Tap tap tap.

Presiono ligeramente los botones del teclado para articular caracteres que hablen sobre el cambio de paradigma tecnológico en nuestra forma de leer y de escribir. A través de leer un texto en un dispositivo técnico, tanto nuestro cuerpo (mediado por la ergonomía de la interfaz del objeto) como el texto, diluyen su presencia física y se reconfiguran en una suerte de relación humana-máquina. Mientras estructuro estas reflexiones hay abiertas múltiples pestañas en el buscador de internet:

i. la definición de hipertexto: “sistema de organización de datos que se basa en la vinculación de fragmentos textuales o gráficos a otros fragmentos, lo cual permite al usuario acceder a la información no necesariamente de forma secuencial sino desde cualquiera de los distintos ítems relacionados” (RAE)

ii. un artículo de un periódico inglés compartido en el grupo YOUNG GIRL READING GROUP (YGRG) de Facebook sobre cómo los exámenes médicos influidos por el sesgo masculino han deteriorado la salud de las mujeres ya que sus enfermedades se pasaban por alto o se diagnosticaban erróneamente debido al escaso entendimiento de la funcionalidad del cuerpo femenino

iii. un artículo sobre la primera lente telescópica capaz de ampliar tres veces la visión humana

“Welcome to the post-literate. The Gutenberg Galaxy. Super Sad But True Love Story.”

Leen en voz alta y al unísono tres performers que, recostadas sobre un montículo de arena en diferentes posiciones, evocan la intimidad de una habitación. Una intimidad que es rota por el sonido de sus palabras. “Within the boudoir a new technique of the self was born. The “female cabinet” could be understood as the first space where masturbation as a body technique related to the practice of reading took place.” Mientras ponen de manifiesto la relacionalidad entre la novela erótica y el espacio femenino sus gestos son exagerados, arquean la espalda hasta alcanzar posturas incómodas. Alumbradas por un foco LED y la luz azul de las pantallas que contienen el texto ellas se sienten a gusto, se escuchan las unas a las otras – mientras leen.

Tap tap tap.

YGRG es una plataforma instigada por las artistas Dorota Gawęda y Eglė Kulbokaitė que sitúa al cuerpo que lee y a su entorno como el lugar en el que ocurren un conjunto de relaciones activas y constantes, postulando la interdependencia entre el texto, el intercambio de conocimientos y la tecnología. Sus referencias textuales se organizan en torno a la teoría y la ficción feminista y a un interés por la emancipación tecnológica. Sadie Plant escribió en 1998 que “cuando el término ordenador se aplicaba a los trabajadores de carne y hueso, los cuerpos que los componían eran femeninos. Hardware, software, wetware – antes de sus comienzos y más allá de sus fines, las mujeres han sido las simuladoras, ensambladoras y programadoras de las máquinas digitales”. El sujeto reconoce su condición de sujetado y se intenta liberar a través de las potencias afirmativas que lo digital, la tecnología y las técnicas digitales contienen. Si en un mundo predominantemente masculino las teorías científicas y los artefactos tecnológicos se han concebido tradicionalmente según modelos lineales, jerárquicos y centralizados, la experiencia estratificada y el complejo cuerpo (Donna Haraway) que YGRG evoca apunta hacia las ventajas de la interconexión, la descentralización y el trabajo en red.

Tap tap tap.

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1. El texto en inglés entrecomillado corresponde al guión de la performance YGRG14X: reading with the single hand en Schimmel Projects Art Center Dresden, septiembre 2019 leído por Katja Cheraneva, Maansi Jain, Amadeus Vogelsang