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En Agrigento, ciudad de templos suspendidos entre ruina y mito, abre su horizonte hacia un Mediterráneo fatigado. Un mar que sostiene historia y heridas. La exposición Concordia: Dialoghi sui paesaggi sociali, perteneciente al programa de Agrigento Capitale Italiana della Cultura 2025, se presenta como un intento de pensar desde ese límite, entre la historia y la urgencia, el papel del arte como mediador social. No como simple espejo del conflicto, sino como práctica que abre zonas de escucha, diálogo y resistencia.
La palabra Concordia se invoca no como consenso, sino como tensión. Un espacio donde el acuerdo sólo es posible a través del disenso, de la fricción entre perspectivas. En tiempos en que genocidios, migración y extenuación extractivista reconfiguran el paisaje social, la propuesta comisariada por Esther Regueira y Lisa Mazza actúa como una constelación rizomática. Exposiciones, paseos urbanos, cine, conversación y trabajo con comunidades locales se entrelazan para trazar una cartografía de intensidades que piensa la región no como un mapa, sino como una red de cuerpos y memorias.
El proyecto parte de Agrigento —antigua Akragas griega, ciudad colonial, agrícola, fronteriza— para abrir un diálogo entre los paisajes sociales del pasado y las urgencias del presente. Si los templos dóricos fueron símbolo de poder y civilización, hoy emergen como ruinas que observan un nuevo tipo de procesión, la de los migrantes, los turistas, los cuerpos desplazados. Sicilia es ahora el punto de encuentro (y de ruptura) entre África y Europa, entre la historia y la necropolítica del presente. Frente a esa tensión, Concordia propone una serie de gestos artísticos que median entre lo visible y lo inaudito, entre el dolor y la posibilidad.
Francis Alÿs, Don’t Cross the Bridge Before You Get to the River, 2008
En la Chiesa di Santa Sofia, el diálogo entre pasado y presente se articula a través de estrategias artísticas que reconfiguran el conflicto. La poética metáfora del estrecho de Gibraltar de Francis Alÿs despliega lo cotidiano como coreografía de resistencia, donde juegos y gestos mínimos desactivan la lógica de la violencia; Daniela Ortiz con el ABC de la Europa fascista confronta los mecanismos de exclusión de las políticas migratorias europeas desde una posición anticolonial; Muna Mussie teje desde la experiencia migrante una memoria corporal de la diáspora, y Alonso Gil propone un decálogo sin mandamientos —poemas visuales que invitan a habitar con plenitud y conciencia— que invitan a vivir con plenitud y conciencia. Rubén Ojeda Guzmán enciende (literalmente) su pieza en un acto de reflexión sobre fronteras, identidades y derechos humanos, transformando estrellas en ceniza y memoria.
Daniela Ortiz, L’ABC dell’Europa razzista
Rubén Ojeda Gúzman, Poem of Mass Destruction, 2025
El recorrido es un ir y venir constante entre lo global y lo local, lo épico y lo cotidiano. El «ABC de la Guerra» de Bertold Brecht, con sus fotomontajes antibélicos, convive en una vitrina con juegos de cartas de la España de los 1970 que normalizaban la guerra para los niños. Cerca, el disco de «Bella Ciao» interpretado por Milva se convierte en un himno de resistencia que resuena desde el pasado hasta las crisis migratorias del presente, de las que se ocupa Mare Vostrum de Nicolò Degiorgis. Una serie de collages digitales que reinterpretan la figura de Europa como migrante a través de imágenes generadas con IA que repiten, como un eco visual, cuerpos y barcos a la deriva en el mar.
Vitrina: Conflictos y resistencias. Izq: Bertold Brecht, L’ABC della GUERRA, 1975. Centro: Nicolò Degiorgis, Mare Vostrum
Frente a esto, la ironía y la crítica mordaz llegan con la biblioteca imaginaria de Robin Kahn, Il Galateo. La obra subvierte los manuales de etiqueta y buenas costumbres para denunciar la opresión de la «mujer florero», celebrando la astucia femenina, simbolizada en la leyenda siciliana del «Testa di Moro», donde una mujer transforma la cabeza de su amante infiel en maceta, emblema de ingenio, venganza y renacimiento. Cierra este coro Kimika, cuya obra recupera la voz del pueblo saharaui, esa herida abierta en el mapa del sur global que aún espera justicia.
A la izq: Kimika, La tierra brota/ La terra germoglia, 2024. Der: Robin Kahn, Il Galateo
La estructura coral de la muestra incluye también el Teatro Pirandello, donde Maro Michalakakos presenta la escultura Allerleirauh (2003) inspirada en el cuento homónimo de los hermanos Grimm de de 1857, donde el deseo del rey por su propia hija revela la perversión del poder y la belleza como condena. Y junto a esta jaula dorada, otra pieza feminista, Siciliane, de la escritora Ester Rizzo junto con la comisaria Esther Regueira. Ante la ausencia absoluta de retratos de mujeres en el teatro, ambas emprendieron la tarea de rescatar del olvido a cantantes, actrices, escritoras y activistas sicilianas y mostrarlas mediante una proyección en forma de tondo. Siciliane demuestra con documentos históricos presentes en una segunda vitrina que las mujeres han sido siempre el pilar social de la isla, aunque la historia oficial se empeñe en ignorarlas.
