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Hacer algo que no parezca arte – entrevista a Anneli Käsmayr / dilettantin produktionsbüro

Magazine

10 octubre 2016
Tema del Mes: Comida
dreijahre. Foto de Jan Meier

Hacer algo que no parezca arte – entrevista a Anneli Käsmayr / dilettantin produktionsbüro

Anneli Käsmayr es miembro fundador de dilettantin produktionsbüro, creado en 2003 en Bremen como colectivo abierto de artistas que actúan en el intersticio conceptual entre el arte y la vida cotidiana. A través de instalaciones, intervenciones y performances, el grupo crea espacios efímeros que comunican a través de un envoltorio agradable, basado en la experiencia gustativa. Entre sus últimos trabajos se incluyen un ciclo de cenas (Eating the forest), un foodtruck y un proyecto de moda (Sloe – Tu thee good), un centro de arte efímero (Thisisnotashop), un proyecto de restaurante de tres años de duración, una tienda de discos (sex®shop) y un hotel (HOTEL). El grupo da talleres y seminarios sobre el sabor, la performance y la hospitalidad como prácticas estéticas e implementa formatos de hospitalidad site specific. Anneli Käsmayr es, además, investigadora predoctoral en el IAEP (Institute of Aesthetic Practice and Theory) de Basilea.

La descripción del trabajo de dilettantin produktionsbüro en su página web dice que el proyecto explora las fronteras del arte y la vida cotidiana a través de elementos gustativos. Cuando te conocí en Bremen hace unos años estabas trabajando en No ART Around, la publicación sobre el proyecto dreijahre. Háblanos un poco sobre este trabajo.

El proyecto dreijahre fue un restaurante con una duración fijada previamente de tres años, o 1095 días. Lo empezamos después de los estudios universitarios como un experimento sobre lo cerca que se puede llegar a estar de lo cotidiano haciendo arte antes de que se produzca un vuelco. Antes habíamos realizado diferentes proyectos de una duración limitada que se acercaba más a lo común en las exposiciones de arte: un bar pop-up durante dos días, un café durante varias semanas, un hotel durante tres días. Así que la idea de hacer que fuera más difícil de reconocer como arte al ampliar el marco temporal del proyecto nos pareció interesante. Tres meses no era suficientemente largo, así que optamos por tres años. Inicialmente planeamos hacer la recreación de un bar, pero el lugar que habíamos encontrado disponía de una licencia de restaurante, así que lo convertimos en un restaurante con café, bar y un pequeño club secreto en el sótano. Una cuenta atrás digital situada detrás de la barra marcaba los días que faltaban para que el espacio transformado desapareciera, desde el principio. Esta fue, de hecho, una estrategia muy poderosa porque la densificación progresiva del proyecto hizo que nos uniéramos mucho. No había lugar para la pereza. Creo que, al saber que el tiempo está circunscrito, cambia la manera en que percibes tu propio trabajo y cualquier cosa, realmente. En el proceso de creación del libro que hicimos después de dreijahre, en una conversación con René Block y Anna Bromley[[Spooning Away. Rene Block in Conversation with Anna Bromley and Anneli Käsmayr. in: No ART Around, Berlin, 2012.]], Bromley mencionó que él medía temporalmente todos sus proyectos, programándolos para un día, tres años, diez, quince años… Eso impide que haya una rutina y creo que hay mucha energía en eso.

La duración de tres años cambió totalmente el trabajo para nosotros – levantarse cada día para hacer algo que no necesariamente se ve como arte pero hacerlo con el fin de hacer arte fue todo un reto, un reto agradable. Se sentía como convertirse en restaurador cada día, de forma muy consciente. Si le quitas la inmensa presión financiera, es un lujo tener la posibilidad de ser un empresario y la ingenuidad de hacerlo totalmente verde y sin entrenamiento. Poder explorar nuestra práctica artística cada día. Y pudimos hacerlo porque tuvimos un socio que confió en nosotros y en la rareza de hacer un restaurante de esta manera, cosa que fue crucial para todo el proyecto.

¿Cuál fue la recepción pública de este trabajo? ¿Era el público consciente de que se trataba de un proyecto de arte y no sólo de un restaurante-cafetería?

