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09 agosto 2018

Ampliar las lindes. Entrevista a Niño de Elche

Niño de Elche publicaba el pasado Febrero su último trabajo bajo el nombre Antología del cante flamenco heterodoxo, y producido junto a Refree y Pedro G Romero. Propone en este trabajo pensar el flamenco como un lugar desde el que liberar el gesto, en vez de desde donde repetirlo. Como una manera de traer de vuelta, de invocar de nuevo, una intensidad.

 

Me gustaría comenzar preguntándote acerca del título de tu último trabajo, sobre las relaciones que se establecen entre estos términos al ponerlos juntos. Me intriga en especial la conexión entre el rito (como una práctica que es fórmula de repetición) y lo original (que entiendo que se refiere a un estado no canónico).

Es un juego estético-conceptual. Como bien apuntas, al recomponer y llevar al extremo la forma con la que se titulan habitualmente las antologías, comprobamos que esos mismos conceptos que se dan por sabidos y aceptados comienzan a crear entre ellos unas tensiones que sirven para abrir unos espacios de confrontación e interrogantes que nos ayuden a replantearnos los porqués de todos esos conceptos y sus significados reales más allá de lo simbólico, aparte de lo que se pueda entender como mofa. Los conceptos más cercanos a lo que entendemos por la práctica flamenca son, sin duda alguna, el rito y lo heterodoxo, ya que los demás conceptos son discutibles si los trasladamos al mundo de lo real.

En el texto que acompaña al disco se habla de la ortodoxia como el espacio normativo que delimita los márgenes de lo correcto. Fuera de ese espacio sólo queda lo otro, es decir, la heterodoxia. Se da entonces la paradoja de que eso otro, al existir, es lo que permite que se pueda definir tal cosa como una ortodoxia. ¿Trabajáis con lo excluido, o más bien con los límites que definen una cosa y la otra? Digo trabajáis en plural, porque el trabajo ha sido producido por un equipo, lo cual es también, imagino, heterodoxo en un mundo en donde priman las actitudes en solitario y las grandes figuras.

La ortodoxia, como bien apunta Pedro G. Romero en el texto de presentación, es una ficción y, yo añado, una utopía. La cosa es tan paradójica que no sé si podemos hablar de espacio ortodoxo y espacio heterodoxo ya que las dos lógicas, si es que existieran como conceptos totales, se entremezclan y se necesitan unas a las otras. Una persona puede estar ejerciendo un acto supuestamente heterodoxo y a la vez pertenecer a la supuesta ortodoxia. Todo ese fenómeno se da habitualmente con lo flamenco de una forma brillante y muy peculiar. Muchas veces debido a toda esta paradoja que comentamos, lo otro, lo incorrecto, puede estar en la supuesta ortodoxia porque al ser una utopía y una idea fuera de la razón y la práctica hace que por ella misma explote y de repente se pueda convertir en algo ya no solamente heterodoxo por su lógica de creación sino por haber sido realizada en el contexto social y político de las lógicas que plantea la ortodoxia o, mejor dicho, de la lógica de los que defienden esa idea, los ortodoxos. Nuestra intención no era tanto escribir otra historia ni crear una historia como reacción sino más bien ampliar la historia existente y que por sí misma ya se encargará de crear o no otras formas de leer la historia o las historias sobre el flamenco. Nuestra mirada no lineal de lo que supone el archivo es algo que parece tan simple pero que a la vez ayuda a ver todas esas complejidades del pasado y, por ende, de nuestro presente y ahí es donde se descubre que posicionamientos e ideas como la ortodoxia son simplemente irrealizables, de ahí la violencia con la que se defiende tal postura. Siempre me gusta trabajar con un equipo donde haya más personas que puedan ampliar, modificar o desplazar de mis convencimientos y este tándem era una apuesta segura.

Este trabajo es un intento de cuestionar los imaginarios a través de negar la existencia de la esencia, de lo puro, de lo correcto y por defecto, de su negativo. ¿Es un alzar la voz ante la defensa de la pureza de las formas, los custodios de los mitos, para reinventar -o liberar- el legado que ellos dicen mantener y defender? ¿Cómo prevenir, entonces, que las historias alternativas se conviertan en ortodoxia? ¿Es posible que esto ocurra, o hay en el flamenco una posibilidad de escapada constante?

Si entendemos lo heterodoxo del flamenco como algo en continuo movimiento, tal vez se pueda dar el caso de que el escapismo en sentido político se dé, todo depende de las actitudes con la que uno se acerque a los conceptos. El flamenco es una ortodoxia que se ha construido desde actitudes heterodoxas, es su gran paradoja, por eso mismo la ortodoxia es una ficción. Es normal que su degeneración política, social y artística esté dándose en todo momento.

¿Es entonces el flamenco, precisamente por su heterodoxia fundamental, una mirada con la que liberar la producción cultural de estos modos de hacer, estos amaneramientos de la academia, de la doxa?

Estoy en el convencimiento que el flamenco como espacio más allá de lo musical ofrece una serie de herramientas, mecanismos y formas de hacer que ayudan a plantear otras lógicas más allá de la academia. La tragedia actual en lo que entendemos como mundo artístico flamenco es que la lógica socialdemócrata reina en las formas de hacer y afrontar la práctica por eso, muchas veces, hay que mirar en las lindes, en lo que nuclearmente no conforma el flamenco para encontrar las propuestas más interesantes. Se me ocurren algunos proyectos del trap, la fotografía, de la psicodelia, las vanguardias clásicas o el rock, entre otras estéticas.

Se refiere el disco a la “religión del flamenco”. ¿Es esta religión el acuerdo de lo que es lo flamenco? 

