyam: sacando la cotidianeidad fuera de casa


Descubro a nyamnyam en el 2013. De algun modo me entero de que ese espacio acogerá entre enero y junio de 2014 proyectos de artistas a los que sigo, como Job Ramos (sobre el cual escribimos aquí) o El Conde de Torrefiel. La primera vez que pongo los pies en nyamnyam es en la fiesta de presentación del ciclo «Todo el que me gusta es ilegal, inmoral o engorda», que contaría con la participación de los que acabo de mencionar. Celebro haber ido acompañada porque me encuentro en una casa, donde me proponen descalzarme, donde la gente come y habla de forma distendida y dónde no sé demasiado bien qué está pasando. De hecho, no pasa nada y pasa de todo. Es una fiesta.

Después de aquello y hasta día de hoy, he vuelto a su espacio y he comprobado que el ambiente es siempre el mismo. Nyamnyam ya ha organizado tres ediciones del ciclo que aquel día empezaba. Han llevado a cabo «Cocinar es un acto político», una serie de talleres de cocina. Han participado en varios festivales, han mantenido «Nyam al vacío», un servicio semanal de catering a domicilio, han tenido dos hijos y en el momento de hacer esta entrevista se encuentran en Madison, Estados Unidos. Han trabajado dos meses allí, invitados por el departamento de Arte de la University of Wisconsin, han elaborado el display «All fours» para el proyecto «Feeding Farmers», de Spatula&Barcode que se presenta en la Wisconsin Triennial, en el Madison Museum of Contemporary Arte (MMoCA), y han hecho una residencia en The Bubbler, de la Madison Public Library. Vuelven a Barcelona a principios de octubre y son recibidos con un Aplaudiment, uno de los Premios FAD Sebastià Gasch a las Artes Parateatrales.

Pero ¿qué hay detrás de tanta actividad? ¿Qué es nyamnyam? Si intento sintetizarlo en dos palabras, a toda velocidad me aparece «arte» y «comer». Pero rápidamente, también, me aparece un interrogante detrás. nyamnyam no tiene nada que ver con el arte ni con comer si al poner estas dos palabras juntas, lo que nos viene a la cabeza son imágenes de bonitos cupcakes en Instagram o en Pinterest; una visita a la Opera Samfaina; la exposición «Arts and Foods» de Milà (2015), o un plato de Ferran Adrià. En los últimos años ha habido un boom de la gastronomía como elemento mercantil en los medios de comunicación y en las redes sociales que ofrece un consumo basado en su estetización, en su apariencia. Por estos canales la comida se consume visualmente como una imagen bonita, neutral, despolitizada. Nada más lejos de nyamnyam. Hablamos de ello con los que lo hacen posible: los artistas Iñaki Álvarez y Ariadna Rodríguez, con la presencia de sus dos hijos.

¿Cómo son los inicios de nyamnyam?

Ariadna: Cuando empezamos el proyecto en el 2011 nos encontrábamos en una situación en la cual de golpe teníamos más tiempo y menos dinero. Sabíamos que si empezábamos algo, lo teníamos que empezar volviendo a casa, al más mínimo del mínimo, a la cotidianidad. Queríamos crear un contexto donde pasaran cosas y para nosotros la comida era un elemento muy interesante para conseguirlo.

A veces nos han dicho que tenemos mucha suerte de trabajar con esto porque la comida está de moda. Para nosotros no es una suerte porque lleva a la gente a pensar que trabajamos con la comida de una manera diferente de la que realmente es. Al hablar de qué hacemos nosotros, siempre tenemos que empezar diciendo todo aquello que no es nyamnyam: no es un restaurante y no trabajamos la comida como un material. Nuestra lectura parte de dejar la comida allá donde está:food is food. Por otro lado, queremos rebajar el arte a un listón más relajado, trayéndolo a la mesa, como elemento democratizador y como un lugar donde pueden pasar cosas, como las tres ediciones del ciclo «Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda», para el cual hemos ido invitando a diversas personas a llevar a cabo un proyecto en nuestra casa a la hora de comer los jueves. Puedes decir que la gente viene aquí los jueves y come, es una realidad, pero también hay todo el trabajo en el proyecto de cada persona invitada. Y este trabajo está por encima de la comida. El trabajo es el foco.

