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12 agosto 2020

« LA TECNOLOGIA DIGITAL OFRECE ALTERNATIVAS A UN NECESARIO NUEVO MODELO DE MUSEO »

Frédéric Migayrou, conservador jefe de arquitectura y diseño del Mnam-CCI Centre Pompidou de París, nos da su visión de la evolución del sector de los museos tras la pandemia.

Distancia social, mascarilla obligatoria, reservas previas, itinerarios predefinidos… Son algunas de las medidas tomadas por los museos tras el confinamiento. ¿Cómo cambiará todo esto la experiencia del público?

La cuestión es si a largo plazo la lógica del museo de masas es viable. Va a tener que reinventarse el modelo de acceso a las obras de arte, que cambiará a su vez la noción de exposición. Se trata de una apuesta en la lógica interna de los museos y en la gestión general de los flujos turísticos a nivel mundial. Debería crearse lo que yo llamaría un museo «pervasivo», es decir, un museo con una explotación de la colección, una lógica de la comunicación y un acceso virtual mucho más importantes. La oferta cultural digital compensaría la simple visita tradicional. Los museos no solo presentarían las obras, sino también conferencias, espectáculos, análisis críticos… No se trataría solo de hacer exposiciones monográficas, temáticas o por corrientes artísticas, sino de exposiciones críticas, más analíticas. Se podría dejar una parte para acceso gratuito, y después crear abonos para un acceso más privilegiado, para públicos específicos. Lo que no impediría conservar la visita tradicional, la del paseo, que fue inventada en el siglo XVIII.

¿Qué otras aplicaciones podrían proponerse ?

Se podría imaginar una forma de comisariado virtual, con la colaboración del público, que llevaría a la organización de exposiciones. O un papel más activo de la universidad y de los investigadores. O un acceso mayor a la documentación, disponible en Internet, con debates y coloquios en torno a un tema o una exposición. Lo cual llevaría a una mayor participación crítica por parte del público, que ya no sería un público turístico anónimo sino cada vez más cualificado. Para eso, el museo debería dotarse de una plataforma de producción y difusión, de un grupo de periodistas-conservadores y de un equipo de televisión, un plató, un sistema de rodaje, etc. La idea es hacer el museo permeable a la circulación de la información, utilizar la tecnología para que el museo se convierta en un medio de comunicación. No se trata solo de acumular obras sino de aumentar el capital simbólico del museo, su capital informativo. Hay una enorme atomización de la información, y que un museo de la talla del Pompidou no lo haga es un verdadero problema.

Frédéric Migayrou, comisario de la exposición Neurones, les intelligences simulées, Centre Pompidou, 2020 ©Anne-Fréderique Fer

Pero hay que tener los medios para acceder. El confinamiento ha puesto de manifiesto la brecha digital…

La gente que no tiene acceso a este tipo de tecnología está ya marginada socialmente por la estructura socio-económica y tecnológica actual. Esto no cambia nada, todas esas carencias de la sociedad no son un problema específico del museo.

¿Cómo va a afectar la pandemia a la red de artistas, galerías y coleccionistas? ¿Supondrá el fin de la globalización y un retorno a las escenas locales en el momento de las adquisiciones?

No, al contrario. Lo que habrá es un crecimiento del mercado del arte, una aceleración en la circulación de las obras y en las ventas online; el valor simbólico de las obras será más importante que el valor material. Lo que la gente comprará es un nombre.

¿El mercado del arte online será la solución frente a la anulación de las próximas ferias?

Por ahora, las ferias que se han anulado son solo las de otoño. Pero las ferias no son más que un avatar de estas nuevas economías simbólicas de las obras, en cierta medida no hay nada que ver en ellas. Al final, el mercado del arte no las necesitará: cuando estén en Internet, la feria será constante.

Los museos cerrados durante el confinamiento deberán enfrentarse a una disminución de sus ingresos, y las subvenciones del Estado son cada vez menores. ¿Cómo llegar a un equilibrio sano entre financiación pública y privada?

La crisis económica no hará más que radicalizar una transformación necesaria de los museos. Ya no son plataformas de visibilidad cultural subvencionadas públicamente, sino instrumentos económicos a los que se pide una rentabilidad. No se puede culpar a los museos nacidos o sometidos a una lógica económica liberal por verse afectados por la crisis del liberalismo. El Guggenheim de Bilbao, el MACBA de Barcelona… estos museos creados para cambiar la imagen cultural de la ciudad entrarán en crisis; me parece obvio que se vean afectados económicamente, puesto que han sido contruidos para eso. El Reina Sofía y el Prado no, porque su capital cultural es mucho mayor; pero ese capital, o se explota o no se explota. Yo creo que hay que hacerlo. Que se inventen otras lógicas económicas distintas a las tradicionales, a la participación del sector privado, me parece muy importante. Y la tecnología digital podría ofrecer nuevas posibilidades. Podría anticipar el final del modelo de museo turístico, y crear establecimientos culturales de verdad.

Vista de la exposición Neurones, les intelligences simulées, Centre Pompidou, 2020 © Audrey Laurans

 

(Imagen destacada: Vista de la exposición Neurones, les intelligences simulées, Centre Pompidou, 2020 © Audrey Laurans)

 

Beatriz Sánchez Santidrián siempre había querido ser bióloga, pero se crió entre libros, discos, películas y exposiciones; días antes de matricularse en la universidad decidió que lo suyo era más bien la Historia del Arte. Soñando con los intelectuales bohemios del París de posguerra, allí se instaló. No ha encontrado ni a Beauvoir ni a Cocteau, pero ahí sigue. Continúa buscando.

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