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Spotlight

22 septiembre 2022

Nikki Luna: Guerra y su inesperado despliegue polisémico

Materiales exquisitos, formas fluidas y no tan familiares para los ojos occidentales, y un rico fondo de múltiples capas es lo que abarca Guerra, la serie más reciente de Nikki Luna. La obra de Luna aborda las nociones de misoginia y derechos de la mujer. En particular, se ocupa de las historias de mujeres vulnerables, invirtiendo su posición de subyugación en una de poder. Durante años, Luna ha estado pensando cómo contar y elevar la historia de las mujeres más cercanas a ella, y cómo contar la suya a través de la de ellas, la de una mujer independiente y educada que está donde está gracias a ellas. Guerra, el nombre de soltera del linaje matrilineal de Luna, es un ejercicio de cuidado y agradecimiento hacia las mujeres de su familia; su madre, su abuela, su bisabuela y sus tías.

En las últimas décadas, Filipinas ha experimentado un fuerte crecimiento económico, consecuencia directa de las remesas de millones de ciudadanos filipinos que trabajan en el extranjero. En 2005, cerca del 70% de los emigrantes laborales internacionales eran mujeres filipinas, que cubren la demanda de trabajadores no cualificados, especialmente en el sector de los cuidados. Cinco de las ocho tías de Luna salieron indocumentadas de Filipinas en busca de oportunidades laborales en el extranjero. Su madre y otras tres tías, en cambio, se quedaron y se convirtieron en amas de casa, un trabajo comúnmente infravalorado. The Labour Landscape rinde respeto a la lucha vivida por estas mujeres salvaguardando en la seda de morera su sudor y sus lágrimas; preciosos fluidos corporales que encarnan el anhelo de volver a casa compartido por los emigrantes laborales.

Nikki Luna. The Labour Landscape, 2021.  Cortesía de la artista

Ocho son también el número de cuchillas o bolos representados en Steely Bloom, uno por cada una de las mujeres con las que Luna creció, pero también el número de rayos en el sol de la bandera filipina. Los 8 rayos representan las 8 provincias que se rebelaron contra España y una de ellas fue la provincia de la madre de Luna, Batanga. Utilizado principalmente en la agricultura, a la llegada de los españoles, el bolo se convirtió en un arma revolucionaria que ayudó a los lugareños a sublevarse contra los colonos. En el contexto de la obra de Luna, estos bolos se convierten en una metáfora de las batallas libradas en silencio por las mujeres que se entregan a los demás. El acabado del espejo de acero invita al público a enfrentarse a su pasado colonial y a interrogarse sobre las ideas preconcebidas que tiene sobre Filipinas y las mujeres filipinas.

Nikki Luna. Steely Bloom y Wound Cloth, 2021.. Cortesía de la artista

Conocer la historia de su tatarabuela, que solía llevar de cabeza tulingan (atún caballa) y bagoong (pasta de gambas) fermentados para venderlos fuera del mercado, hizo que la artista encontrara la raíz de su interés por las historias de las mujeres que trabajan en el sector informal. Wound Cloth es una instalación de quince piezas de porcelana, tres de las cuales están bañadas en oro de 18 quilates, que se asemejan a gikins -tocados para la cabeza- colgados del techo y que simbolizan el transporte de la pesada carga del trabajo reproductivo y productivo, es decir, el trabajo no remunerado y el remunerado, un escenario demasiado familiar que también comparten las mujeres de todo el mundo.

En 1751, el misionero español Juan J. Delgado bautizó a Filipinas como la «Perla de los Mares de Oriente». La artista ha realizado un broche que deletrea la palabra Guerra, utilizando perlas y oro de 18 quilates para hablar de la belleza, la riqueza y la abundancia que se encuentran en el país archipielago y, por consiguiente, de su susceptibilidad al saqueo y la explotación. La obra arroja luz sobre el modo en que España, primero, y Estados Unidos y Japón, después, se apoderaron de las tierras y los pueblos filipinos y abusaron de ellos durante la colonización, y sobre las consecuencias que ello tiene hasta la fecha, no sólo en Filipinas, sino también en la elaboración de perfiles imprecisos y esencializadores de los ciudadanos filipinos en el extranjero.

Guerra fue la primera exposición individual de Luna en España, expuesta en la Casa Vicens de Barcelona durante el primer semestre de 2022. Paradójicamente, el título del proyecto se convirtió en el leitmotiv de la experiencia expositiva de la artista. Tal y como ella me explica, una sucesión de malas prácticas por parte del comisario y de la institución, tiñeron la experiencia de frustración, enfado y, en último caso, llamadas de atención en las redes sociales por parte de Luna, en busca de la concienciación de la institución; nula ayuda económica para la producción de una exposición que se estrenaba en sus instalaciones, ni para el transporte o alojamiento de la artista durante la instalación de la muestra y las siguientes itinerancias, y una comisión sugerida sobre cualquier venta mientras la exposición estaba en marcha para la residencia privada de artistas del comisario, entre otros.

No puedo evitar reflexionar sobre las relaciones de poder en el mundo del arte en relación con los elementos coloniales de superioridad y privilegio de los blancos. Como artista extranjera dispuesta a entrar en un nuevo ecosistema artístico, Luna vio esta exposición como una oportunidad que podía abrirle puertas. Como mujer extranjera, ¿se pensó que era ingenua, inexperta en el mundo del arte occidental y que estaba ansiosa por mostrar su arte en un experimento artístico híbrido, extraño y de prácticas cuestionables? Si es así, estaban definitivamente equivocados. Luna no sólo consiguió desvincular su nombre y su exposición del nombre del comisario, sino que, en un interesante giro de los acontecimientos, la artista decidió iniciar su propia guerra contra el equipo directivo de la Casa Vicens. Utilizó sus canales de redes sociales (@nikkiluna) para denunciar públicamente la ignorancia, la mala gestión y la obstrucción al ejercicio de sus derechos morales como artista. Luna consiguió por fin contar su historia de la forma que ella eligió, y ella y su obra fueron respetadas.

Guerra rinde homenaje a todas las mujeres abnegadas de la vida de Luna que, a pesar de las difíciles circunstancias, mantuvieron la cabeza alta y siguieron adelante en beneficio de las nuevas generaciones de mujeres. Del mismo modo, gracias a su firmeza y asertividad, Luna ha contribuido a mejorar los entornos artísticos y las prácticas profesionales en las artes.

(Imagen destacada: Nikki Luna. Guerra, 2021Cortesía de la artista).

Raquel Villar-Pérez es investigadora, escritora y curadora cuya práctica se centra en los discursos decoloniales y anticoloniales dentro del arte y la literatura contemporáneos del ‘Sur Global’. Actualmente, es curadora en Photoworks, organización sin ánimo de lucro radicada en el Reino Unido y candidata a doctorado en la Escuela de Arte de Birkbeck.

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