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Han salido las cifras de lo que ha costado para España la participación en la Expo de Shanghai. Cifras de escándalo y que se utilizan también para generar más escándalo. El mundo alrededor de las exposiciones universales siempre ha sido caro tirando a muy muy muy caro. Existen importantes dudas sobre su funcionamiento, sobre su viabilidad y sobre los resultados laterales… pero siguen en marcha, con toda una maquinaria política detrás que en algunos casos ocupa el lugar de profesionales que harían las cosas de un modo distinto.
Las decisiones en estos eventos y las buenas prácticas parece que son cosas que no van de la mano. Quien toma las decisiones sigue siendo alguien de alto rango político. A lo mejor allí tocaría preguntar sobre los desajustes en lo económico, sobre todos esos vuelos en primera clase que resulta que no únicamente utilizan los europarlamentarios, sobre los hoteles y los taxis y sobre el lujo en general, que se confunde el «estamos trabajando necesitamos condiciones» con el «venga, dame dos que total paga el estado».
Al mismo tiempo: ¿No sería divertido que en arte siempre hubiera estos sueldazos? ¿Seríamos entonces una industria cultural bien chula?
En este número publicamos tres nuevos textos. Haizea Barcenilla analiza la situación actual en el Musac de León. Mireia Domènech se acerca a la exposición de The Otolith Group en el Macba de Barcelona, y Marti Manen se pregunta sobre el formato expositivo como espacio urbano.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)