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Estos días todo pasa muy rápido. Casi sin tiempo a reflexionar. De las cargas policiales en plaza Catalunya, a una ocupación multitudinaria; de los sucesos delante del Parlament a la ciudad inundada por miles de personas de plaza Catalunya al Pla de Palau. Las crónicas de todas las revoluciones acostumbran a recordar el escaso margen que queda para la reflexión. Lo que no quiere decir que el pensamiento no funcione. Un pensamiento en acción, activo. Pero me gustaría pararme en algunas imágenes: sin duda la ocupación de la calle; una chica gritándole a un policía que por qué la empuja, que ella no le ha hecho nada; una mujer delante de un furgón policial; la policia golpeando y empujando; un chico con una brecha en la cabeza sangrando; políticos protegidos por fuerzas de seguridad, acorazados, aislados; una bolsa de basura volando hacia la cabeza de un hombre trajeado entrando en el Parlament, pintado en la calva; también titulares de periódicos que cambian de «Indignados» a «Indignación» refiriéndose a ese mismo hombre trajeado.
Muchas veces en talleres de crítica de arte digo que un texto crítico a veces sólo necesita una buena descripción. Frente a la descripción de algunas imágenes más arriba bastaría pensar en el significado de la palabra violencia. Parece que a todo el mundo incomoda. Pero no está de más pararse a reflexionar en quien hace uso de ella, quien es verdadero objeto de la violencia y quien detenta el monopolio de su uso. Un uso real, de porras, golpes, moratones, y también más figurado, de necesidades o exclusión.
Todos estamos en contra del uso de la violencia. Pero quien la categoriza es el propio Felip Puig, la clase política y la prensa, los que han calificado los hechos frente al Parlament de kale borroka. La pregunta es: ¿cómo llamarían a un coctel Molotov? ¡bomba atómica! y ¿a la bomba atómica? ¡Big Bang! La precisión en el lenguaje es un imperativo: bloqueo de la entrada del Parlament; lanzamiento de bolsas de basura; pintadas con spray; empujones; cargas policiales; porras y porrazos. Ahora, detengámonos a pensar en sobre cual de esas violencias se ha hecho más ruido y cual nos ha herido más. Y también, quién se victimiza y quien es víctima.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)