Iñaki: La comida es el pretexto, es la excusa. Lo central no es la comida, sino el momento de sentarse a la mesa juntos, cocinar juntos, o compartir una hora determinada, que es la hora de comer. Hay una cosa que es un poco fea pero que me gusta mucho decir, que es que con nyamnyam nos podemos permitir el lujo de hacer mala comida porque en el fondo la comida, como resultado, no es lo importante. No tenemos que convencer a nadie de que sabemos cocinar. Podemos hacer una mierda porque quizás en aquel momento, por el proyecto que sea que se está llevando a cabo, es necesario que la gente se coma aquello. Bien, siempre que digo esto Ariadna responde enseguida diciendo que no es verdad, porque todo el que hacemos siempre está muy bueno.

Pensándolo bien, quizás una palabra que podría definir más nyamnyam que el nombre «comida» es el verbo «cocinar». ¿Cómo lo veis? De hecho, hicisteis una serie de talleres que llamasteis «Cocinar es un acto político». ¿Tiene esto relación con vuestra atención a todas aquellas capas de significado que contiene la comida y las prácticas culinarias, como si llevarais a cabo un tipo de investigación de la gastronomía?

Iñaki: Reivindicamos el cocinar para hablar, por un lado, de la buena alimentación, puesto que uno de los objetivos de nyamnyam es el de trabajar y difundir las buenas prácticas en el comer. Por otro lado, también queremos dar importancia a los procesos de intercambio de información que rodean el acto de cocinar. Nos interesa el open-source de las recetas.

Ariadna: Nos ponemos a hacer investigación en profundidad en función del proyecto que se esté llevando a cabo en nyamnyam. Por ejemplo, al trabajar con Aimar Pérez Galí, con quien empezamos a hablar del concepto de comunitas, en el marco de su participación en la primera edición del ciclo «Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral, o engorda», nos llevó al tema de la fermentación, y a partir de ahí la empezamos a trabajar de una manera muy intensa, cuando en un principio no teníamos ni idea. Esto nos ha pasado con muchas cosas. Hay una investigación en marcha a través de la comida pero llegamos con el trabajo. Siempre decimos que hemos querido alejarnos de la gastronomía y acercarnos a la comida pero esto es mentira. Tendría que ser gastronomía lo que hacemos. La gastronomía es lo que rodea a la comida y le da un contexto. Lo que pasa es que es un concepto que, como tantos otros, ha adquirido unas connotaciones diferentes, que lo han convertido en otra cosa.

Todas estas tendencias alrededor de palabras como «gastronomía», las leo como fruto de campañas que lo que consiguen es, por un lado, hacernos consumir un producto determinado relacionado con un sistema económico claramente capitalista y, del otro, transmitir a los consumidores la sensación de responsabilidad, de poder de decisión, sobre unas condiciones ambientales, sociales y económicas que no están en nuestras manos. Si realmente quieres afrontar todo esto desde una posición ideológica firme, te encuentras que resulta casi imposible seguir unos patrones políticos coherentes en tus actos cotidianos. Me parece que ante esta complejidad, la manera como funciona nyamnyam se encuentra mucho en consonancia con estas ideas, hasta el punto que llega a afectar todos los aspectos de vuestra vida.

Ariadna: Se ha llegado a un punto muy exagerado. Y son dos extremos: tú puedes comprar en el Veritas o conseguir ponerte en la cooperativa que haya en tu barrio. Por otro lado, todo esto afecta a otros aspectos de nuestra vida porque, para mí, si defiendo las políticas de cocinar y comer de una determinada manera, mi relación con los niños también tiene que pasar por ahí. Para mí es todo lo mismo. Por eso a veces la gente tiene la sensación que nyamnyam es todo un mundo. Porque, está claro, estamos hablando de comer, pero también de crianza… ¡es que es una casa! Es un día a día, es lo cotidiano y es una relación con todas estas cosas. Sin querer convertirnos en ningún modelo de nada. De hecho, llevar esta vida tampoco es fácil, pero está claro que tenemos una preferencia muy grande para conseguir hacer todo esto, cueste lo que nos cueste. No es fácil ser artista y vivir así. Pero es lo que hemos elegido: crearnos un contexto nosotros mismos.

