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«Síndrome: Context, maneres i estructura. Formes actuals de producción artística a Estocolm» se inauguró en La Capella el pasado 9 de marzo. Nada más escuchar su título pensé tres cosas: la primera, que me parece sumamente interesante la voluntad de enseñar la estructura de un sistema artístico en una exposición (cosa nada habitual en exposiciones, y mucho más en másters de análisis de arte contemporáneo); la segunda, ¿por qué Estocolmo? Poco después descubrí que su comisario, el barcelonés Martí Manen, vive ahí desde hace años. A mi modo de ver, el hecho de que el contexto sea Estocolmo no es importante. Cualquier otro me hubiese parecido igual de interesante; y la tercera, ¿síndrome de Estocolmo? ¿Eso no es lo que dicen de la gente que se enamora de sus secuestradores? Según la RAE, “síndrome: 2. m. Conjunto de fenómenos que caracterizan una situación determinada. ~ de Estocolmo. 1. m. Actitud de la persona secuestrada que termina por comprender las razones de sus captores.” En definitiva, lo que enuncia el subtítulo de la exposición.
«Síndrome» no es una exposición al uso. Rompe con la jerarquía del tiempo y del espacio. Para empezar, no toda la exposición se desarrolla en el espacio de La Capella. Un documental que forma parte de la exposición, «Looking for Headless», se mostrará durante varios días en un centro de negocios de Barcelona. Asimismo, durante toda la exposición están teniendo lugar encuentros entre artistas suecos y diversos agentes locales. Estos están siendo registrados y colgados en varias páginas web (entre ellas en A*DESK).
Por otro lado, lo que sí tiene lugar en La Capella tampoco responde a una linealidad más allá de mostrar fragmentos del contexto sueco. Al entrar a mano derecha pueden verse cinco entrevistas a directoras –todas son mujeres— de diferentes espacios culturales de Estocolmo: espacios privados como la galería Bonniers Konsthal, la agencia de subvenciones estatal Iaspis, o Statenskonstråd, el Consejo Nacional de Arte Público. Cada una dura unos 15 a 25 minutos, por lo que en esta parte se invita más a seguir el ritmo de un archivo que de una exposición. Pueden observarse ciertas contradicciones entre lo que responden las entrevistadas, lo cual es comprensible debido a las diferentes posiciones que ocupan sus respectivas organizaciones dentro del panorama. Por ejemplo, Catrin Lundqvist, del Moderna Museet (una mezcla entre el MNAC y el MACBA), opina que hay mucho contacto entre las instituciones, sobre todo en los últimos 15 años, mientras que Katarina Sjögren, directora de la Crystal Gallery, opina que debería haberlo mucho más. Esta disensión hecha pública resulta muy positiva, pues visibiliza relaciones de poder y permite una contestación.
A continuación, encontramos la obra de cinco artistas suecos. La exposición ofrece una hoja de sala para cada uno de ellos, que explica en un breve párrafo sus intereses y/o la obra presentada. Hay un claro interés por que el público se pueda aproximar al contexto. No se trata de mostrarlo y que cada cual lo interprete como pueda, sino de conseguir una cercanía y un diálogo.
Dos son las obras que más me llamaron la atención: la potente obra de Åsa Cederqvist, «The Cabinet», ocupa todo el ábside de la antigua iglesia. Se caracteriza por cómo lo matérico nos induce a un estado primitivo donde perdemos el control sobre nosotros mismos. Está cuidadosamente compuesta por cinco pantallas con un paraguas de sonido focalizado cada una. La otra obra que me llamó la atención es opuesta a la anterior por ser mucho más conceptual. Lina Persson nos plantea la idea sacada de la ciencia-ficción de viajar al pasado de la mano de entrevistas al reputado científico Ronald Mallet. La especulación presente en la investigación científica se une a la especulación económica de «Looking for Headless», así como a la especulación artística que plantea el artista Carl Palm.
Se me ocurre otra exposición o evento en el panorama español en el que se haya hecho algo parecido: «Asamblea de los Países Bajos», la plataforma que comisarió Latitudes en Arco 2012, donde 30 representantes de instituciones culturales de Holanda tuvieron una hora cada uno para mostrar su trabajo y dialogar entre ellos y con el público de Arco. ¿Por qué no hacer algo parecido sobre el panorama español o barcelonés? Quico Peinado, de la galería Àngels Barcelona, habló hace unos días de cómo la crisis ha unido a los agentes del arte contemporáneo barcelonés, pero cómo aún así siguen todos desperdigados. Creo que éste es un pensamiento común entre quienes lo componen. Si se tuviesen iniciativas como la de Síndrome o la Asamblea aplicadas al ámbito local, se conseguiría una mayor y necesaria transparencia de sus estructuras, y sus agentes se verían beneficiados a partir del diálogo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)