En las religiones también hay disidencias y sobre todo hay iconoclasias. Por suerte, las formas clásicas, que no tradicionales, pueden hacer explotar por sí solas las posturas fanáticas y esa es la grandeza del flamenco. Para destruirlo no es necesario desestructurarlo ni cambiarlo de su prisma clásico, sino que hay mucho contenido más allá de lo musical que puede hacer de la práctica religiosa algo radicalmente opuesto. Realmente esto pasa con muy pocas expresiones artísticas.

¿Podríamos decir que el flamenco es un corpus de rituales fijados? ¿Como proponéis hacer flamenco sin este corpus ritual? 

Cuando hablamos de la máquina como lógica también nos referimos a lo que bien apuntas, al rito o ritual mecánico donde hay poco margen a la espontaneidad o a la improvisación. La máquina perfecta realizada no por humanos sino por ciborgs. De nuevo, rompemos otro imaginario estipulado a relación con lo flamenco. En relación con el escapar de la doxa… la paradoja reside no tanto en escapar de ella de una forma disidente, sino que, a nivel de estrategia política, suele más interesante y menos temerario apropiársela para que por ella misma explote. Así la crítica suele más feroz y menos peligrosa de cara al estado de cosas que nos rodea, entre ellas el sistema judicial. Los mártires no son nada provechosos para las luchas sociales.

El disco es un trabajo desde la anacronía, un collage de imágenes de diferentes tiempos. Reapariciones del pasado que reactivan el presente y que permiten precisamente terminar con lo mecánico del rito que asfixia el pensamiento crítico. Tu trabajo además implica una mirada desde lo queer y lo transgénero y desde el posicionamiento político y social.

Mis formas de hacer transitan en esa idea de que todo tiene que ver entre sí mucho más de lo que a priori pensamos, por eso sigo sumergido en cantidad de proyectos supuestamente tan diferentes. Por un lado, para obtener conocimiento técnico, por otro para descubrir diferentes formas de hacer que, al practicarlas, uno descubre que no están tan alejadas. De ahí mi forma de collage. Esta forma de relacionar elementos la entiende y la práctica muy bien Pedro G. Romero. Su forma de interconectar las historias desde una mirada no lineal es realmente magistral y ahí me siento muy, pero que muy reflejado. Lo queer, lo político, lo social… Todo ello aparece de una forma u otra. Unas por mis lecturas y prácticas y otras por el mero hecho de que van implícitas en las temáticas que voy tratando.

En este trabajo hay una mirada constante a las vanguardias históricas y de la reproducción mecánica (como a Vicente Escudero o Val Del Omar). El mismo momento en que se escribe el flamenco tal y como lo conocemos ahora, fijado gracias a avances tecnológicos y a las grabaciones, y dejando atrás lo oral. ¿A dónde exactamente queréis hacernos mirar, y poner en valor de esta relación entre flamenco y vanguardia?

Hay diferentes reivindicaciones en las piezas que planteas. Podríamos decir que nuestra intención, a parte de poner en circulación nombres tan relevantes para entender el devenir del flamenco, ha sido el reivindicar otras formas de hacer que entendemos que se pueden catalogar en eso que suponemos por heterodoxia. También poner sobre la mesa la cuestión de que, sin la concepción de la máquina, más allá de lo material, como lógica del flamenco tal y como lo conocemos hoy en día, no se hubiera dado. Esto hace que el discurso del flamenco rural, el flamenco de familia o el flamenco de la caverna sea una historia cada vez más romántica y que los puertos, las fábricas, las tabernas y, en definitiva, las urbes, fueron más determinantes en el desarrollo del flamenco que el campo, la cueva o la casa familiar.

Si el flamenco es algo que responde a un hecho arcano objeto de fe, que nos conecta con ello ¿cómo se posiciona este trabajo para con esta mística? ¿Cómo se entiende lo jondo en este trabajo?

No creo que haya nada más jondo que la mística. Es algo que nos atraviesa de una forma u otra. El flamenco como toda expresión artística y los flamencos como agentes activadores de dicha expresión han sido atravesados por todo el peso de nuestra historia contemporánea donde las religiones o la experiencia mística ha tenido un lugar prioritario a la hora de su desarrollo.

Parece que tanto en España como Europa es visible una re-sacralización del origen, de la pertenencia, a través de los discursos de la identidad que defienden las ideologías de derechas. Frente a esto, nos queda desacralizar estos espacios míticos de lo social, un buscar sin querer encontrar la verdad, sin andarse por las raíces para no caer en la trampa de la identidad y la tradición. Creo que este cuestionamiento de la identidad y la pertenencia es algo presente en este disco, en el que se reivindican figuras que no pertenecen al panteón flamenco (Isidoro Valcárcel Medina o Shostakovich) dejando claro que la pertenencia no es una cuestión de cuna.

Tu reflexión es muy cercana a uno de los discursos que plantea la Antología. Ese buscar sin querer encontrar la verdad ni imponer el resultado de esa búsqueda más allá del abrir el campo para el poder analizar de una forma menos lineal la historia. También sería interesante apuntar el hacer sin una búsqueda concreta, esas búsquedas más anárquicas que nos preceden y que nos ayudan a no tener ningún prejuicio a la hora de nuestros anhelos del alma sobre las identidades, encuentros artísticos o reescribir la historia. Crear discursos a partir de la historia oficial hace muchas veces que esos discursos exploten por sí solos y sean más provechosos de lo que pensamos.

Virginia Lázaro Villa vive en Londres, es artista y crítica de arte y lo que más le interesa es la iconoclastia y la destrucción de cosas en general. Co-dirigió desde el 2015 la revista y plataforma de arte contemporáneo Nosotros y trabaja desde hace un tiempo escribiendo para diferentes medios y revistas, además de haciendo algunas otras cosas que le dan dinero de verdad.

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