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Producir cultura en sincronía con tiempos geológicos es el núcleo de Pensare come una montagna, capítulo final de Il Biennale della Orobie bajo la dirección artística de Lorenzo Giusti. Un programa de dos años que rechaza la lógica expositiva convencional para arraigarse en el territorio prealpino de Bérgamo en Lombardía. El bienio activa lo que Donna Haraway llamaría «staying with the trouble»; un compromiso prolongado con el «problema» ecológico, con un ecosistema vivo y un estar-con-y-en el territorio que rechaza los plazos expositivos convencionales. La montaña no es un escenario, sino la interlocutora.
Paisajes extractivos y cicatrices del Antropoceno
La memoria de la extracción resurge en múltiples capas. En una mina abandonada en Dossena, en el Valle Brembilla, Julius von Bismarck transforma las paredes rocosas de la mina en un paisaje bidimensional. Landscape Painting (Mine) interroga los legados del extractivismo en la era del Antropoceno. La pieza no representa, sino que convierte la herida minera en un espacio de reflexión sobre la violencia inscrita en el territorio.

Julius von Bismarck, Landscape Painting (Mine), 2025, en las Minas de Dossena, Bérgamo. Foto: María Muñoz Martínez

Julius von Bismarck, Landscape Painting (Mine), detalle, 2025, Minas de Dossena, Bérgamo
En el polígono industrial de Dalmine, Abraham Cruzvillegas instala una escultura gigante realizada con materiales de desecho del entorno que se convierten en formas asimilables a fósiles contemporáneos. Su gesto opera como arqueología inversa, en lugar de desenterrar restos del pasado, comprime los residuos del presente en futuros estratos geológicos. Estos proyectos cartografían una especie de necropolíticas del territorio, las huellas de un poder que decide qué vidas (humanas y no humanas) merecen ser vividas y qué espacios pueden ser sacrificados.
Arquitectura frágil. El vivac como gesto curatorial
El proyecto más radical, sin embargo, no está en una sala, sino a 2.000 metros de altitud. Se trata del nuevo Bivacco Frattini, concebido por el estudio EX. en colaboración con el Club Alpino Italiano. Esta estructura textil, ligera y reversible, rechaza la monumentalidad. No alberga exposiciones, sino que se propone como base de GAMeC en las montañas alpinas, un refugio siempre abierto que convive con el paisaje sin dominarlo.
El bivac encarna una política de la fragilidad. Su cubierta roja, tensada como una tienda de campaña, no es un símbolo de conquista, sino de vulnerabilidad compartida. Equipado con sensores ambientales, el refugio funciona también como estación de monitorización ecológica, extendiendo la noción de “curaduría” al «cuidado» del ecosistema alpino. En lugar de extraer recursos o significados, el gesto es de escucha, una etnografía multiespecie que registra los latidos de un territorio vivo.

Estudio EX., Nuevo Bivacco Frattini
Comunidades más-que-humanas
El bienio extiende su investigación hacia formas de comunidad que trascienden lo humano. En el Valle della Biodiversità di Astino, Asunción Molinos Gordo realiza un taller que conecta arte y agricultura a través de bancos de semillas. Su proyecto reivindica el parentesco vegetal como práctica de resistencia, transformando cultivos huérfanos en relatos de cuidado, memoria y comunidad, estableciendo alianzas entre especies.
Mientras, el colectivo Atelier dell’Errore que trabaja con jóvenes neurodivergentes presenta TEN en GAMeC, una retrospectiva de dibujos que parecen emerger de una biología fantástica, donde ciervos eléctricos y lobos transparentes hablan el lenguaje del bosque. Lejos de cualquier enfoque terapéutico o sentimental, el proyecto afirma una inteligencia ecológica alternativa que desafía los patrones neurotípicos del mundo del arte.

Atelier dell’Errore, vista exposición TEN en GAMeC, 2025
Arte en tiempo profundo, metabolismos y materialidades
Además la exposición despliega lo que podríamos llamar estéticas del metabolismo, u obras que comparten ritmos con lo vivo y lo geológico. En un pueblo afectado por la despoblación, Sottochiesa, Gaia Fugazza presenta Mother of Millions, una escultura de arcilla porosa replica la planta Kalanchoe Delagoensis con capacidad de autorreproducción asexual. La obra funciona como metáfora orgánica de la resiliencia, pero también como crítica a las políticas que abandonan territorios improductivos. Aquí, la práctica artística se alía con los ciclos vegetales, proponiendo un modelo de creación que no impone, sino que germina.

