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Trabajar es nocivo

Magazine

25 abril 2022
Tema del Mes: Abolir la IngenuidadEditor/a Residente: Daniel Gasol Tema del Mes: Fascismo Laboral

Trabajar es nocivo

Tiempo y alienación

Los tormentos de todo género, la tortura, las hogueras, las horcas, nos han dado costumbres terribles (…) los gobernantes nos han hecho bárbaros como ellos. Y ahora recogen los frutos.
Gracchus Babeuf

El mundo que construye una sociedad es, fundamentalmente, una relación con el tiempo. De igual manera, una sociedad es un modo de apropiación de la naturaleza. Si hablamos de la forma de reproducción de la vida cotidiana en el capitalismo, esta sociedad implica una apropiación destructiva de la naturaleza, que la cosifica y la concibe como una mercancía. Mientras que crea modos de relacionarse con el tiempo bajo una concepción pseudohistórica, es decir, el tiempo capitalista es un tiempo semicíclico que ha derivado en un tiempo fragmentario.[1]Para Hito Steyerel, la “historia parece haberse transformado en un loop” (2018: 11). El tiempo transcurre sobre sí mismo, aparentemente ha desaparecido lo nuevo en la historia (Steyerel, 2018), … Continue reading

Lo único que es capaz de erigir esta sociedad que está basada en la destrucción y mercantilización de la naturaleza, que conforma un tiempo alienado que nos separa de la posibilidad de ser protagonistas de nuestra historia, es la actividad humana convertida en trabajo. Este mundo nocivo se vale de la explotación de los trabajadores para reproducir la relación social capitalista, por tanto, el trabajo es una nocividad.

Para que el capital lograra reducir la actividad creativa a trabajo abstracto, es decir, que el hacer humano quedara reducido a producir mercancías y que los individuos fueran convertidos en sí mismos en mercancías, se requirió crear una vida mecanizada a través de la construcción de dos máquinas, dos procesos de transformación que permitieron que la llamada revolución industrial y las revoluciones burguesas conformaran una sociedad dividida, un mundo mercantilizado.

Una transformación residió en la edificación de un tiempo regular, que nació en los monasterios cristianos, que derivó en un tiempo que se mide por medio de la máquina del reloj. Se trata de un transcurso que se significa para propiciar una vida sin espontaneidad, una existencia rutinaria que evita dar lugar a lo indeterminado y a la sorpresa. El tiempo del reloj se fue generalizando conforme se consolidó la sociedad capitalista, provocando una cotidianidad cada vez más artificial, alejada de las necesidades y ritmos de la naturaleza. Este tiempo cuantitativo está vinculado a un orden mecánico, [2]De acuerdo con Lewis Mumford el tiempo del reloj niega la historia, los acontecimientos, ya que se trata de una sucesión de instantes matemáticamente aislados (2016). a un decurso parcialmente histórico, la cotidianidad es sustituida por intervalos equivalentes que favorecen la regularidad de la vida del trabajador y una producción, igualmente, regular y estandarizada (Mumford, 2016).

La otra máquina que se creó conllevó transformar el cuerpo en una máquina para trabajar. Dicho proceso más que haber sido resultado de un convencimiento ideológico al interiorizar la idea de que trabajar es algo bueno, que trae un beneficio colectivo y que favorece el desarrollo de lo humano, fue una imposición violenta para doblegar el cuerpo rebelde que rechazaba trabajar (Federici, 2010), además, porque tenía las condiciones materiales mínimas a su alcance para sobrevivir. A través de torturas, castigos y coacción como se construyó este modo de organización capitalista que pudiera servir para la guerra y el trabajo. Despojando a los pueblos y a los campesinos de sus territorios y de las tierras de uso común, para que no les quedara de otra que vender lo único que poseían, su capacidad creativa convertida en fuerza de trabajo, en una mercancía más.

El trabajo es una condena provocada por la destrucción de las comunidades y la iniciativa personal. Resultando la vida sólo una función fragmentaria al servicio de un sistema inflexible y deshumanizado (Mumford, 2013). El trabajo es nocivo porque significa realizar una serie de acciones penosas y repetitivas para producir excedentes que únicamente se aprovechan para la guerra y para el sostenimiento de las clases directoras. Así, los dos polos del capital, de acuerdo con Mumford (2013), son el trabajo mecánicamente organizado y la destrucción y exterminio mecánicamente organizados.

