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Con las ciudades inactivas durante meses, por fuerza crecieron en ellas los terrenos baldíos, terrain vague, las llamaba el arquitecto Ignasi de Solà-Morales otorgándoles la pátina cinematográfica que merecen. Durante el paréntesis improductivo no tuvieron que vender su imagen y las malas hierbas se desmelenaron a gusto, abonando terreno para la emergencia de «espacios indecisos», que diría Gilles Clement, parcelas urbanas residuales como canteras potenciales para la diversidad, biológica y social.
“2022: Under destruction”, una exposición comisariada por Adonay Bermúdez, otorga al terrain vague un cariz ambiguo. Por un lado, el comisario advierte como arrecia el fenómeno de la auto-exclusión vecinal en barrios deteriorados: las comunidades empobrecidas se atrincheran en el abandono suburbano temiendo que las reformas encarecerán sus alquileres. Por otro, artistas como Lara Almarcegui, incluida en la muestra, nos sensibilizan acerca de la importancia de los terrenos periféricos. Así, con sus guías de descampados (inventarios de solares de varias ciudades), salvaba de la desmemoria esos «vacíos», documentando su pasado y las expectativas de inversión puestas en ellos. Otro modo de ralentizar ese momento de tránsito, de vacío de poder, fue la restauración de mercados condenados a la demolición. En otros casos, al responder con la no-intervención la invitación a intervenir artísticamente un espacio, por pura entropía ese lugar se convierte con el tiempo en jardín asilvestrado, liberado del diseño metropolitano que no deja resquicio a la improvisación, a la vagancia, a la imaginación.
Lara Almancegui. Opening interior gardens
Detengámonos en estos paréntesis, entre el paisaje destruido y la construcción en ciernes, parece sugerirnos también otra artista participante en esta colectiva que se celebra en el Casal Solleric de Mallorca: Mar Guerrero, en su serie “Paisaje en construcción” fotografía atrezzos azarosos a base de materiales industriales recortándose ante el litoral mallorquín. En uno de ellos, el arco iris atraviesa un cielo cargado de electricidad, barnizando los residuos de cristal y metal con una pátina inquietante. Los currantes, autores de estos monumentos efímeros, están descansando. Mientras tanto, la futuridad a tonos plomizos permanece larvada, en suspenso.
Mar Guerrero. Paisaje en construcción, 2015
Otro paseante de extrarradio, Tomás Piza, flâneur empedernido, se ha interesado en confrontar el deterioro suburbial con la sublimación que la ruina ha conocido en distintas épocas. En representaciones pictóricas de lo que podríamos llamar «jardines del día después”, la naturaleza se adueña lentamente de los toldos hechos jirones, de las caravanas atracadas en las riberas de la civilización. En esta ocasión, la pintura se acompaña de un extracto de la delirante teoría de la ruina de Albert Speer, el arquitecto del III Reich, donde expresaba su preocupación por legar a generaciones venideras ruinas comparables a las griegas: «un montón de escombros oxidados difícilmente podrían comunicar las inspiraciones heroicas que Hitler admiraba en los monumentos del pasado».
Tomás Piza. Our empire style, 2020
Marla Jacarilla. Do yourself a book or many, 2017
Sobre la banalización de la ruina y el lastre de su poder de sugestión también ironiza Marla Jacarilla, poniendo al pie de fotografías de fábricas abandonadas fragmentos de novelas inexistentes de autores imaginados.
En el vídeo de Enrique Jezik, enormes excavadoras reducen a polvo una casa, en alusión a las garras protésicas del gobierno mexicano y sus alianzas con constructoras corruptas.
Cinchas de amarre sirven a Gema Rupérez de metáfora del nomadismo forzado, y las fotografías de Sergio Belinchón mostrando eriales recorridos por tractores congelan ese momento límbico, entre dos fases, de la vida de un suburbio. Son imágenes que parecen invitarnos a estirar al máximo el tiempo suspendido en “espacios indecisos”, provisionalmente desprovistos de función, latencias, como pensamientos en barbecho.
Sergio Belinchón. Suburbia, 2002
(Imagen destacada: Enrique Jezik. Desmonte, 2012)
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)