Gaia Fugazza, Mother of Millions, 2025, detalle instalación en Stalla Gherba, Sottochiesa, Bérgamo
En Almenno San Bartolomeo, Agnese Galiotto desmaterializa el paisaje con su mural público La montagna non esiste. Un triángulo que prolonga la silueta del Monte Albenza, donde manos humanas, pájaros migratorios y flores siamesas se funden en un mismo gesto de cuidado, proponiendo un paisaje relacional donde todo está conectado.

Agnese Galiotto, La montagna non esiste, 2025, fresco en Almenno San Bartolomeo, Bérgamo
Mientras que en una imponente iglesia románica en desuso situada en Gerosa, Bianca Bondi instala Graces of Gerosa, un conjunto escultórico donde introduce cristales, sal y procesos de oxidación que reaccionan con la humedad. La obra respira con el espacio, actualizando una noción de escultura como entidad metabólica, en diálogo constante con su entorno y persistiendo en estado de transformación continua. Estas piezas operan en tiempos profundos, desafiando la inmediatez para abrazar ciclos más lentos, casi geológicos, donde la creación se mide en procesos más que en productos terminados.

Bianca Bondi, Graces for Gerosa, 2025, vista instalación iglesia de Santa Maria in Montanis, Gerosa (Val Brembilla), Bérgamo
Proyección a largo plazo y sostenibilidad radical
El modelo del bi anual de Orobie se sustenta en tres pilares donde la sostenibilidad no es tema, sino método. Por un lado ecología práctica (obras site-specific que utilizan residuos locales y reflexionan sobre biodiversidad); por otro compromiso social (participación directa de lugareños en procesos creativos) y perspectiva cultural (esculpir con lo que ofrece el territorio).
Desaprender la institución
Pensare come una montagna, el último ciclo de este programa bi-anual culmina así, no con una clausura, sino con una cristalización de metodologías. Il Biennale della Orobie no sólo tematiza la ecología, sino que reconfigura la institución artística desde la desaceleración, la reciprocidad y el compromiso con lo local. Frente al modelo de la bienal global convencional, Orobie propone un arraigo crítico. Aquí lo global se enraíza en lo local, los artistas internacionales no imponen visiones, sino que establecen diálogos prolongados con las comunidades en valles y pueblos, generando obras que escalan según el contexto. Una práctica cultural que se mide no por su impacto inmediato, sino por las huellas que deja en el paisaje y en el imaginario colectivo. Pensar como una montaña, al final, es aceptar que el arte más necesario es aquel capaz de erosionarse lentamente, como la roca, para devenir parte del suelo común.

Abraham Cruzvillegas, An unstable and precarious self-portrait munching some traditional Fritos, sipping a couple of caballitos of Casa Dragones, after a busy journey with some dear friends, listening at the same time to the ‘Clair de lune’, performed by Menahem Pressler, and ‘Folie à Deux’, by Stefani Joanne Angelina Germanotta, 2025, vista instalación en Fondazione Dalmine, Bérgamo
Todas las imágenes (excepto donde indicado) de Nicola Gnesi Studio © GAMeC
[Foto de portada: Gaia Fugazza, Mother of Millions, 2025, detalle instalación en Stalla Gherba, Sottochiesa, Bérgamo].
Il Biennale della Orobie: el vivac de estudio EX. y los proyectos de Von Bismark, Galiotto y Francesco Pedrini (resultante de una iteración anterior) permanecen. El resto se podrán visitar hasta el 18 de enero de 2026.
María Muñoz Martínez es gestora cultural y educadora formada en Historia del Arte e Ingeniería de Telecomunicaciones, esa hibridez forma parte de su naturaleza. Ha sido profesora de «Historia del Arte de la primera mitad del siglo XX» en ESDI y actualmente imparte la asignatura de «Arte en un contexto global» en el Master de Gestión Cultural IL3 de la Universitat de Barcelona. Además, a caballo entre Berlín y Barcelona, colabora habitualmente en diferentes medios escribiendo sobre arte y cultura y haciendo hincapié en la confluencia entre arte, sociedad/política y tecnología. Le apasiona la imagen en movimiento, la música generada electrónicamente y los medios digitales.
Retrato: Sebastian Busse
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