Por todo esto, el análisis sobre el trabajo, el valor y la mercancía requiere reconocer el carácter político de la explotación, haciendo visible que ésta, también, es resultado de la violencia extraeconómica y de la dominación. Para llegar a un punto donde las personas no encuentren otra alternativa que la explotación capitalista para sobrevivir, se requirió cimentar una unidad entre los poderes económico y político. Porque a pesar de que el capitalismo significa la creación de un poder impersonal, que entre otras cosas favoreció la separación de lo económico y lo político, en términos reales es la subordinación de todo al mercado, a los procesos de producción y acumulación.

La explotación capitalista, el trabajo como una singularidad puramente económica (Wood, 2021), sólo puede sostenerse a partir de un poder y formas de violencia extraeconómicas, como el Estado, el colonialismo y los grupos organizados para el latrocinio (rackets), que garantizan el orden y la regulación necesarios para la reproducción del capital, o el caos y las crisis cuando la reproducción del capital lo requiere. En tanto que el capitalismo necesita expandirse espacial y universalmente, necesita de los mecanismos de coerción del Estado y de la guerra, de ahí que no es posible diferenciar el trabajo del desarrollo general del capital.

El trabajo es la negación de la pluralidad de actividades creativas, es un hacer que únicamente puede producir mercancías. Y para que se produzcan mercancías domina una práctica alienada donde la explotación le es inseparable. El trabajo niega la vida y obliga a la supervivencia. La única posibilidad de plantear una relación distinta con el trabajo es destruirlo. El rechazo al trabajo junto con la abolición del mundo alienado es el camino que puede ayudar a conformar una práctica critica radical que se proponga destruir, también, el capital y el Estado. Porque si éstos se reproducen por medio del trabajo y la guerra, no queda más que plantear la negación del trabajo para superar la explotación y esbozar una práctica revolucionaria contra este mundo que se sostiene a partir de la destrucción de la vida y la naturaleza, de nocividades que subsumen la creatividad y la imaginación.

 

Bibliografía

Federici, Silvia (2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Madrid. Traficantes de Sueños.

Mumford, Lewis (2013). El mito de la máquina. Técnica y evolución humana. Logroño: Pepitas de Calabaza.

Mumford, Lewis (2016). Ensayos. Interpretaciones y pronósticos. Logroño: Pepitas de Calabaza.

Steyerel, Hito (2018). Arte Duty Free: el arte en la era de la guerra civil planetaria. Buenos Aires: Caja Negra.

Wood, Ellen M. (2021). El origen del capitalismo. Una mirada de largo plazo. Madrid: Siglo XXI.

References
1 Para Hito Steyerel, la “historia parece haberse transformado en un loop” (2018: 11). El tiempo transcurre sobre sí mismo, aparentemente ha desaparecido lo nuevo en la historia (Steyerel, 2018), la posibilidad relacionarnos con lo sucedido como experiencia se diluye y es sustituido por “una sucesión de shocks similares a explosiones, después de los que nada en particular ocurrió” (Steyerel, 2018: 32).
2 De acuerdo con Lewis Mumford el tiempo del reloj niega la historia, los acontecimientos, ya que se trata de una sucesión de instantes matemáticamente aislados (2016).

Marcelo Sandoval Vargas, es profesor de asignatura de la Universidad de Guadalajara (México). Es licenciado en Historia, maestro y doctor en Ciencias Sociales por la universidad de Guadalajara. Ha escrito libros La configuración de pensamiento anarquista en México. Horizonte libertario de La Social y el Partido Liberal Mexicano (2011). Guadalajara: Universidad de Guadalajara y Prácticas libertarias y movimientos anticapitalistas. Devenir revolucionario de las colectividades en ruptura (2013). México: Grietas Editores; esta por publicarse “Desafíos para pensar el tiempo actual. O cómo incomodarnos de nuestras miserias” (2022) en la Universidad de Guadalajara; Libros coordinados: El vuelo del buitre viejo. Guerra por acumulación y nocividad capitalista. Guadalajara: Cátedra Jorge Alonso y La lucha por la vida en las ciudades. Defensa del territorio, irrupciones subterráneas, proyectos de autonomía. Guadalajara: Cátedra Jorge Alonso. Ha participado en proyectos como el Centro Social Ruptura, la Revista Verbo Libertario. Actualmente es editor de la página electrónica Asedio.org

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