Como la idea era conseguir acercarse lo máximo posible al “no-arte”, la recepción por parte del público reflejó eso, con gente que sólo venía por la comida y la bebida, como si fuera un lugar social, y otros que estaban intrigados por el concepto de formar parte de una obra de arte. Creo que la heterogeneidad de la audiencia (y de sus expectativas) era realmente necesaria para provocar la pregunta de si esto podía ser realmente arte. Las preguntas interesantes son aquellas que generan debate. En el proceso de trabajo previo nos preguntamos dónde debería tener lugar este proyecto y fuimos de viaje a Berlín y a Amsterdam para investigar ambientes gastronómicos y descubrir cómo y dónde queríamos estar. Nos dimos cuenta de que si llevábamos a cabo el restaurante en Berlín, podíamos perder un factor importante: la heterogeneidad del público, corriendo el riesgo de que el proyecto fuera capturado por una cierta multitud cómplice o perteneciente al mundo del arte, con lo que la duda sobre lo que el restaurante realmente era desaparecía. Incluso en la pequeña ciudad de Bremen, donde decidimos situar el proyecto, experimentamos un público cambiante al principio, cuando diferentes tipos de personas venían a ver de qué iba la cosa. Tuvimos mucha suerte, después de un tiempo, de tener un público amplio formado a la vez por familias, parejas, gente de negocios, incluso personas mayores las tardes de fin de semana, y por estudiantes. Mucha gente del teatro y de otros ámbitos creativos vino regularmente, también.

¿Para dilettantin produktionsbüro, es la hospitalidad una forma de seducir al público?

En la hospitalidad, siempre se trata de crear un ambiente abierto que haga que la gente se sienta a gusto y quiera quedarse. Lo que puede sonar un poco inocente y superficial al principio para nosotros es una calidad fuerte, la idea de llegar a la gente de forma genuina, hacerla disfrutar de la esencia de una creación total. Hay una cierta magia en el uso del espacio, el sonido, los materiales, la luz y los elementos gustativos para crear algo que realmente llegue emocionalmente a las personas. La comida puede hacerlo muy fácilmente, como también puede la música. Además, siendo conscientes de nuestra percepción sensorial, cambia la forma de reflexionar sobre algo. Uno habla (y piensa) diferentemente cuando come o bebe.

Lo interesante de la comida es que el gusto y el olfato son procesados en el sistema límbico, así que podemos tener una reacción emocional muy fuerte incluso antes de que la razón entre en acción. Así es como utilizamos elementos gustativos para seducir al público, que se entrega en ese mismo momento. Creo que la habilidad de llegar emocionalmente a la gente es la calidad principal del negocio de la hospitalidad y tal vez incluso del arte. No hay ninguna obra que no haya sido creada para no ser percibida, tomada, replicada. Somos seres sociales, queremos tener contacto, ser reflejados e inspirados.

SLOe. Foto de Andrea Lu­ehmann

En este momento estás trabajando en un proyecto de tesis doctoral acerca de cómo lo emocional y lo culinario se relacionan entre sí. ¿Cuál es tu método de trabajo? ¿Ves los trabajos de dilettantin produktionsbüro como experimentos o ensayos de este proyecto de investigación?

Por supuesto que nuestros trabajos y la experiencia de cómo la gente reacciona a la atmósfera que creamos me ha llevado a esta misma pregunta: ¿qué es lo que tiene la experiencia sensorial del sabor y del olor que puede desencadenar emociones tan fuertes, buenas o malas? ¿Qué ocurre en el cerebro? ¿por qué el placer que produce un sabor agradable nos hace sentir bien a nivel holístico y qué sucedería si nos centráramos en vivir momentos de este tipo más a menudo? En 2014 mi co-directora de tesis Andrea Lühmann y yo comenzamos una serie de trabajos bajo el nombre “Do thee Good” que se centra precisamente en esta cuestión y nos dimos cuenta de que era muy poco común abordar este tema en el mundo del arte. Parece que haya muy poco espacio para “procurarse bienestar” en las artes. Para mí es muy desagradable que mucha de la gente que conozco en el mundo del arte, ya sean artistas o curadores, estén a menudo estresados con el funcionamiento del arte y de sus dinámicas de mercado. Hay una enorme sensación de abuso, de altas expectativas, de presión, de estar mal pagados o no pagados en absoluto, de una competencia que lógicamente conduce a una pirámide, con pocas personas en la parte superior y miles de personas en la planta baja. La regla no escrita de que el éxito tiene más que ver con pertenecer al lobby adecuado puede crear bastante amargura, la gente piensa que puede calcular el impacto de su trabajo en lugar de centrarse en hacer y disfrutar de su trabajo. Y yo creo que esto es poco saludable.