Maro Michalakakos, Allerleirauch, 2003
La dimensión situada de Concordia culmina con una serie de residencias en las Rubén Ojeda Guzmán, la artista de danza experimental Yinka Esi Graves o Alonso Gil trabajan con asociaciones locales para generar obras y acciones que trascienden el formato expositivo y se insertan directamente en la vida cotidiana de la ciudad. Por su parte, la bailaora Carmen Avilés investiga la correlación entre la tarantela siciliana y la taranta flamenca. También, parte del programa público, los paseos urbanos (passeggiate) impulsados por Valeria Scavone cartografían la ciudad como archivo vivo, donde la arquitectura revela las cicatrices sociales de Agrigento.
Ester Rizzo + Esther Regueira, Siciliane, 2025
Durante el fin de semana inaugural, Alonso Gil realizó la acción prolongada durante 10 horas titulada Vestiti delle Vita / Ropa de la vida en la plaza frente a la inclusiva plataforma social del colectivo Scaro Caffe. Allí instaló un taller de serigrafía abierta, invitando a vecinos y visitantes a traer sus propias prendas para ser estampadas con imágenes y slogans que visibilizan ideas, deseos y pensamientos de los ciudadanos y también apoyan la situación de la comunidad migrante en Agrigento. Más que un happening artístico, fue un gesto de participación colectiva en un flujo constante de manos, telas y pigmentos que transformó la plaza en un espacio de encuentro y resistencia cotidiana, donde el arte se fundía con la vida en su forma más simple y comunitaria.
Alonso Gil, taller de serigrafía Vestiti delle Vita (Ropa de la Vida) en la Piazza Ravanusella, Agrigento, Sicilia
El Museo Arqueológico Pietro Griffo acoge las fotografías de Santiago Palacios sobre el drama contemporáneo del Mediterráneo. La noción de “paisaje social” se amplía así hasta incluir la geografía del conflicto global. Un Mediterráneo fracturado, donde la muerte, el exilio y el silencio se mezclan con la indiferencia del turismo o la retórica política. El mar circular de Marina Fokidis, ese round sea donde el sol, la luna y los cuerpos giran sin jerarquías, se ha convertido en un espacio de asimetrías letales. En sus aguas flotan los restos de una modernidad agotada, de un colonialismo que nunca se disolvió del todo.
Santiago Palacios, Grecia, 2015, Mediterráneo central, 2016-2021
El comisariado retoma a Jacques Rancière para pensar el arte no como mediador entre el saber y la ignorancia, sino entre mundos sensibles distintos. En Concordia, esa mediación se expande hacia una triangulación de pensamientos que desbordan el marco occidental: un “entre-lugar”, en el sentido de Homi K. Bhabha, donde las diferencias no se resuelven sino que se negocian y se traducen. A su vez, el disenso, como propone Chantal Mouffe, deja de ser obstáculo para convertirse en condición de convivencia. Y, finalmente, el diálogo artístico se abre hacia las Epistemologías del Sur de Boaventura de Sousa Santos, donde escuchar al otro supone también reconocer los saberes y sensibilidades que la historia hegemónica ha dejado fuera.
Samira, Thobe: Símbolo de la resistencia, 2024. Video a partir de fotos de Palestinian Museum via Abdullah Dwakiat
En el borde, este borde que es tan frontera como espejo, Concordia despliega un léxico sobre la potencia emancipadora de las prácticas culturales contrahegemónicas, antipatriarcales, anticlasistas y antirracistas desde Sicilia. Porque el proyecto propone un pensamiento esférico, como el giro de una falda de derviche. Lo que va, vuelve, lo que se hunde, resurge. En este tiempo suspendido entre ruinas sociales sistémicas y reconstrucciones, quizá el arte ayude a seguir interrogando, una y otra vez, qué significa convivir en paz en el mundo de hoy.
Carmen Avilés, Dialogue: taranta flamenca e tarantala siciliana, 2025
Todas las imágenes de Daniel Mazza © Cortesía Concordia: Diálogos Sobre Paisajes Sociales, Agrigento Capitale Italiana della Cultura 2025.
[Imagen de portada: Alonso Gil, I nuovi comandamenti (Los nuevos mandamientos), 2025]
Concordia: Diálogos sobre paisajes sociales varias localizaciones en Agrigento hasta el 23 de noviembre. Toda la info del programa aquí.
María Muñoz Martínez es gestora cultural y educadora formada en Historia del Arte e Ingeniería de Telecomunicaciones, esa hibridez forma parte de su naturaleza. Ha sido profesora de «Historia del Arte de la primera mitad del siglo XX» en ESDI y actualmente imparte la asignatura de «Arte en un contexto global» en el Master de Gestión Cultural IL3 de la Universitat de Barcelona. Además, a caballo entre Berlín y Barcelona, colabora habitualmente en diferentes medios escribiendo sobre arte y cultura y haciendo hincapié en la confluencia entre arte, sociedad/política y tecnología. Le apasiona la imagen en movimiento, la música generada electrónicamente y los medios digitales.
Retrato: Sebastian Busse
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