En el momento de hacer esta entrevista os encontráis en Madison. Habéis pasado dos meses aquí, habéis viajado en familia y estáis trabajando todos juntos. Pero como habéis dicho antes, nyamnyam es una casa y la cotidianidad familiar es muy importante. ¿Cómo ha ido la experiencia de trabajar en otro contexto?

Ariadna: Aquí, en los Estados Unidos, hay una realidad que es muy fuerte: si tienes dinero, pesas unos kilos, y si no tienes, pesas tres veces más. Aquí siempre es más caro cocinar que comprar comida hecha. Y esto es una cosa que en casa todavía no es así. La relación entre la comida, el poder y el control se hace visible en el hecho que todo el mundo es totalmente dependiente de una serie de hábitos debido al uso de los azúcares en cualquier tipo de alimento. La mayoría de la gente está totalmente enganchada. Para mí, todo esto sólo hace que darme más empujón para trabajar como lo estamos haciendo.

Iñaki: La experiencia habrá sido una buena sacudida. Cuando volvamos a casa seguro que nos daremos cuenta que nos ha movido muchas cosas y nos llevará a cuestionarnos cómo nos organizamos en el futuro, tanto a nivel laboral, como a nivel familiar, porque está siendo muy intenso (de fondo se escucha a Gal·la cantando). Por otro lado, aquí nos hemos dado cuenta que todo el trabajo que hemos hecho hasta ahora en formatos muy diferentes, nos sirve para este nuevo proyecto, «Eat Food», que hemos trabajado y presentado aquí y que traeremos con el título «COMIDA» al Teatro Pradillo, de Madrid, del 17 al 23 de octubre. Es el primer proyecto firmado como nyamnyam, sin invitar a un artista, sin ser un encargo, sin tener formato de taller… Hay una serie de cosas que hemos estado haciendo en los últimos años y que están aquí. Es una instalación y es también una cosa escénica, pero sin formalismos, ni frontalidad. Podría ser un taller pero no lo es. Podría ser una comida, pero no lo es… Aparentemente se trata sólo de una mesa llena de libros en constante cambio, donde vamos colocando objetos, acciones y alimentos de manera casual. Este elemento tiene la potencialidad de activar otros gestos colectivos y de convertirse en una cocina, en una comida, o en una fiesta, como podría pasar si nos encontráramos en casa de un amigo.

Por lo que decís, pues, en el Pradillo el espacio físico de nyamnyam, la casa donde habitualmente concentrabais vuestro trabajo y el de vuestros invitados, vuelve a quedar lejos. De todas maneras, antes habéis hablado como un elemento esencial de nyamnyam y al parecer es a través del gesto de cocinar y de los elementos propios de la gastronomía -como «aquello que rodea a la comida y le da contexto»-, que conseguís hacer referencia a aquel lugar. ¿Cómo es esta relación con la casa y como la trabajáis en la distancia?

Iñaki: Creo que hemos aprendido mucho a jugar con la cotidianidad y a hacer sentir a la gente cómoda con aquello que está pasando en aquel momento. La reflexión general de la gente que vino a la presentación de «Eat Food» a la Universidad de Madison, era esta: una sensación de cotidianedad, como estar en casa de alguien. Ellos estaban cómodos porque no necesitaban tener atención, ni el punto de mira era solo uno. Todo pasaba de manera gradual. Se acercaba más a una idea de fiesta, o de entender estos talleres que hacemos en los cuales no hay un director y todo el mundo lo sigue, sino que se trata de cocinar juntos. Seguimos persiguiendo esta idea de cocinar juntos, de compartir conocimiento y de pensar que quizás la conversación es mucho más interesante que el punto de partida inicial que teníamos, porque la conversación nos lleva a otros lugares. Esta atmósfera es quizás lo que estamos intentando buscar ahora: ¿cómo podemos transportar a otros lugares la atmósfera que normalmente teníamos en nyamnyam? ¿Cómo la podemos convertir en otros formatos? Y quizás nos desenganchamos de la casa y empezamos a generar cosas afuera.

Anna Dot nació un domingo de abril. Es de Torelló y trabaja entre dos mundos que no percibe separados de ninguna manera: el de la producción artística y el de la reflexión sobre los contextos artísticos a través de la escritura.

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