¿Puede el arte dejar de ser útil?

¿Tiene utilidad el arte?, ¿Para quién? Y ¿en qué sentido? El espacio Offlimits en Madrid propone a través de una muestra colectiva una reflexión sobre la utilidad del arte y su implicación en el contexto social y político actual.

Comisariada por el colectivo Democracia y la artista Tania Bruguera, la muestra «Arte útil», pretende cuestionar la utilidad y función del arte actual, así como su capacidad como herramienta de transformación de la realidad. La exposición se basa en las obras publicadas en el último número de Nolens Volens, revista anual editada por la Universidad Europea de Madrid. En este ejemplar se reflexiona sobre el arte como una herramienta válida de transformación social, y otorga a la muestra un marco teórico, necesario en este caso, pues la exposición es más interesante por lo que plantea que por lo que muestra.

¿Es posible expropiar dinero a las entidades bancarias? Eso parece, si seguimos las instrucciones del manual de la artista Nuria Güell, en el que recomienda una serie de estrategias para expropiar dinero a las entidades bancarias creando dinero de la nada, es decir, a semejanza de los bancos. El colectivo Todo por la praxis crea mobiliario guerrillero, como un banco con apariencia de barricada; un urbanismo de guerrilla que reivindica un uso del espacio público diferente al impuesto por las administraciones municipales. Destaca también el proyecto de «Turismo raro» de Unofficial Tourism, en el que se han creado una serie de rutas turísticas donde se proponen itinerarios alternativos en la ciudad de Madrid, distintos a los convencionales (boleras, bares horteras, espacios autogestionados o rótulos comerciales de neón). «Real State», de Domènec, es un simulacro de oficina inmobiliaria que se publicita en prensa escrita en Israel y donde se ofertan casas a buen precio en Territorios Palestinos Ocupados. «Rifiuto Con Affeto» (Rechazo con amor) es el proyecto del grupo de artistas Publink, un trueque de objetos y ropa usada “tirados a la basura con amor”. La mayoría de los trabajos suponen “atentados simbólicos” que tienen como objetivo operar en la realidad, aún en la más cotidiana, a través de tácticas micropolíticas y técnicas subversivas de corte situacionista.

Frente a la concepción de l´art pour l’art, – o el dinero por el dinero- , de un arte burgués abocado a la mera contemplación, sin comprensión, aunque eso sí, con un valor de cambio altísimo, la exposición plantea la necesidad de reflexionar sobre un arte con valor de uso. Es decir, sobre un arte que sirva para construir “cosas” y cambiar, o al menos repensar, el contexto en el que se insertan nuestras vidas. En definitiva, un arte destinado a la acción más que a la mera producción de mercancías. La promesa emancipadora del arte, y la cultura en general, aunque hoy pueda parecer irrisoria, es la esperanza que nos queda, la de vivir en la utopía, siendo conscientes de que todo es, como no, política.

Más que la pregunta de si el arte es útil, que siempre lo fue, sobre todo en su vertiente propagandística-político-religiosa, habría que preguntarse, como lo hace acertadamente Daniel Villegas: ¿Puede el arte dejar de ser útil? No nos engañemos, hoy en día para la inmensa mayoría el arte contemporáneo es del todo inútil, y no precisamente en el sentido de Oscar Wilde. Como dice José Luis Marzo “El 85 por ciento de la población no va a los museos, el 85 de la población no puede estar equivocada.” Que el arte sea útil en el futuro dependerá de las decisiones que se tomen en la actualidad sobre las políticas culturales, en base a una mayor formación y participación.

De la misma manera que el mundo no cambiará hasta que no se produzca una redestribución de la riqueza, el arte y la cultura no liberaran ningún proceso emancipatorio hasta que, siguendo a Jacques Rancière, se produzca un reparto de lo sensible, insistiendo en políticas educativas, de inclusión y participación.