Mi antiguo profesor, Rolf Thiele, me dio el consejo tal vez más importante que he recibido como artista: haz lo que te gusta y hazlo dentro del arte. Y yo trato de transmitir esto a mis estudiantes, también. Creo que gracias a este aprendizaje siempre he confiado en un lenguaje que puede no parecerse a un medio artístico, pero que yo aprecio (sabor agradable). Visto así, la comida es una cosa tan fácil, puede haber mucha alegría en la experiencia gustativa más simple, tomar una fresa fresca del campo en verano o el olor del pan recién horneado! Muy seductor. Por otro lado, nuestro lenguaje está lleno de expresiones que utilizan términos relativos al comer para describir emociones: podemos confiar en nuestro instinto visceral, hay cosas que nos hacen vomitar o digerimos una información. Parece que hay una conexión histórica importante entre el intestino y la intuición. Yo me sirvo mucho de esta conexión en talleres y consultoría.
Por eso me emocioné mucho cuando me dieron la oportunidad de trabajar en el proyecto de investigación de SNF, “Cocinar y comer como práctica estética” de la Universidad de Arte y Diseño de Basilea, en Suiza. Es un proyecto que investiga los puntos de contacto entre los campos de la cocina y del arte. Como parte de mi investigación de doctorado me encuentro con muchos expertos del trabajo con el sabor: cocineros, productores, camareros, perfumistas, panaderos, artistas, diseñadores y también científicos de diferentes campos. Es interesante ver cómo la mayoría son apasionados de trabajo y además es genial poder conocer a personas que inspiran. He aprendido mucho sobre los diferentes enfoques para ver y concebir el gusto culinario al entrevistarlos.

Últimamente se han celebrado algunos eventos en torno a la comida y el arte, por ejemplo los organizados por Entretempo Kitchen Gallery en Berlín y París. ¿Crees que el trabajo que desarrollan dilettantin produktionsbüro y otros artistas que trabajan en el mismo ámbito puede alcanzar el mismo efecto en un evento tan grande con gran cantidad proyectos similares o que, por el contrario, la recepción pública de la obra resulta completamente diferente?

Esta es una pregunta difícil, porque me resulta complicado agrupar todos los diferentes enfoques de la comida y el arte, tal y como lo es con la pintura o la instalación. Al final es solo una cuestión de similitud del medio, pero el resultado artístico y la actitud de cada creador puede variar ligeramente o incluso mucho. Sin embargo, para nuestros proyectos necesitamos que al menos una parte del público sea ajeno al arte y también un cierto recogimiento espacial, también debido a que sobre todo trabajamos de forma site specific. Nos gusta la fricción que viene de algo que no cumple con las expectativas. Así que si nos dieran la posibilidad de trabajar en un museo, probablemente lo convertiríamos en un bar musical, pero uno muy económico. O una tienda chunga de regalos que realmente vendiera cosas. Igual que cuando montamos una tienda de discos en una galería con el colectivo de artistas/músicos SEX. Y me gustaría poder haber visto el Double Club de Carsten Höller en Londres, pero justo coincidió con el pico de trabajo de nuestro proyecto de restaurante dreijahre.

Por lo tanto, un festival de arte y comida sería bastante difícil para el trabajo de dilettantin produktionsbüro, pero ¿quién soy yo para predecir cuál sería la recepción del público? Tengo amigos que dicen que tuvieron el momento musical más mágico de su vida en un concierto de tal grupo en tal festival lleno de gente en el que había todas esas otras opciones… Yo soy más de las que va a un concierto en una sala y luego se va a casa o a un bar. Pero, de nuevo, sé que nuestra percepción sensorial está compuesta por muchas cosas diferentes: el espacio físico que rodea, la manera de ser de la persona, con quien está, si está descansada… Por eso estoy muy emocionada ahora que voy a conocer a otro experto, Charles Spence, un psicólogo experimental de Oxford, que ha hecho un gran trabajo de investigación en este ámbito.

Glòria Guso es historiadora del arte e investigadora en ciencias sociales. Es de la periferia de Barcelona pero vive en París y su segunda casa es Alemania. Para su tesis doctoral en sociología estudia la movilidad internacional de los profesionales de las artes visuales. Escribe, coordina, edita, documenta y critica.

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