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Como casi todo lo que interesa en la vida, como cualquier evento realmente importante, todo comenzó en esta edición de ARCO Madrid 2024 de la manera más informal. Podría hacer el típico review de galerías, artistas, coleccionistas y demás insiders (normalmente outsiders en los recovecos de sus fachadas más secretas) y lo haré, no tengan duda. Voy a mencionar bastantes hechos a modo de enciclopedia, como muchos otros periodistas van a hacer en los próximos días. No obstante, para aburrirme menos y por consiguiente, al menos intentar entreteneros a vosotros más, quiero narrar esta edición de una manera un poco más personal. Gracias de antemano por la comprensión.
Resulta que comencé conociendo de la manera más casual al último Prix Duchamp 2023, el artista sueco-palestino Tarik Kiswanson. Él es encantador. Y sus galeristas igual o todavía más. Todavía sin saber muy bien cómo, mis amigos y yo acabamos bebiendo, hablando y sobre todo riendo en la misma mesa en el Café Comercial. Y así comenzó la avalancha ARCO, porque no hay otra forma de definir la feria, porque es un verdadero alud de información (de alto voltaje, eso sí).
Hannah, Alberto y Alix son parte de Carlier-Gebauer, la galería con sede en Madrid y Berlín que representa a Tarik. Su exposición In the Wake bien merece una visita. Kiswanson, coincidiendo con ARCO, ha creado una habitación en el espacio que te recibe levitando. Y es extraordinariamente ligera. Consigue que te cuestiones durante los primeros segundos de falsa percepción, las leyes más antiguas que puedan existir. Sí, esas que revelaron a Newton que una manzana siempre ha de caer, al igual que las avalanchas, volviendo a la metáfora que vertebra esta review.
Y en las montañas más apartadas de Madrid, esas que llevan a IFEMA (y ciertamente, con todas las banderas recibiéndote, parece un hotel alpino de Wes Anderson) tomó forma esta última edición de la feria de arte contemporáneo con más pedigrí de España (ahora el catering lo pone Mallorca). Y no es muy arriesgado decir que ARCO ya ha conseguido cierto abolengo, porque una de las piezas estrella, la más transitada en todas las stories de internet, ha sido Manuel, del artista Rodrigo (qué maravilla toda esta falta de apellidos). Y se trata de una obra nostálgica, una obra que te lleva directamente a la edición de 1983. Y queridas, donde hay nostalgia, hay pasado. Y si hay pasado, ya hay pedigrí. Manuel fue un canto de amor queer que dicen retorció de exquisita polémica aquella edición. Gracias a la galería José de la Mano pudimos verla de nuevo. Y la verdad, la pieza rezuma poesía.
También bastante deslumbrantes los Juan Pablo Echeverri de la galería berlinesa Klemm’s. La recientemente fusionada Prats Nogueras Blanchard tenía un Wilfredo Prieto que habría colgado inmediatamente en mi salón. La galería italiana Laveronica arriesgaba y ganaba con Daniela Ortiz. Hagamos un pequeño paréntesis. Esta artista peruana ha expuesto en sitios tan dispares como el Palais de Tokyo (reverencia absoluta), el Museo de Arte Contemporáneo de Atenas o nuestro Reina Sofía (colección permanente). Su discurso por supuesto que puede etiquetarse de mil maneras; post-colonial, feminista y hasta radical. Pero sus piezas (y en especial sus tapices) o su serie de matrioskas reinterpretadas son un muy acertado ejercicio de agitación a la narrativa blanca-patriarcal. Bravo por ella y por sus galeristas.
Y antes de seguir con la visita (por favor no se duerman), pequeño párrafo de mero cotilleo frívolo. Por supuesto que entre galeristas, artistas y performers, IFEMA se llenaba el primer día de esas celebrities arty que merecen una pequeña mención. Entre los profesionales, ciertos compradores (eso esperamos que fueran) con bastante pedigrí. Borja Thyssen pululaba entre galerías alemanas. Agatha Ruiz de la Prada también. Había unas señoras de cera de estilo ninot bastante bien vestidas, o quizá eran las Palomas Segrelles. Y sobre todo la inauguración oficial de Felipe + Letizia o Letizia + Felipe. Y tuvieron un gesto con Espacio Mínimo de Madrid por la reciente e inesperada muerte de uno de sus fundadores, el galerista murciano Pepe Martínez Calvo.
Y ahora sí, sigamos con contenido más concienzudo. La galería brasileña A Gentil Carioca inundaba su espacio con las propuestas de Denilson Baniwa (uno de de mis favoritos). Y es que Brasil es hot. A través de una piezas de aparente aspecto naïve, el artista plantea temas complejos. Recomiendo especialmente que busquen sus obras Barbie y Roubo das Flautas, ambas de 2023. Como se puede leer en la propia nota de prensa de la galería – “La exposición individual titulada Y-Juca-Pirama: historias de un país tropical en desarrollo aborda temas como la ancestralidad y las tradiciones de los pueblos indígenas brasileños, al mismo tiempo que examina la opresión y la violencia enfrentadas por estos pueblos desde la época de la colonización”. Y puede que mi propia calificación de estética naïve a sus obras sea herencia directa de esa violencia intelectual que Europa ha abanderado y de la que es totalmente obligatorio hoy en día, abandonar. No obstante, sus tapices eran una verdadera maravilla.
Para terminar, mención especial al galerista-curador-activista y sobre todo taste maker Ismael Chappaz. Como siempre no defraudó y a parte de su espacio pudimos ver su colaboración de artista con Carles Congost. Unas piezas que si hubiese tenido dinero suficiente también, habrían ido directas a mi nueva casa. Porque cualquier tipo de manifestación artística que cuestione la fragilidad del concepto de masculinidad imperante a lo largo de siglos de oscuridad, siempre merece la pena. Y por supuesto, la máxima felicitación por haber hecho posible que la pieza The Most Given of Givens, una video instalación de Eli Cortiñas, forme parte ya de la colección del Reina Sofía.
Así que sí, ARCO Madrid 2024 fue una verdadera avalancha de información, de propuestas, de gente, de conceptos… el arte de la vida en dos pabellones temporales. Como cualquier desplome, como cualquier alud, nos explosionó en un muy poco tiempo. Pero son estos fenómenos naturales los que van cambiando de manera gradual el aspecto externo de las cosas, y por consiguiente, el interior primigenio que las moldea.
(Foto de portada: Carles Congost, «Sunset», 2013)
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